miércoles, 25 de diciembre de 2024

Relato siempre inconcluso: lo femenino y masculino

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Mas allá de diferencias biológicas, los conceptos masculino y femenino y la distribución de sus roles son construcciones sociales cargadas de imaginarios funcionales según las épocas y sociedades, que están a tono con las necesidades de producción y consumo que le dan marco.

<p><br />
Por Mariela Mociulsky (*)</p>
<p><img src="../../../../mercado/ro/imagenes/foto_nota_1107_6_1.jpg" alt="" /></p>
<p>De lo que se trata aqu&iacute; es de realizar un recorrido sobre los conceptos de masculinidad y feminidad. Comprender los valores sociales subyacentes y significaciones actuales que residen en estos conceptos con un doble objetivo: describir las nuevas pr&aacute;cticas emergentes y perfilar tendencias y distintas maneras de vivir los roles de g&eacute;nero.<br />
En el ejercicio de la masculinidad o feminidad siempre inciden condicionantes psico-socio-culturales que van operando como gu&iacute;as que inhiben o alientan las conductas de manera inconsciente. Justamente este car&aacute;cter naturaliza esas operaciones como parte del &ldquo;sentido com&uacute;n&rdquo; y de esta forma, cada sociedad condiciona la imagen, los roles y pr&aacute;cticas aceptadas y valoradas de hombre o mujer en cada momento.<br />
Estos condicionantes funcionan como un &ldquo;molde&rdquo; que determina cu&aacute;les son las maneras de jugar los roles que resultan m&aacute;s adecuadas para cada contexto social, &ldquo;guiando&rdquo; a los sujetos para que puedan sostener intercambios con los otros y con el medio de manera m&aacute;s acertada y provechosa. Estos imaginarios tienden a ser estables, es decir, no vuelven a cuestionarse en cada interacci&oacute;n, pero s&iacute; se van modificando hist&oacute;ricamente, a medida que cambian las condiciones de producci&oacute;n y consumo.&nbsp; &nbsp;<br />
Aunque es com&uacute;n hablar de hombres y mujeres como equivalentes a femenino y masculino, hoy algunos autores desde la antropolog&iacute;a sugieren que hay que pensar al g&eacute;nero como categor&iacute;a anal&iacute;tica &uacute;til para negar el car&aacute;cter fijo y permanente de la oposici&oacute;n binaria hombre-mujer y deconstruir hist&oacute;ricamente el proceso de estos t&eacute;rminos, sin olvidar que el sexo como herencia biol&oacute;gica y el g&eacute;nero como normas culturales son categor&iacute;as distintivas relacionadas, pero no constituyen una identidad isom&oacute;rfica.</p>
<p><strong>&Eacute;rase una vez…</strong><br />
En los primeros momentos de la historia de la humanidad, cuando nuestros ancestros buscaban la forma m&aacute;s eficaz de organizarse para sobrevivir, los roles se dividieron seg&uacute;n las diferencias naturales de los sexos.&nbsp;<br />
Mientras un grupo permanec&iacute;a en el asentamiento cuidando a los hijos y realizando tareas tales como la confecci&oacute;n de herramientas y vestimenta, el grupo m&aacute;s fuerte f&iacute;sicamente vigilaba la zona y los peligros de los alrededores, exploraba otras zonas m&aacute;s propicias para mover al grupo y cazaba animales para llevar alimentos para todos. <br />
Estas tareas de caza y protecci&oacute;n requirieron la fuerza, rudeza y agresividad del hombre, haciendo foco en su estado de alerta f&iacute;sica y suprimiendo en parte otros aspectos valorados de modo negativo para su papel, como por ejemplo la manifestaci&oacute;n de los sentimientos. <br />
Cuando el g&eacute;nero masculino abandon&oacute;&nbsp;la caza y la exploraci&oacute;n y se aboc&oacute; al cuidado y cultivo de la tierra, mantuvo asimismo su rol de proveedor. La mayor disponibilidad de alimentos (ahora producidos) y la necesidad de sumar mano de obra que cultivara las grandes extensiones de campo cooperaron para estimular una mayor descendencia. En consecuencia, las mujeres debieron abocarse casi exclusivamente a la tarea de tener hijos, criarlos y mantener el hogar en orden, mientras el hombre trabajaba la tierra, manten&iacute;a el control pol&iacute;tico y se encargaba de su defensa. <br />
