miércoles, 25 de diciembre de 2024

Valores y clima de esta época que nos toca vivir

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Hubo un tiempo donde el peso de las instituciones, la dureza del tejido social y un profundo sentido de previsibilidad regían los destinos de las personas. El camino hacia el futuro se delineaba con certezas y claros marcos de referencia, que permitían la construcción de identidades sólidas y unívocas.

<p><br />
Por Mariela Mociulsky (*)</p>
<p><img alt="" src="../../../../mercado/ro/imagenes/foto_nota_1108_18_1.jpg" /></p>
<p>Esta vida lineal, sin embargo, acarreaba costos: los modelos verticalistas de subordinaci&oacute;n y la rigidez de mandatos achicaban los m&aacute;rgenes de cuestionar el estado de las cosas. Disciplina, perseverancia y un sentido de auto postergaci&oacute;n en pos de un bien mayor eran actitudes meritorias y funcionales al sistema social de entonces. <br />
Hoy, en un escenario atravesado por lo ef&iacute;mero y lo relativo, los grandes relatos caen y se relajan los tejidos sociales; emerge entonces un nuevo sujeto mucho m&aacute;s aut&oacute;nomo pero tambi&eacute;n mucho m&aacute;s solitario, con posibilidad de adquirir m&uacute;ltiples identidades, fragmentadas e incluso contradictorias. <br />
&iquest;Qu&eacute; ocurre cuando ese gran marco de referencia social se retira? &iquest;Qu&eacute; cambios tienen lugar cuando el mercado y la acci&oacute;n ef&iacute;mera del consumo se consolidan como esferas de identidad y pertenencia? &iquest;Qu&eacute; clase de sujetos emergen? &iquest;Se extiende la l&oacute;gica de la transacci&oacute;n, compra-venta-desecho al resto de los v&iacute;nculos sociales? <br />
&iquest;Cu&aacute;les son los nuevos valores y preceptos que rigen el &eacute;xito en este nuevo escenario social?</p>
<p><strong>Pulso posmoderno</strong><br />
En la actualidad, las coordenadas son menos &ldquo;prolijas&rdquo; y un&iacute;vocas: el arte, la pol&iacute;tica, la moral, la identidad sexual, el amor, los estilos de trabajo, los productos, los consumos est&aacute;n atravesados por un denominador com&uacute;n: la <em>ambig&uuml;edad</em>. El futuro es m&aacute;s incierto. Lo relativo cobra peso en escena, desdibujando los l&iacute;mites, volviendo relativo incluso lo que parec&iacute;a menos cuestionable. Hoy, la diversidad y la multiplicidad de opciones ofrecen un amplio abanico de posibilidades que se despliegan ante un sujeto m&aacute;s aut&oacute;nomo y con gran libertad de elecci&oacute;n. La autonom&iacute;a y la creatividad se perfilan como las nuevas capacidades para salir airoso de esta &ldquo;mara&ntilde;a&rdquo; de est&iacute;mulos. <br />
En el mundo incierto que habitamos, todo muta r&aacute;pidamente y nada parece imposible. Si la sociedad de productores estaba signada por la obtenci&oacute;n de sensaci&oacute;n de progreso y seguridad es porque estaba atravesada por instituciones s&oacute;lidas, grandes y perdurables que tra&iacute;an consigo una promesa de disfrute a largo plazo y sostenidas en el tiempo. Las promesas a futuro son hoy demasiado inciertas como para apostar a ellas. Es m&aacute;s seguro apostar al minuto, y la seguridad se sostiene cada vez m&aacute;s en bienes <em>intangibles</em>, menos amenazados por la posibilidad del deterioro o la p&eacute;rdida como la b&uacute;squeda de la espiritualidad, el aumento de la autoestima o la capitalizaci&oacute;n de nuevos saberes vinculados menos a lo acad&eacute;mico que a la extensi&oacute;n del disfrute y el buen vivir.</p>
<p><strong>Fuerzas transformadoras&nbsp;</strong><br />
