<p>Por Sabrina Cuculiansky</p>
<p>Al contrario de lo que se pensó durante mucho tiempo “que son flojos, dulces y para mujeres”, una de los principales propiedades de los rosados es que su fuerza, concentración y estructura recuerda a los jugos tintos. Esto se debe a que los vinos rosados surgen de la vinificación de uvas tintas. Sin embargo, otra de las cualidades que los hacen tan ideales para estos tiempos en donde el sol asoma con fuerza es su frescura, su nariz frutal y su versatilidad para combinar con muchas preparaciones <em>gourmet</em> estivales. <br />
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Para preparar un vino rosado primero se muelen las uvas tintas y se dejan macerar con la piel, el hollejo. Las uvas oscuras sólo tienen ese color por fuera que al moler el grano tiñe el jugo. Pero a diferencia de los vinos tintos, esta maceración es sólo por horas y hasta un día, según el nivel de coloración que se busque para el rosado y la mayor o menor cantidad de taninos y compuestos aromáticos. Luego se separa el jugo del hollejo y continúa el proceso como con los blancos a fin de evitar la maceración. <br />
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Los mejores rosados son de Francia, el productor por excelencia, especialmente en las zonas la Provenza, el Rousillon-Languedoc donde utilizan variedades como la Garnacha, el Syrah o el Cinsault y parte del Valle del Ródano. De este último proviene el Tavel, una denominación de origen sólo para los rosados. <br />
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En Italia, son conocidos los exponentes de Salento y de Abruzzo; y en España la región es Navarra. En el Valle de Napa, Estados Unidos, los elaboran generalmente con Pinot Noir a partir de la técnica del vino gris, exponentes que se proponen de un rosa muy pálido debido a la poca capacidad de tintura de la variedad. Son más conocidos como <em>blush wines.</em><br />
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En Australia, muchas bodegas lo sacan a partir del Syrah y en nuestro país, el Malbec es la estrella. <br />
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Sin embargo, cada país productor le imprime a sus vinos características propias del terruño y en los últimos años se dejó de considerar los rosados como vinos inferiores a los blancos y tintos. Los rosados tienen un cuerpo medio, son muy expresivos y buenos para aperitivo, entradas e incluso platos principales o postres. <br />
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Tienen un nivel de alcohol mediano, nariz perfumada, brillante explosión de frutos rojos en boca y una acidez que hace agua la boca, refresca e invita a tomar otro trago. No son largos ni complejos, deben beberse jóvenes y son compañeros de las altas temperaturas. Para descorcharlo y acompañar mariscos, ensaladas, entradas frías de pescado, carnes blancas con salsas suaves y quesos como el <em>brie</em> o el <em>camembert</em>. Es buen compañero de pescados grasos como el salmón y el atún, debido a su carga de taninos en la estructura. <br />
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Se sirven frescos, entre 5 y 10 grados, más frío que la temperatura de una cava pero menos que la de la heladera. Por eso se recomienda sacarlos antes y enfriarlos con agua y hielo durante 15 minutos.<br />
Los vinos rosados, además, son una muy interesante opción de compra por su equilibrio entre precio y calidad.</p>
Rosados, vinos con personalidad propia
Tienen el carácter más parecido a los vinos tintos pero el proceso de elaboración comparte características con la producción de blancos. No es una mezcla de los dos ni un blanco teñido. Dan una variedad diferente con peculiaridades y rasgos propios.