<p> Tras un período de “piloto automático” no muy distinto al de la convertibilidad aunque basado en otros pilares, el Gobierno que asuma en diciembre –sea el actual oficialismo kirchnerista o cualquier vertiente de la oposición– se encontrará cuando asuma sin el colchón que permitió posponer una serie de decisiones y tomar otras perfectamente evitables así como con una serie de desafíos que lo obligarán a “hacer política” y tomar una serie de decisiones.</p><p>Eso, por lo menos, es lo que piensa Eduardo Levy Yeyati, doctor en economía de la Universidad de Pennsylvania, profesor en la Universidad Torcuato Di Tella, y director asociado del Área de Desarrollo Económico de Cippec.<br /> “El Gobierno, en los últimos años, ha hecho algo que no es muy distinto al piloto automático que tuvimos durante la convertibilidad. Se ha sentado sobre un modelo relativamente sencillo con unas pocas medidas que se adoptaron en 2002 en medio de la crisis: dólar alto, retenciones, la pesificación y, parecido, la licuación de la deuda con la manipulación de los índices e intervención fuerte en el mercado de capitales. Con eso, tenía unos años garantizados de superávits gemelos que le daban un colchón que mitigaba las crisis y las corridas. Pero este modelo no es sostenible y los márgenes se han ido achicando”, advierte el ex asesor jefe del Banco Central.<br /> “Depende de cómo se mida, hace un año o dos ya no hay superávit fiscal. Y como no va a haber superávit de cuenta corriente, las expectativas de apreciación están mucho más pendientes de los capitales de afuera. Antes estaban los dólares de la cuenta corriente de las exportaciones y ahora van a hacer falta también los de la cuenta de capitales. Esto significa que cualquier Gobierno que tome las riendas va a tener que empezar a hacer política”, dispara el profesor/economista/bloguero (http://yeyati.blogspot.com/).<br /> De inmediato, menciona los problemas que ya no van a poder “barrerse bajo la alfombra”. “Uno –dice– es la inflación; otro, el incremento de productividad relativamente bajo en sectores a los que el dólar alto debería haber favorecido: lamentablemente, la Argentina, en el plano industrial y también agroindustrial no está en un lugar muy distinto al de la poscrisis”, algo que atribuye a que ciertos desarrollistas “confunden la virtud de la protección cambiaria con política industrial” sin tener en cuenta que, en realidad, es una herramienta “que da margen para promover ciertos sectores, <em>clusters</em> y cadenas productivas” ya que, si no, “la protección (cambiaria) se va erosionando por inflación o porque no entran capitales”.</p> <p><strong>Según el cristal</strong><br /> Levy Yeyati cree que el próximo Gobierno va a tener que reducir la inflación en un contexto con menos margen, sea quien fuere el Presidente. Pero, también, que hay varios desafíos que dependen de quién sea oficialismo: “Si llega un Gobierno conservador o incluso uno progresista pero del tipo de los de nuestros vecinos, puede tener tranquilamente un déficit de cuenta corriente de cuatro puntos que se financia fundamentalmente con inversión extranjera directa. Eso da tiempo, permite dejar que se aprecie un poco el tipo de cambio y usar el ancla cambiaria en forma más moderada para ir convergiendo a tasas (de inflación) de un dígito y llegar en dos o tres años a 9% (anual). Pero si el Gobierno es el de Cristina y hay un déficit de cuenta corriente de tres o cuatro puntos pero sin acceso a los mercados ni inversión extranjera directa, el problema es más grave. Y hoy no está claro cómo un Gobierno kirchnerista podría acceder a los mercados”.</p> <p><strong>–¿Va a ser difícil volver al mercado de capitales?</strong><br /> –Volver se puede, lo que no siempre es posible: ahora hay una tasa a cinco años de 8 ó 9% y se puede emitir. El Gobierno tiene acceso, pero caro. Y, con buen tino, trató hasta ahora de no convalidar tasas con las que, financieramente, no puede emitir mucho. Pero con dos o tres cosas más o menos obvias, el <em>spread</em> soberano en dólares debería caer a la mitad.</p> <p><strong>–A un nivel parecido al de los vecinos…</strong><br /> –No, porque ellos vienen trabajando hace muchos años. Pero si ahora piden 9%, se puede emitir a 5 ó 6%, que es más razonable. Si el Gobierno estuviera dispuesto a pagar el costo político de esas medidas, podría hacerlo. La pregunta es si lo va a hacer cuando los márgenes lo reclamen. Eso es psicología y es muy difícil predecirlo.