Para poder comprender el tel&oacute;n de fondo sobre el que se inscriben estos nuevos fen&oacute;menos, es importante entender sus coordenadas, los ejes que las encuadran y transforman las formas y posibilidades tanto en los negocios, la tecnolog&iacute;a, como en la manera de poner en juego los roles en la sociedad. &nbsp;<br />
Desde hace algunos a&ntilde;os, la articulaci&oacute;n de los resultados de las distintas investigaciones de mercado en diversos <em>targets</em> (de edades, perfiles actitudinales y nivel socioecon&oacute;mico), investigaciones bibliogr&aacute;ficas, entrevistas a expertos, y la observaci&oacute;n y relevamiento de producciones culturales y ofertas del mercado han permitido detectar distintos ejes &uacute;tiles para trazar las coordenadas que ayudan a comprender el contexto en el que se inscriben los fen&oacute;menos y cambios observables. Trabajamos actualmente en la consultora Trendsity, con cinco ejes o megatendencias.<br />
Son fuerzas culturales axiales, durables, que transforman la econom&iacute;a, los negocios, la tecnolog&iacute;a, en definitiva la manera de poner en juego los roles sociales. Las hemos bautizado <em>fronteras porosas, ra&iacute;ces m&oacute;viles, ego balance, neo conectividad</em> y <em>concientizaci&oacute;n de la responsabilidad</em>. A su vez, de cada megatendencia se desprenden tendencias m&aacute;s m&oacute;viles, que se van gestando constantemente. Las megatendencias o macro fuerzas, en cambio, son determinantes estructurales que sostienen los hilos del reticulado de valores actual.<br />
<br />
<strong>Fronteras porosas </strong><br />
Los l&iacute;mites se desplazan, relativizan y pierden nitidez, flexibilizando y permeando sus fronteras. G&eacute;neros, culturas, productos, espacios se conectan de m&uacute;ltiples formas generando, en su fusi&oacute;n m&aacute;s y m&aacute;s posibilidades. Los bordes se desdibujan, la hibridez impacta en los v&iacute;nculos. Incluso se difuminan los l&iacute;mites entre generaciones (la edad es cada vez menos una variable eficaz para describir a las personas, porque se trata cada vez m&aacute;s de una cuesti&oacute;n de actitud), as&iacute; como entre p&uacute;blico y privado, alentando una suerte de &ldquo;sociedad confesional&rdquo; donde lo privado queda cada vez menos velado y m&aacute;s expuesto. Asimismo, en el consumo se verifica esta hibridez en las propuestas de producto que toman atributos y promesas de diversas categor&iacute;as que en otras &eacute;pocas hubiera sido descabellado considerar en conjunto (algunos ejemplos de esto pueden ser los alimentos funcionales o la nutric&eacute;utica). <br />
As&iacute;, es cada vez m&aacute;s complejo determinar oportunidades y amenazas desde el punto de vista de las marcas y tambi&eacute;n m&aacute;s desafiante el sorprender a los consumidores, que m&aacute;s informados y sofisticados que nunca, esperan lo mejor de todo lo que conocen (la personalizaci&oacute;n y rapidez de la tecnolog&iacute;a, la calidez del contacto real, la efectividad de lo farmac&eacute;utico, etc.).</p>
<p><strong>Ra&iacute;ces m&oacute;viles</strong><br />
La movilidad es clave; existe una necesidad de circular &ldquo;liviano de equipaje&rdquo;, sin muchas ataduras. La capacidad de fluidez y la flexibilidad valen cada vez m&aacute;s. La construcci&oacute;n de la identidad es cada vez m&aacute;s personal y permite anclar en lo verdaderamente distintivo de cada uno, lo que otorga un anclaje un poco m&aacute;s seguro ante tanta hibridez. <br />