Tras muchos siglos de mantener esta estructura, la Segunda Guerra Mundial gener&oacute; un punto de inflexi&oacute;n: una enorme cantidad de hombres se traslad&oacute; a luchar, dejando vacantes sus puestos en f&aacute;bricas y oficinas, los cuales debieron ser ocupados por mujeres. <br />
Sin embargo, tras la guerra hubo otro gran cambio: ellas no abandonaron f&aacute;cilmente estas posiciones y lentamente comenzaron a gestarse los movimientos por los derechos civiles &ndash;primero reclamando derechos b&aacute;sicos como el voto&ndash; y luego, una mayor cantidad de derechos y libertades. <br />
La aparici&oacute;n de la p&iacute;ldora anticonceptiva contribuy&oacute; en gran medida con este proceso, ofreciendo la posibilidad de planificar la procreaci&oacute;n. La mujer fue as&iacute; avanzando desde su &aacute;mbito de injerencia hist&oacute;rico &ndash;el hogar, lo privado&ndash; hacia el espacio p&uacute;blico y el mercado laboral, incorporando como propios algunos rasgos considerados t&iacute;picamente masculinos. <br />
El ingreso de la mujer al mundo laboral fue probablemente unos de los cambios m&aacute;s importantes de las &uacute;ltimas d&eacute;cadas en la organizaci&oacute;n del trabajo, no sin consecuencias. <br />
La independencia econ&oacute;mica de la mujer y su impacto en las decisiones y posibilidades de elecci&oacute;n cambi&oacute; en gran medida la forma de organizaci&oacute;n de las familias y la llegada de los hijos. Incluso, no hace tanto tiempo que las mujeres ingresaron formalmente a las universidades y ya en muchos casos hay una mayor proporci&oacute;n de egresadas mujeres que varones en distintos pa&iacute;ses.<br />
Tambi&eacute;n vale agregar que el mundo del trabajo siempre ha valorado caracter&iacute;sticas atribuidas culturalmente a lo masculino, como la fortaleza, la competencia o la autoridad; sin embargo, hoy se resaltan como positivas otras habilidades tradicionalmente atribuidas a lo femenino como el <em>multitasking</em>, el cuidado, la contenci&oacute;n, la flexibilidad, la capacidad para el <em>coaching</em>, la escucha y conciliaci&oacute;n, entre otras.</p>
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<p><strong>Imaginarios en transformaci&oacute;n</strong><br />
Debido a que el &ldquo;posicionamiento femenino&rdquo; fue cambiando, tambi&eacute;n cambi&oacute; el &ldquo;posicionamiento masculino&rdquo;, que fue adapt&aacute;ndose a los cambios impulsados por las mujeres.<br />
Con los roles femeninos en transformaci&oacute;n, los hombres han cedido parte de su poder ejercido en la esfera p&uacute;blica y ya no se erigen como &uacute;nicos proveedores en el hogar. El ingreso de la mujer en el mercado laboral fue uno de los cambios m&aacute;s importantes en la forma de estructurar la sociedad, la familia y en definitiva, lo que se supone como propio de cada g&eacute;nero.<br />
Sin embargo, el gran cambio no pas&oacute; desapercibido: al dejar de ser la provisi&oacute;n una tarea propia y exclusiva de los hombres, se alter&oacute; el imaginario de sus funciones para ambos g&eacute;neros. <br />
En este sentido, es importante incluir tanto a hombres como mujeres como sujetos asociados al g&eacute;nero a la hora de analizar los modelos disponibles porque los l&iacute;mites de lo que se considera propio del g&eacute;nero masculino y del femenino se influyen rec&iacute;procamente (Gutman 2000: 41; Lugo 2000: 83)<br />
