<p>A criterio del ejecutivo, en un nuevo análisis para clientes, “habrá consecuencias, incertidumbres y hasta algún atisbo de esperanza”. Por supuesto, no hace mucho habría sido inimaginable que Washington perdiera la categoría AAA. Las letras de tesorería era sinónimo de riesgo cero, no variables de otras colocaciones.<br />
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“Los mercados abren este lunes –señala El-Erian- en otra realidad con efectos diversos, donde será preciso recodificar riesgos y sistemas operativos, evaluando el management colateral de liquidez. Sectores claves serán escrutados estrechamente. Entre ellos, el complejo mercado monetario y las reacciones de los máximos acreedores titulizados de EE.UU.” Por ejemplo, China.<br />
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Mientras tanto, “en la economía física, los costos crediticios para casi todos los tomadores norteamericanos irán subiendo con el tiempo. En lo político, los espíritus –recalentados por el largo debate sobre el tope de endeudamiento- dificultarán nuevas inversiones y recreación de puestos laborales”.<br />
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<p>Por otra parte, es probable que la descalificación soberana de S&P sea seguida de medidas similares (de esta agencia, Moody’s Investors Service o Fitch Ratings) que achiquen todavía más la élite AAA. “Si ocurre así y la ola toca a Francia, por ejemplo, se complicarán extraordinariamente los esfuerzos –teme el directivo de PimCo- para rescatar varias economías periféricas o intermedias en la Eurozona”.<br />
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También arreciarán presiones sobre los excesos de las propias calificadoras. Como vienen preguntándose Angela Merkel (Alemania), Nicolas Sarkozy, Mario Draghi (pronto en el Banco Central Europea) y otros ¿quién califica a estas agencias singularmente tan poderosas? “No será difícil que varios estados claves se unan en un intento de erosionar el poder monopólicos y la influencia operativa de las agencias. A su vez –apunta El-Erian-, los inversores institucionales deberán hacer algo que han evitado durante años: desarrollar sus propias calificaciones, sin depender de terceros”. ¿Quiénes son ellos? Grandes bancas privadas de inversión.<br />
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Los efectos negativos de la degradación no se agotan ahí. Con EE.UU. como centro de la red financiera mundial, la decisión de S&P irá mermando el peso del dólar como divisa y refugio para los ahorros de países, empresas e individuos. En síntesis, dejará de ser el ancla que evitada la fragmentación económica. Vale decir, el proceso abrirá paso a un universo multipolar anterior, inclusive, a los tiempos del patrón oro.<br />
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Pese a tanta pálida, El-Erian divisa un costado positivo. “La degradación puede despertar a la dirigencia política, no sólo en Washington. Se trata de señales nada ambiguas sobre el declinante papel internacional de EE.UU. y obligan a mejorar la calidad y la coherencia del gobierno”.</p>
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