Sin embargo, esa identidad es pl&aacute;stica, se define en movimiento y de manera m&aacute;s provisoria permitiendo ser m&aacute;s din&aacute;micos y estar siempre preparados para seguir evolucionando. Se participa, por ejemplo, de m&uacute;ltiples comunidades: ambulantes, virtuales, por un d&iacute;a (u horas) donde ni permanencia ni presencia f&iacute;sica son mandatorias.</p>
<p><img alt="" src="../../../../mercado/ro/imagenes/foto_nota_1108_18_2.jpg" /></p>
<p><strong>Egobalance </strong><br />
El yo y el cuerpo se transforman en la sede de las certezas sobre las que s&iacute; se puede tener control. Se asume la responsabilidad sobre el bienestar y la b&uacute;squeda de felicidad. Y se asume que ese bienestar est&aacute; en el encuentro del equilibrio. Un equilibrio que puede estar compuesto de variables aparentemente contradictorias y que se arman seg&uacute;n perfiles de consumo. <br />
De esta forma, vemos que pueden convivir el permiso para la tentaci&oacute;n m&aacute;s &ldquo;pecaminosa&rdquo; a veces como forma de reconocer lo humano, lo imperfecto de cada uno, junto a la b&uacute;squeda de la desintoxicaci&oacute;n de est&iacute;mulos, la vuelta a lo b&aacute;sico y el ejercicio de rutinas compensatorias m&aacute;s tradicionales (como <em>fitness</em>, vegetarianismo, etc.).</p>
<p><strong>Neoconectividad </strong><br />
La importancia de la conectividad redefine el significado de la pertenencia sociocultural y los modos de relacionamiento. Se resignifican los conceptos de tiempo y espacio. Gracias a la tecnolog&iacute;a podemos estar lejos de quienes estamos cerca (distra&iacute;dos o aislados por culpa de un exceso de tecnolog&iacute;a) y cerca de quienes estamos lejos (la posibilidad de estar cerca de amigos y familiares de los que estamos f&iacute;sicamente lejos, pero que gracias a la tecnolog&iacute;a podemos sentir al lado nuestro). <br />
Estar ubicable para poder ser contactado y tener acceso a la red social resulta vital para tener &ldquo;existencia&rdquo; social.</p>
<p><strong>Responsabilidad</strong><br />
Ante una naturaleza vapuleada y potencialmente revanchista y amenazante, el ser humano es interpelado como protagonista y art&iacute;fice del destino planetario. Alinearse con causas ecologistas o pr&aacute;cticas a favor de la sustentabilidad, no dilapidar los recursos y ser respetuosos con el contexto (natural) parece cada vez m&aacute;s un deber del &ldquo;buen consumidor&rdquo;.&nbsp;&nbsp;</p>
<p><strong>Nuevos mandatos sociales</strong><br />
Los modos de consumir siempre son solidarios con los contextos de producci&oacute;n en que se inscriben. En un contexto cada vez m&aacute;s incierto, donde posponer el disfrute carece de m&eacute;rito (dado que no es posible programar un placer futuro asegurado) hay cierta urgencia por consumir que corre paralela a una desvalorizaci&oacute;n del ahorro, porque la incertidumbre puede licuar de la noche a la ma&ntilde;ana todo el sacrificio en juego. La libreta de ahorro, s&iacute;mbolo de una siempre futura fortuna, queda relegada hoy frente al disfrute del presente. No es de extra&ntilde;ar que lo consumido ya haya sido relegado al basurero antes de haberlo terminado de pagar. <br />
El consumo hoy en d&iacute;a funciona m&aacute;s que nunca como constructor de identidad. Actualmente lo que se consume excede en mucho al &ldquo;producto f&iacute;sico&rdquo;: se consumen experiencias, valores, e imaginariamente se incorporan las actitudes asociadas con ellos. <br />