Para los hombres, estos cambios implicaron como consecuencia, un impacto en su posicionamiento. Sus atributos tradicionales, ya no son lo &uacute;nico que se valora. Hoy se les pide mayor expresi&oacute;n de sus emociones, compartir roles y decisiones y participaci&oacute;n en el cuidado de los hijos y las tareas del hogar. Incluso, han ido ingresando progresivamente en el mundo de la moda, de la cocina, de la cosm&eacute;tica y cuidado personal, entre otras actividades. Hay cada vez mayor cantidad de hombres en los supermercados y en las clases de cocina. Incluso muchos se embarcan en la b&uacute;squeda de su propia espiritualidad.<br />
Si cada cambio en el imaginario de uno de los g&eacute;neros impacta en el otro generando reacciones y determinando nuevos comportamientos, valoraciones y expectativas, esta evoluci&oacute;n del modelo o de los modelos de mujer y var&oacute;n en nuestra sociedad reconfigura esos imaginarios. La pregunta ser&iacute;a entonces &iquest;cu&aacute;l es el &ldquo;molde&rdquo; que sostiene de manera m&aacute;s propicia el entramado de roles de hoy?</p>
<p><strong>&iquest;Supermujeres?</strong><br />
Hasta no hace mucho emerg&iacute;an en los estudios de g&eacute;nero configuraciones de lo femenino vinculadas a una mujer que &ldquo;todo lo pod&iacute;a&rdquo;, una &ldquo;supermujer&rdquo; al cuidado de sus hijos, su trabajo, su casa y todo aquello que de ella se demandase. Aun con diferencias por nivel socioecon&oacute;mico y edades, el com&uacute;n denominador entre ellas segu&iacute;a siendo esta idea de &ldquo;supermam&aacute; y supermujer todopoderosa&rdquo;.<br />
En esta &uacute;ltima d&eacute;cada se advierten cambios: el ideal femenino migra hacia una mujer m&aacute;s segura de s&iacute; misma, no ya con la necesidad de mostrar que puede hacer las cosas igual o mejor que los hombres pero s&iacute; evidenciando que puede tomar sus propias decisiones; que reconoce la fortaleza de su propia forma de percibir las emociones; que puede elegir qu&eacute; adoptar y qu&eacute; no. Se trata en definitiva de una mujer menos obsesiva y perfeccionista, que no apunta a hacer todo de manera impecable, sino a dar la mejor versi&oacute;n de s&iacute; misma poniendo su impronta personal en lo que hace. <br />
La publicidad, por ejemplo, est&aacute; logrando captar la esencia de esta mujer que dej&oacute; de ser objeto para ser n&uacute;cleo de sus propias decisiones y consciente de sus limitaciones, un ama de casa que pueda re&iacute;rse de sus desaciertos cotidianos y asumir su cansancio; una devota madre que por momentos se ve superada por sus hijos. Se hace cargo de sus elecciones laborales y familiares y enfrenta desaf&iacute;os. En definitiva, una mujer m&aacute;s &ldquo;humana&rdquo; que quiere ser la guionista de su vida.&nbsp;&nbsp;<br />
Un ejemplo claro de la encarnaci&oacute;n de este nuevo imaginario femenino fue la multipremiada campa&ntilde;a &ldquo;Mam&aacute; Luchetti&rdquo; de la agencia Madre Buenos Aires. Como el mismo director de la agencia se&ntilde;al&oacute;, se trataba de &ldquo;reposicionar una marca de pastas con el cl&aacute;sico clich&eacute; de una mam&aacute; aspiracional, perfecta, que cumple con sus m&uacute;ltiples roles con una sonrisa inmutable&rdquo;. <br />
El desaf&iacute;o de la campa&ntilde;a fue entonces a trav&eacute;s del humor y de los mu&ntilde;equitos &ndash;como recurso de distensi&oacute;n&ndash; mostrar la emergencia de una antihero&iacute;na, a la que nunca le falta amor, dedicaci&oacute;n, dulzura pero plenamente humana e imperfecta. La madre del &ldquo;deber ser&rdquo; dejaba lugar a una divertida madre d&eacute;bil, amable pero harta, cansada y cari&ntilde;osa, simp&aacute;tica y a veces cruel, todo en una. El &eacute;xito absoluto de la campa&ntilde;a no hizo sino dejar en claro en qu&eacute; grado se hab&iacute;a logrado la identificaci&oacute;n con la realidad.<br />
La mujer reconoce as&iacute; que si bien la multiplicidad de tareas, el <em>multitasking</em>, eleva la autoestima tambi&eacute;n es la mayor fuente de agotamiento, porque las mujeres ganaron terreno sin resignar sus tradicionales actividades y sumando en cambio exigencias, una ecuaci&oacute;n insostenible a lo largo del tiempo.<br />