<br /> La inflación está asociada a la estrategia de acercamiento a los mercados de capitales. Y es fácil arreglar el entuerto: si se deja de manipular o se hacen algunas revisiones cosméticas en el Indec; se dan algunas señales de que se va a accionar contra la inflación, por ejemplo reduciendo de 40% a 25% el ritmo de crecimiento del gasto público; si se negocia con los sindicatos una pauta cercana a, digamos, 20%, y se fija en el Banco Central alguna meta implícita de inflación. <br /> Con todo esto sobre la mesa, se muestran los números macroeconómicos de la Argentina: una deuda que, excluyendo la que hay con las propias entidades del Estado, debe estar en 15 ó 20% (del PBI) y al mismo tiempo, se hace una campaña afuera. El <em>spread</em> va a ser mucho más bajo. No son reformas radicales. Por eso la pregunta no es tanto qué tan difícil va a ser el año que viene sino si el Gobierno que llegue va a asumir la situación y con qué voluntad. Es un enigma.</p> <p><strong>–En cuanto a los índices, ¿cómo se recompone el agujero estadístico?</strong><br /> –Ningún candidato está proponiendo reconstruirlos, porque es un trabajo muy arduo y podría llegar a tener alguna implicancia legal, aunque eso es relativo. Lo que hay que hacer es un índice de aquí para adelante. El problema es que cuando se lo tenga se podrá medir bien la pobreza y la indigencia y habrá que comerse el costo de blanquear la situación social.</p> <p><img alt="" src="http://www.mercado.com.ar/mercado/ro/imagenes/foto_nota_1117_5_2.jpg" /><br /> Eduardo Levy Yeyati<br /> <strong><br /> –O sea que el próximo Gobierno tendrá que pagar ese costo político.</strong><br /> –Pero, ¿alguien piensa hoy que la pobreza se mide con la canasta del Indec? Es cierto que una cosa es que todo el mundo sepa y otra que alguien lo cuente en tu cara. Hay un costo mayor, pero no es el de una mayor pobreza sino el de admitir que estás midiendo mal. Es un costo limitado y, al final, la gente por lo menos va a reconocer la honestidad. El costo de no hacerlo es una inflación de 30 ó 35%.<b><br /></b></p>
<p> <strong>–Habla de bajar el gasto público, y eso implica otro costo político.</strong></p>
<p>–No, no bajar el gasto sino bajar el ritmo de crecimiento. Se confunde lo que es un ajuste fiscal con reducir el crecimiento de manera tal que no tengas que reducir el consumo en otras áreas, porque no se puede demandar permanentemente más de lo que se produce. Lo único que hay que hacer es dejar de acelerar (el gasto), como cuando se larga el acelerador del auto. Y con dos o tres medidas podría hacerse incluso tomando simultáneamente otras que quedaron pendientes, como universalizar realmente la asignación por hijo, por ejemplo eliminando tarifas para la clase media alta, con lo que de paso se elimina una fuente de corrupción.</p>
<p><strong>–¿Y el rojo de las provincias?</strong><br />
–De vuelta, hay que reducir la tasa de crecimiento, no ajustar. Muchos de los gastos de las provincias son salarios. Si hay un esquema consensuado con los sindicatos y la sociedad para subir el gasto 25% y los salarios públicos 20%, contingente a lo que suceda con la inflación, se baja 10 puntos la tasa de crecimiento del gasto provincial.</p>
<p><strong>–¿Subsidios?</strong><br />
–El tema es incomprensible, porque aún a la gente de clase media y media alta, que son los beneficiarios directos y los que más perderían, si se le pregunta, reconoce que no tiene sentido un subsidio a las clases altas que se termina pagando con la inflación. Hay consenso en que el subsidio es regresivo y hay que modificarlo. Y a eso hay que sumarle que este Gobierno nunca ha sido políticamente muy exitoso en las clases medias altas, con lo que está protegiendo a sectores que políticamente lo rechazan. <br />
Recortar los subsidios para reducir el gasto es una solución casi obvia para este Gobierno, porque no pega directamente en sus votantes, no hay argumentos en contra, tiene sentido económico y se evita otro flanco de corrupción. De vuelta: ¿lo van a hacer?, no lo sé y no entiendo por qué todavía no lo han hecho. Y un Gobierno que no sea el actual, posiblemente les pegue a sus votantes, pero el consenso es tan alto que cualquier administración va a tener argumentos para bajarlos.</p>
<p><strong>–Las soluciones parecen sencillas.</strong><br />
–No son sencillas, pero sí simples y se pueden hacer. No hay una crisis ni un deterioro inevitable, pero hay que tener voluntad política.</p>
