<p>En el caso norteamericano, el detonante fue la economía, cuya recuperación ha sido “demasiado lenta para salvar votos. Ni siquiera pesaron los 150.000 puestos laborales recreados en octubre. En síntesis, la aprobación pública de Barack Obama no logró pasar de 45%”.<br />
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En India, el panorama era distinto, pero no mucho mejor. A primera vista, la economía trata bien a Manmohán (“singh” es marca étnica de los sij) y el producto bruto interno crece a razón de casi 9% anual. “La crónica escasez de trabajo –apunta la publicación en línea- no inunda los medios de Delhi o Bombay como el desempleo lo hace en Washington y otras ciudades”. <br />
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En todo caso, la visita de Obama fue un gesto nada inocente dirigido a China. “Hay otra gran potencia emergente – le dice- que merece especial atención.”<br />
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Los problemas del primer ministro saliente son muy distintos, pero igual afectan la imagen del gobierno. Van desde incompetencia o corrupción –por ejemplo, en el manejo de los juegos de la Comunidad Británica- a una serie de escándalos personales estilo Silvio Berlusconi. Como sucede con el tambaleante gabinete italiano, esos hechos pueden desestabilizar el gobierno de la Alianza Progresista Unida (APU). <br />
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Entretanto, “las extremas izquierda y derecha hicieron todo lo posible para empañar la visita de Obama. <br />
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Obama, tras el éxito en la India, viene la cuesta arriba
En realidad, la incursión presidencial ha dejado minado el terreno. Como señala Knowledge@Wharton, se encontraron dos patos rengos. Las elecciones de medio mandato fueron la peor derrota demócrata en 70 años. Tampoco a Manmohán Singh le fue bien.