Esta mujer que ya &ldquo;no compra&rdquo; el modelo de la supermujer est&aacute; en b&uacute;squeda de ese lugar entre lo ideal y lo posible, que admite y soporta mejor las dudas. Busca ganar liviandad para moverse, apunta a la s&iacute;ntesis como expresi&oacute;n de la practicidad y la soltura. Esto se ve reflejado en sus esferas de acci&oacute;n: a veces una retracci&oacute;n &ndash;por elecci&oacute;n&ndash; de su carrera laboral, o en la b&uacute;squeda de una vida m&aacute;s simple &ndash;reconsiderando las expectativas demasiado exigentes&ndash; o realizando pr&aacute;cticas relativas al bienestar (<em>antistress, wellbeing, fitness,</em> etc.).</p>
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<p><strong>Ganar terreno</strong><br />
Pero tambi&eacute;n ocurre que esta esfera de acci&oacute;n femenina se extiende y no solamente porque las mujeres tengan oportunidades laborales (casi, aunque no del todo) en igualdad de condiciones que los hombres, sino por avanzar sobre territorios cl&aacute;sicamente masculinos, lo que abre un nuevo mercado para muchos productos que solamente eran pensados para consumidores hombres.<br />
Uno de esos terrenos es la tecnolog&iacute;a. Cada vez m&aacute;s, aplicaciones, accesorios y colores vuelven a los dispositivos tecnol&oacute;gicos casi objetos est&eacute;ticos que muchas mujeres quieren portar, m&aacute;s all&aacute; de su funcionalidad. Las revistas para mujeres de hoy en d&iacute;a incluyen p&aacute;ginas de sus ediciones sobre &ldquo;lo nuevo en tecnolog&iacute;a&rdquo; como un elemento infaltable para &ldquo;la cartera de la dama&rdquo;. <br />
Otro terreno ganado al hombre es el auto. El preciado tesoro masculino tambi&eacute;n atrae a muchas mujeres. Incluso un<em> web site</em> local, www.mujeresalvolantedietrich.com se dedica exclusivamente a contar historias y difundir informaci&oacute;n sobre madres y mujeres que manejan, que seg&uacute;n varias estad&iacute;sticas sigue en ascenso. De acuerdo con un sondeo de la empresa de<em> e-marketing</em> Proximitas del a&ntilde;o pasado, tres de cuatro mujeres manejan, mientras 70% participa en mayor o menor medida en la decisi&oacute;n de compra de un auto en el hogar.</p>
<p><strong>Masculinidad emergente</strong><br />
El rebote de los cambios que sufri&oacute; el g&eacute;nero femenino cuestion&oacute; el paradigma capitalista y paternalista cl&aacute;sico, generando como consecuencia la necesidad de sujetos m&aacute;s aut&oacute;nomos, creativos y flexibles, que sean capaces de comandar su vida pero conscientes a la vez de la necesidad de preservar sus recursos. &nbsp;<br />
El estereotipo masculino tradicional e imperante &ndash;donde potencia era sin&oacute;nimo de rudeza y el cuidado personal era asociado a la debilidad&ndash; es muy cuestionado. Los hombres de hoy est&aacute;n creando sus propios modelos de masculinidad donde no hay lugar para determinismos como en el pasado. <br />
Existe un margen &ndash;legitimado&ndash; donde se abre el juego a m&aacute;s &ldquo;masculinidades&rdquo; que se definen por un sello m&aacute;s personal que por una caracter&iacute;stica social impuesta. El juego de binomios hombre/mujer o metro/retrosexual va quedando de lado en la medida que se disuelve la idea de un &uacute;nico patr&oacute;n a seguir: los sujetos actuales autodefinen de manera menos prejuiciosa, m&aacute;s creativa y m&aacute;s &iacute;ntima su modo de vivir la propia masculinidad.<br />
Emerge entonces un nuevo tipo de hombres, cuya seguridad no est&aacute; en pugna con una conexi&oacute;n emocional, una flexibilidad y un compromiso afectivo. Ocurre lo contrario: este nuevo hombre es emocionalmente expresivo y no por ello teme perder su masculinidad.<br />