Pero &iquest;por qu&eacute; este fen&oacute;meno se produce ahora? Por el enlace perfecto de dos fen&oacute;menos en apariencia distintos, pero que en su empalme logran un pacto muy consistente: por un lado, se vino produciendo un &ldquo;desgaste&rdquo; de los discursos asociados a los beneficios concretos y cada vez menos diferenciales de los productos. Lo que pod&iacute;a funcionar bien en un contexto de mercado m&aacute;s sencillo de los atributos intr&iacute;nsecos de los objetos (la heladera m&aacute;s durable, el auto m&aacute;s grande), se vuelve insuficiente cuando las categor&iacute;as se tornan cada vez m&aacute;s h&iacute;bridas, la informaci&oacute;n a la que accede el consumidor crece exponencialmente, y no cesa de reconfigurarse lo que se considera &ldquo;la competencia&rdquo;.<br />
Las marcas comienzan a vender mucho m&aacute;s que productos: se diferencian con las experiencias de marca que proponen, ancladas en valores y constructoras de un determinado estilo de vida y de personalidad. Esto hace de las marcas <em>verdaderas instituciones</em>, en tanto se deslindan en parte de los objetos/productos a los que prestan su nombre para funcionar como <em>significantes sociales</em> transmisores de valores y dadores de sentido.<br />
Por otro lado, tiene lugar una crisis muy profunda en las instituciones sociales tales como la familia, la escuela, el Estado Naci&oacute;n, quienes hist&oacute;ricamente se encargan de proveer valores, inculcar conductas adecuadas y marcos para construir identidad. Son matrices de sentido que ayudan a tener una &ldquo;visi&oacute;n com&uacute;n&rdquo; y ofrecen &ldquo;pistas&rdquo; para construir una imagen social aceptable y adecuada. La diferencia actual es que estas instituciones se encuentran demasiado fragmentadas, desdibujadas y devaluadas como para permitir una construcci&oacute;n eficiente.&nbsp;</p>
<p><strong>El amparo de los valores</strong><br />
Las personas sortean la sensaci&oacute;n de &ldquo;orfandad&rdquo; de las instituciones afili&aacute;ndose a las marcas que los esperan con los brazos abiertos para confirmarlos, hacerles un lugar valioso en el mundo, darles sentido de pertenencia y ofrecerles amparo simb&oacute;lico. Ante la ca&iacute;da de las grandes narrativas/discursos sociales, el mercado asume la funci&oacute;n vacante de proveer valores, asignar lugares e incluso disponer mandatos a los que acomodarse (o frente a los que rebelarse). <br />
En otras palabras, ante los consumidores &aacute;vidos de encontrar nuevos sentidos, son los discursos marcarios los que pueden capturar cada vez m&aacute;s <em>&ldquo;share of voice&rdquo;</em> en la transmisi&oacute;n y distribuci&oacute;n de sentido. Tambi&eacute;n ocurre que cuando las personas se afilian al mundo simb&oacute;lico de las marcas, la sociedad de consumidores refunda y reproduce las relaciones interhumanas a imagen y semejanza de las relaciones que se tienden entre los consumidores y sus objetos de consumo. As&iacute;, el sujeto se convierte en un producto en s&iacute; mismo, casi tan &ldquo;<em>tuneable</em>&rdquo;, intercambiable y descartable como los productos que puede comprar y consumir.</p>
<p><strong>Use y tire</strong><br />
Es f&aacute;cil observar c&oacute;mo la escasa vida &uacute;til de los productos, la desvalorizaci&oacute;n de la durabilidad, el corto camino entre el objeto deseado y el residuo se transfieren a la l&oacute;gica de las personas, devaluando lo que pudo haberse visto como un capital: los a&ntilde;os, la permanencia mucho tiempo en el mismo lugar hoy se cargan de sentido negativo. As&iacute; como los objetos pierden r&aacute;pidamente su lustre, las personas reproducen la pr&aacute;ctica del consumo para evitar pasar desapercibido en este mercado de identidades.<br />
