<p>Ya en dos reuniones del grupo de los 20 (2009), Nicolas Sarkozy había censurado a otro francés, Dominique Strauss-Kahn (FMI), por mantener “un equipo de tecnócratas aferrados a la ortodoxia”. Al respecto, el polémico mandatario recordaba los desastrosos efectos que recomendaciones del organismo tuvieron en el sudeste asiático (1997/8) o la crisis de insolvencia mexicana (1994/5).<br />
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Hace un año, curiosamente, el director gerente del Fondo pedía a la UE aumentar los déficit fiscales para neutralizar la recesión y frenar a los mercados especulativos. Hoy, con Grecia, España y Portugal al borde del colapso, exige –entre otras cosas- la medida más contraproducente de todas: rebajar salarios nominales y despedir mano de obra. “Anne Krueger no lo habría expresado mejor”, ironizaba el Journal de Génève.<br />
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Otro detalle contradictorio: el FMI vuelve a la vieja cartilla meses después de recibir más liquidez, vía un incremento de aportes. Su objeto indirecto era asistir a banqueros ya beneficiados por enormes rescates financiados con dinero de los contribuyentes. Esta misma semana, el ente sugirió un empréstito de € 15.000 millones para Grecia, una economía “subdesarrollada” que ni siquiera debería estar en la Eurozona.<br />
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Naturalmente, el viernes Strauss-Kahn señaló su disposición a intervenir. Pero Sarkozy volvió a rechazarlo. Este clima denso prolongó el descalabro de acciones y títulos en las bolsas europeas, desde Moscú o Estocolmo hasta Londres o Madrid. También se desplomaron las plazas de Asia sudoriental y meridional. Sólo las buenas noticias sobre el desempleo norteamericano permitieron una leve reacción en Wall Street.<br />
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“Esta vez les toca a España y Portugal, la primera en vísperas electorales ingratas para el oficialismo. Pero –advierte el Financial Times- Italia podría ser la crisis siguiente. Tampoco puede excluirse la propia Gran Bretaña”.</p>
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Sarkozy no quiere que el FMI se meta en la Unión Europea
El presidente francés se opone a que intervenga el Fondo Monetario Internacional en la crisis regional. Motivo: la entidad en teoría multilateral tiene un accionista dominante, Estados Unidos (17%), y sus recetas siguen siendo recesivas.