En este sentido, la marca Dove se propuso relevar las principales tendencias y valores asociados a la masculinidad en la regi&oacute;n (la Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay) detectando sus particularidades locales para repensar la categor&iacute;a personal &ldquo;cuidado&rdquo; en el segmento masculino. Claramente, dos conceptos son resignificados: la &ldquo;potencia&rdquo; y el &ldquo;cuidado&rdquo;.<br />
En la investigaci&oacute;n, los expertos consultados describen un modelo de masculinidad emergente que disocia el v&iacute;nculo de la potencia con lo agresivo as&iacute; como tambi&eacute;n con lo org&aacute;nico funcional. La potencia resulta entonces resignificada como un recurso funcional a una estabilidad de vida, que permite disfrutar de manera m&aacute;s satisfactoria y gratificante el d&iacute;a a d&iacute;a. <br />
Potencia tambi&eacute;n hoy se traduce en tener llegada afectiva al otro. Ser recordable, ser inspirador; hacer o decir cosas que al otro lo conmuevan en un mundo tan saturado por la informaci&oacute;n es signo de que algo potente anduvo por ah&iacute;.<br />
Esta nueva concepci&oacute;n va de la mano con pr&aacute;cticas de autocuidado, pero alejadas de lo &ldquo;afeminado&rdquo; o de las nociones egoc&eacute;ntricas o narcisistas. Hay en cambio un viraje hacia conductas responsables para con la salud y el propio cuerpo; para lograr un bienestar personal que tambi&eacute;n lo habilite a cuidar a los otros. Esto no significa que el hombre &ldquo;feminice&rdquo; su modo de cuidar y cuidarse, dado que (como lo expresa Eduardo Gosende), &ldquo;siempre que los varones se apropian de algo, por ejemplo productos de cuidado de s&iacute; mismos, le agregan una caracter&iacute;stica que deja claro que ellos no son mujeres, sino varones&rdquo;.</p>
<p><strong>Una verdadera revoluci&oacute;n</strong><br />
El hombre que es capaz de cuidarse a s&iacute; mismo incluye entre sus deberes el de la provisi&oacute;n emocional del cuidado, una verdadera revoluci&oacute;n en la concepci&oacute;n de la masculinidad. En la medida en que la provisi&oacute;n de cuidado emocional se apoya fuertemente en lo f&iacute;sico &ndash;el contacto, la emoci&oacute;n, las palabras, la percepci&oacute;n&ndash;, se va transformando en veh&iacute;culo de placer y refuerzo de los v&iacute;nculos en el marco de un cuerpo m&aacute;s expresivo y &ldquo;en contacto&rdquo;. <br />
Es por ello que nuevas maneras de ejercer la masculinidad han llevado a instalar en la discusi&oacute;n acad&eacute;mica la idea de &ldquo;masculinidades&rdquo;. <br />
Lo que implica que no existe un claro y &uacute;nico patr&oacute;n a seguir, sino que los sujetos actuales, m&aacute;s desamparados pero tambi&eacute;n m&aacute;s libres, autodefinen de manera menos prejuiciosa, m&aacute;s creativa y m&aacute;s &iacute;ntima su modo de poner en actos la masculinidad. El doctor Carlos G&uuml;ida precis&oacute; para ese informe de Dove que &ldquo;m&aacute;s que de modelos de masculinidad quiz&aacute;s hablemos de hombres encarnando valores tradicionalmente masculinos y en tensi&oacute;n con los nuevos roles esperados para ser un verdadero hombre&rdquo;. El profesor de psicolog&iacute;a de la Universidad Nacional de Asunci&oacute;n, Ariel Gonz&aacute;lez Galeano, emite una afirmaci&oacute;n sumamente desafiante: &ldquo;A&uacute;n faltan &lsquo;nuevos hombres&rsquo; para las &lsquo;nuevas mujeres&rsquo; que ya existen desde hace d&eacute;cadas&rdquo;.</p>
<p><strong>&iquest;Nuevo hombre? Nuevo mercado</strong><br />
El mercado se encarg&oacute; entonces de interpelar esta convivencia de masculinidades y se lanz&oacute; a desarrollar productos y servicios alineados con sus nuevos intereses y expectativas. No se trata de definir el perfil masculino en oposici&oacute;n al femenino, sino por su capacidad de dejar una huella firme en lo que hace y quiere y por el conocimiento de s&iacute; mismo y de lo que puede aportar a su entorno.&nbsp;&nbsp;<br />