En el mismo sentido parece emerger un apuro por eliminar los excedentes, una l&oacute;gica que afecta la concepci&oacute;n de belleza y es determinante de pr&aacute;cticas de remoci&oacute;n: eliminar grasitud, arrugas, olores, vellos, impurezas, hacer catarsis f&iacute;sica y emocional para que el deterioro interior no se refleje en el aspecto exterior, son algunas de las manifestaciones de consumo alineadas con esta concepci&oacute;n.</p>
<p><strong>Los nuevos preceptos </strong><br />
El discurso de las marcas propone los valores y los consumidores disponen de los productos como visas para comulgar con ellos. El mercado no lo deja en suspenso, sino que lo aloja, lo contiene, funciona como un verdadero proveedor de sentidos a los que se accede con cada acto de consumo.&nbsp; <br />
Veremos a continuaci&oacute;n a trav&eacute;s de casos concretos c&oacute;mo se compone el gran &ldquo;hex&aacute;gono&rdquo; de valores solidarios entre s&iacute;:<em> la indulgencia, la vitalidad, la naturalidad, la autovaloraci&oacute;n, el cuidado, la autodeterminaci&oacute;n;</em> &iquest;en qu&eacute; se traduce cada uno? &iquest;Qu&eacute; actitudes con valor se desprenden? <br />
La indulgencia, la vitalidad, la naturalidad, la autovaloraci&oacute;n, el cuidado, la autodeterminaci&oacute;n configuran el <em>set</em> de valores clave que predestinan qu&eacute; actitudes estar&aacute;n m&aacute;s estimuladas, y (dado que ser&aacute;n m&aacute;s aplaudidas y admiradas) ser&aacute;n ejercitadas y ejercidas con mayor vigor.&nbsp;</p>
<p><strong>Indulgencia </strong><br />
Se define por exprimir intensamente el placer de cada instante. No debe confundirse con ostentaci&oacute;n ni con una diversi&oacute;n excedida, saturada, al l&iacute;mite: se trata de un disfrute permitido pero dosificado, entendido y entrenado, un &ldquo;saber&rdquo; disfrutar la vida. <br />
Ante las contingencias que puede deparar el futuro, no hay nada mejor que invertir en un disfrute actual seguro. Mejor ser&aacute; paladear placeres m&aacute;s &iacute;ntimos, cotidianos, que permeen en las rutinas y funcionen como peque&ntilde;os desquites que no lleven al desborde pero ayuden a sentir m&aacute;s &ldquo;plena&rdquo; la vida. <br />
Actitudes hedonistas, sensibles hacia el placer, gustosas de conectar con experiencias de disfrute capitalizan a su portador como una persona que sabe aprovechar la vida, y posiblemente sabe transferir y contagiar este &ldquo;don&rdquo; a los dem&aacute;s. Por eso, hoy por hoy este capital genera un aura de gran atractivo, las personas autoindulgentes no por &ldquo;auto&rdquo; disfrutan solas.<br />
La urgencia por disfrutar abrevia la vida &uacute;til de los objetos: quedan condenados a un descarte prematuro porque el deseo a modo de picaflor aletea siempre sobre objetos nuevos, mientras el mercado no se cansa de ofrecer lo que nunca parece demasiado temprano para consumir. Algunos ejemplos: cursos para conocer sobre maridajes y catas de vino para aficionados, sin intenci&oacute;n acad&eacute;mica, por puro deleite de conocer los matices y las reglas que ayudan a intensificar el placer.&nbsp;</p>
<p><strong>Vitalidad </strong><br />
Se vincula con mantener en alto y en positivo los niveles de energ&iacute;a f&iacute;sica y an&iacute;mica, y funciona como un recurso b&aacute;sico del valor anterior. La vitalidad no viene sola, el mercado es un surtidor constante de peque&ntilde;as dosis de inmunidad y energ&iacute;a f&iacute;sica y espiritual que ayudan a mantenerse &aacute;gil, con fortaleza, &ldquo;encendidos&rdquo;, con chispa.&nbsp;<br />
La vivacidad es fundamental para no opacarse y mantenerse vigente. En t&eacute;rminos mentales, no se traduce tanto en tener una mente brillante como en ser curioso, creativo, vivaz.&nbsp;</p>