<p><strong>–La industria crece, pero pesa cada vez menos, sobre todo en la balanza exterior. ¿Es un problema que va a tener que enfrentar el próximo Gobierno?</strong><br />
–El problema es el de la cuenta corriente y la dependencia cada vez mayor de un par de cultivos, soja, maíz, trigo y no mucho más. Es una situación indeseable desde el punto de vista del desarrollo porque el sector agrícola, por más que sea muy importante preservarlo, no genera tanto empleo ni agrega mucho valor, aunque podría generar mucho más. <br />
Pero no diría que es un problema sino un desafío. Un desafío que tenía este Gobierno, para el cual tuvo una ventana razonablemente larga de tiempo para actuar y en el que lamentablemente fracasó. Creo que tenían toda la intención de utilizar el dólar alto para generar otro tipo de actividades, pero no vieron la necesidad de tener políticas microeconómicas para complementar el dólar alto y fracasaron. Ahora es más difícil porque no está el dólar tan alto y el margen que hay por la apreciación es de uno o dos años. El desafío del próximo Gobierno será poner manos a la obra donde este Gobierno flaqueó.</p>
<p><strong>–¿Qué otros desafíos piensa que va a tener la próxima administración?</strong><br />
–Muchos, pero que entran marginalmente en los temas de campaña. Por ejemplo, el déficit en educación, no en la inversión, que es realmente alta, sino en la calidad, que se ha deteriorado en relación a nuestros competidores, sobre todo al sudeste asiático y a Europa del Este. Es una problema al que ni este Gobierno ni otros, salvo incrementar el presupuesto, le supieron dar respuesta.<br />
El modelo de protección social mejoró mucho sobre todo por la apropiación que ha hecho el Gobierno de la idea de la Asignación Universal por Hijo. Pero todavía hay mucha pobreza e informalidad, problemas que el Gobierno ha reparado con parches, como la moratoria previsional. Ahí hay cosas para hacer, por ahí no tan ambiciosas pero que permitirían que todo el mundo sepa que hay una red de contención social. Y eso ayuda porque genera consumo y soporte político.<br />
Los niveles de inversión son altos, más que en Brasil. Pero la calidad de la inversión es muy cortoplacista. Yo siempre he abogado por la creación de una agencia o banco de desarrollo.</p>
<p><strong>–Ahí también hubo un proyecto trunco.</strong><br />
–Es que creo que en algunos casos el Gobierno tuvo el corazón donde tenía que tenerlo pero no ha sabido como atar los números, ha fracasado o ha tenido otras prioridades más oportunistas, más urgentes.</p>
<p><strong>–¿El próximo Gobierno va a heredar las tasas de crecimiento que venimos teniendo?</strong><br />
–No, eso no se va a repetir. Es un problema para un nuevo Gobierno porque la gente asocia factor con factor. Si llegan a ganar Macri o Alfonsín, seguramente les dirán que con Cristina crecíamos más. Pero pasa en todos lados: Chile tuvo una década brillante en la que crecía a 8% y ahora el Gobierno no sabe cómo explicarle a la gente que el potencial es 4%. Sea quien fuere, va a tener un crecimiento latinoamericano: Latinoamérica no crece como China y si lo hace aumenta la inflación. Hay que explicarlo a la gente y es una pedagogía que en campaña nadie va a hacer.</p>
<p><strong>–¿Cuáles deberían ser los pilares para mantener el crecimiento?</strong><br />
–Hay que pensar al Gobierno como un facilitador. Los motores del crecimiento están en la misma economía. Si se generan las condiciones para que el inversor explote valor donde hay valor, por ejemplo en la agroindustria, la agroindustria va a aparecer. No hay que generar un <em>green field</em>, pero sí sentarse con ellos y facilitarles las cosas. <br />
Hubo un aumento de producción primaria muy alto y hay posibilidades de explotarlo a nivel secundario, con un alto potencial exportador. Parte del crecimiento va a estar dado por el crecimiento de los servicios; por ahí, si se genera una banca de desarrollo que complemente al sector financiero, se puede fondear a sectores que son más dinámicos pero nuevos y sin acceso al fondeo. Hay que sacar los fantasmas; si se ponen obstáculos, muchas fuerzas que en una economía de mercado funcionan se quedan a la espera.</p>
<p><strong>–Entonces, las condiciones están.</strong><br />
–Las condiciones están. A veces se acertará y a veces no. Pero el Estado tiene que estar ahí para ponerle el hombro a esas industrias cuidando que cumplan las reglas de juego. No es nada nuevo.</p>