De esta nueva masculinidad emerge fuertemente la figura de un hombre flexible, seguro y afectivamente comprometido, emocionalmente expresivo y que no por ello teme perder su &ldquo;ser hombre&rdquo;, su relaci&oacute;n con la fuerza, el vigor y la pasi&oacute;n. Por ejemplo, los deportes son completamente compatibles con esta nueva reconfiguraci&oacute;n de la masculinidad.<br />
Este nuevo imaginario cristaliza en ciertas representaciones discursivas vectores de tendencias, que pueden orientar al mercado hacia nuevos desarrollos, y no s&oacute;lo cosm&eacute;ticos. Un padre m&aacute;s comprometido con el d&iacute;a a d&iacute;a de pareja y sus hijos o emocionalmente m&aacute;s expresivo y relajado tambi&eacute;n resignifica sus decisiones de compra y consumo, incluyendo la compra de productos que antes se reservaban s&oacute;lo a la mujer.<br />
La esfera de consumo del hombre tambi&eacute;n se ampl&iacute;a hacia nuevos terrenos inexplorados, como por ejemplo el <em>lifestyle</em> y las compras hogare&ntilde;as.<br />
En este sentido, la consolidaci&oacute;n de nuevas publicaciones para hombres, como por ejemplo <em>Brando</em>, va detr&aacute;s de las nuevas necesidades de estos hombres, ampliando los cl&aacute;sicos t&oacute;picos en la b&uacute;squeda de ampliar sus intereses. <br />
&ldquo;Si existe o no una nueva masculinidad es una pregunta dif&iacute;cil de responder, pero en todo caso los hombres han comenzado a invertir dinero y tiempo en su cuidado personal y estilo de vida. Desde ya, la belleza femenina, la tecnolog&iacute;a o los deportes estar&aacute;n presentes, pero tambi&eacute;n la cultura de la salud, el arte y la vida nocturna, la cocina y la indumentaria&rdquo;, indic&oacute; en el marco del lanzamiento de la revista el entonces director editorial de la publicaci&oacute;n, V&iacute;ctor Hugo Ghitta.<br />
En su libro <em>Mi historia de las mujeres</em>, Michelle Perrot termina su recorrido de la evoluci&oacute;n femenina diciendo: &ldquo;Imposible clausurar el relato. Se puede decir &lsquo;hab&iacute;a una vez&rsquo;, invocar oscuros comienzos, contar el principio. Pero no el &lsquo;final&rsquo;. Historia para seguir. Historia para hacer, tambi&eacute;n&rdquo; (Perrot 2008: 212). <br />
Antiguos modelos, nuevos modelos, modelos de mujer para copiar, rechazar o reformular, todav&iacute;a queda mucho camino por recorrer en la historia de la relaci&oacute;n entre los g&eacute;neros.<br />
En s&iacute;ntesis, existe hoy una ruptura en los estereotipos de g&eacute;nero que posibilita distintas maneras de ser masculino o femenino. Las expectativas para cada g&eacute;nero ya no son un&iacute;vocas y determinan nuevas formas posibles de organizar la vida. Las fronteras entre los consumos propios de hombres o mujeres son cada vez m&aacute;s flexibles, abriendo grandes posibilidades para el mercado que habr&aacute; que comprender para estar a tono con las nuevas necesidades en el tiempo oportuno.</p>
<p>Gilmore, David (1993). <em>The Manhood Puzzle</em>. En <em>Gender in Cross</em> &ndash; <em>Cultural Perspective. </em>Caroline Bretell y Carolyn Sargent,eds. New Jersey: Prentice Hall.<br />
Gutman, Matthew (2000).<em> Ser hombre de verdad en la Ciudad de M&eacute;xico.</em> M&eacute;xico: Colegio de M&eacute;xico.<br />
Lugo, Alejandro (2000). <em>Desestabilizing the masculine. Refocusing Gender: Men and the Aure of Authority in Michelle Z. Rosaldo&rsquo;s Work.</em> En Gender Matters, Rereading Michelle Z. Rosaldo, Alejandro Lugo y Bill Maurer, eds. Michigan: Michigan University Press.<br />
Ortner, Sherry y Harriet Whitehead (1981). <em>Accounting for Sexual Meanings.</em> En Sexual Meanings. The Cultural Construction of Gender and Sexualiy. Cambridge University Press.<br />
Perrot, Michelle (2008). <em>Mi historia de las mujeres.</em> Buenos Aires: Fondo de Cultura Econ&oacute;mica.</p>

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