<p><strong>Naturalidad&nbsp; </strong><br />
Se define por revalorizar lo no artificial, probablemente como s&iacute;ntesis superadora de la &eacute;poca de los noventas donde la cubierta de &ldquo;maquillaje&rdquo; hac&iacute;a m&aacute;s deseable las cosas. Es solidario de ciertas actitudes: ser aut&eacute;ntico, honesto, original/&uacute;nico, para lo que conviene no reprimirse, no estructurarse ni impostarse. Ser obsesivo, acartonado o incluso detallista atentan contra la naturalidad. Ser despojado en cambio, ayuda a moverse con liviandad y m&aacute;s org&aacute;nicamente.<br />
Responder al mandamiento de ser espont&aacute;neo y aut&eacute;ntico quiz&aacute;s sea incluso m&aacute;s dif&iacute;cil de construir que alinearse a un ideal est&eacute;tico m&aacute;s comprable, seriable y masivo. Ser espont&aacute;neo a pedido del otro (social) resulta paradojal. Sin embargo, tambi&eacute;n concita un costado liberador: no ser perfeccionista, poder re&iacute;rse de lo humano m&aacute;s fallido, no ocultar las vacilaciones o los momentos donde las escenas nos superan… ser menos hombres-m&aacute;quina, y ser m&aacute;s humanos. Inspirarse en la naturaleza y ser m&aacute;s a imagen y semejanza de ella: frescos, expansivos, fluyentes, simples.<br />
Es importante ubicar que no se trata de lo natural en tanto que silvestre, r&uacute;stico o rudimentario, sino de una naturaleza domada que se define m&aacute;s por no ser artificial que por ser agrestes. Un ejemplo: <em>look</em> palermitano donde se pone dedicaci&oacute;n en &ldquo;producirse al natural&rdquo;.</p>
<p><strong>Autovaloraci&oacute;n </strong><br />
Se parte de la necesidad de contar con par&aacute;metros de &eacute;xito definidos de manera m&aacute;s personal y provisoria. Se depende cada vez menos del reconocimiento del otro, la vida no se concibe como una carrera por una gran medalla sino que las condecoraciones se apoyan cada vez m&aacute;s en gratificaciones individuales, no tan ofrecidas al servicio del aplauso del otro.&nbsp; <br />
La individualidad cobra peso y sentido, y tiene un efecto multiplicador positivo porque se entiende que mejores individualidades construyen un mundo mejor. Es decir que, a diferencia del individualismo, la individualidad se &ldquo;autoabastece&rdquo;: no implica que se logre a costa de otros, m&aacute;s a&uacute;n, conf&iacute;a en que si cada quien logra dar la mejor versi&oacute;n de s&iacute;, a todos les ir&aacute; mejor.<br />
Lo &ldquo;auto&rdquo; de la autovaloraci&oacute;n parte de cierto descreimiento del lugar del otro: &iquest;desde qu&eacute; lugar el otro puede valorarme o no? Habiendo perdido fuerza las estructuras jer&aacute;rquicas de conducci&oacute;n, pasa a ser uno mismo quien eval&uacute;a la medida de su &eacute;xito en funci&oacute;n de metas personales m&uacute;ltiples y no necesariamente convergentes. Por supuesto esto conlleva mayores dosis de autocr&iacute;tica, el ojo del otro es cada vez m&aacute;s reemplazado por el susurro de la voz interior.&nbsp;</p>
<p><strong>El cuidado </strong><br />
Preservarse lo m&aacute;s posible de las amenazas del afuera; refugiarse en lo &iacute;ntimo, en el origen (lo no contaminado, lo conocido) como estrategia de supervivencia y amparo ante el aturdimiento, la vulnerabilidad y la fragmentaci&oacute;n social.&nbsp; <br />
Saber cuidar los recursos propios (personales, comunitarios, planetarios) y ser cuidadoso con los dem&aacute;s. El autocuidado como deber de buen &ldquo;ciudadano&rdquo; y el descuido como delator de la medida de aprecio merecido y personal, porque &ldquo;cuidarse es quererse&rdquo;.&nbsp;</p>
