<p>Por una parte, surgen apocalípticos como Nicholas Carr y Jaron Lanier, que advierten sobre el peligro de que todos se transformen en esclavos de la máquina, como los habitantes de Metrópolis (Fritz Lang, 1926). Por la otra, autores como Clay Shirky creen que, en la era de las redes, todo aquel que tenga una conexión a Internet contribuye al bienestar general.<br />
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Donald Tapscott y Anthony Willliams no dejan lugar a dudas. En 2006, su texto Wikinomics (“Wikinomía) predijo el mismo tipo de cooperación masiva por la Red que también caracteriza al sistema operativo abierto Linux. Particularmente, su capacidad de modificar el ámbito de los negocios.<br />
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“Si eso suena ambicioso –señala el Financial Times, apóstol del cambio-, su nuevo libro, MacroWikinomics, les permite extrapolar cuanto se le ocurra y desarrollar un análisis por demás complejo. Salud, educación, energías limpias, transportes, medios, gobiernos… nada imposible de encarar si bastantes personas compatibles entre sí se conectan y comparten ideas, proyectos, etc., en la Web.<br />
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En este mundo feliz, que abarca estados nacionales, las instituciones viven sus últimos momentos y sólo aguardan ser reformadas desde adentro, por sus propios ciudadanos. Este lenguaje, no por casualidad, recuerda al de Nicholas Negroponte, un gurú social hoy algo olvidado. “Muchas soluciones a problemas como crisis en el seguro médico privado o el efecto invernadero ya existen alrededor de entidades convencionales y -postulan los autores- en los espacios colaborativos de la Web”.</p>
<p>La temprana euforia de hace diez o doce años, cuando imperaba Negroponte, llegó a postular una “nueva economía”, sin los ciclos largos ni cortos de las etapas industriales entre el siglo XVIII y la revolución tecnológica frustrada por el colapso puntocom a inicios del XX. Pero “se avecina un nuevo auge, cifrado en un factor tan inmaterial, ubicuo y omnipresente como Internet”.<br />
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La dificultad con el tipo de libros representado por MacroWikipedia –objeta el FT- es que “toman fenómenos sin duda seductores, les inyectan una fuerte dosis de mesianismo y producen versiones absolutistas del futuro. Lo hacen sosteniendo que todas las instituciones son ineptas o corruptas y sólo un activismo desde las bases puede resolver los grandes problemas del mundo.<br />
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“Sería lindo que Tapscott y Williams tuvieran la historia de su lado –observan Carr y Lanier- y que esquemas como el de Linus Torvalds prenunciasen en efecto un mundo donde todos estén conectados por lo menos una hora al día para aumentar conocimientos”.</p>
{Internet} Destrucción creadora o cómo la Web salvará al planeta
¿Internet acabará con la civilización tal como se la conoce, o bien ofrece herramientas para mejorarla, o hace ambas cosas al mismo tiempo. Esta batalla retórica genera una serie de libros que aparece en vísperas de la segunda década del siglo XXI.