<p><strong>La autodeterminaci&oacute;n </strong><br />
Puede traducirse en no quedarse esperando a que las cosas sucedan, sino &ldquo;hacer&rdquo; que sucedan. Ser responsable pero no en su versi&oacute;n m&aacute;s moral, del lado del deber ser, sino en su cara &eacute;tica: ser consecuentes con los deseos que pulsan desde adentro, no acallarlos, hacerles lugar, acercarse tanto como sea posible a su concreci&oacute;n. Poner en juego el potencial, desplegarlo, hacerlo florecer.<br />
Requiere una buena base de <em>empowerment</em>, autoconfianza, asertividad, autocontrol, capacidad de cintura e improvisaci&oacute;n. Recuperar el <em>self management</em>, tomar las riendas de la propia vida, dejar de quejarse por la suerte o el destino y ser m&aacute;s art&iacute;fices del porvenir.<br />
Hemos visto una breve descripci&oacute;n de este contexto complejo y algunos nuevos valores emergentes en un consumidor que cada vez m&aacute;s resulta ser un blanco m&oacute;vil para las marcas. <br />
Respecto de la creciente importancia del consumo en la actualidad y la b&uacute;squeda de emociones y valores, apunta Gilles Lipovestky en <em>La felicidad parad&oacute;jica</em>, que estamos ante una sociedad de hiperconsumo, donde el <em>Homo consomator</em> busca un sentido a su vida a trav&eacute;s del consumo como pr&aacute;ctica privilegiada y que lejos de observarlo como actos de pura pasividad, podemos observar c&oacute;mo el cambio permanente puede ayudarnos a sentir y a &ldquo;descosificarnos&rdquo;, impedir la repetici&oacute;n de lo ya sentido y ya conocido. <br />
&iquest;C&oacute;mo podremos alinear los valores del consumidor con lo diferencial de cada identidad marcaria? &iquest;Qu&eacute; promesas ser&aacute;n m&aacute;s relevantes? &iquest;Qu&eacute; valores activaremos en los puntos de contacto con la marca, qu&eacute; sue&ntilde;os promoveremos, qu&eacute; garant&iacute;as los har&aacute;n m&aacute;s cre&iacute;bles y cercanos? &iquest;C&oacute;mo construiremos legitimidad, afectividad, historia en com&uacute;n? Algunos interrogantes que nos hablan de la oportunidad de estar cada vez m&aacute;s cerca del consumidor y de construir v&iacute;nculos duraderos desde la comprensi&oacute;n profunda de su adhesi&oacute;n a diversos valores e imaginarios sociales en donde las marcas pueden jugar un papel privilegiado en la vida cotidiana. &nbsp;</p>
<p>(*) Mariela Mociulsky es licenciada. en Psicolog&iacute;a (UBA), con estudios de posgrado en IAE (PDD-Programa de Desarrollo Directivo), en Psicolog&iacute;a Social y en Investigaci&oacute;n de Mercado y Opini&oacute;n P&uacute;blica (UBA). Especialista en investigaci&oacute;n de mercado y an&aacute;lisis de tendencias sociales y sus manifestaciones en el consumo. Cuenta con m&aacute;s 18 a&ntilde;os de experiencia aplicada. Es directora socia de Trendsity.</p>
<p><strong>Bibliograf&iacute;a:</strong><br />
Gilles Lipovestky. <em>La felicidad parad&oacute;jica. Ensayo sobre la sociedad del hiperconsumo. </em>Anagrama. Colecci&oacute;n Argumentos. Barcelona. 2006.<br />
Zygmunt Bauman. <em>Vida de consumo.</em> Fondo de Cultura Econ&oacute;mica. Buenos Aires. 2007. <br />
Zygmunt Bauman.<em> Amor l&iacute;quido. Acerca de la fragilidad de los v&iacute;nculos humanos.</em> Fondo de Cultura Econ&oacute;mica. Buenos Aires. 2005. <br />
Zygmunt Bauman.<em> Miedo l&iacute;quido. La sociedad contempor&aacute;nea y sus temores. </em>Paid&oacute;s Buenos Aires.</p>

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