Déficit de democracia típico del mundo árabe

Pese a su sangrienta represión (2.500 muertos al domingo), Bashar al-Asad es sólo el caso extremo. Tal vez tenga razón y una renuncia ya mismo siembre la anarquía, no sólo en Siria. Eso explica los guantes de seda que Turquía, Estados Unidos o la Liga Árabe no se quitan.

8 agosto, 2011

<p>&Eacute;ste es el contexto que trazan expertos en Londres, Par&iacute;s, El Cairo, Tokio y Beirut. Por su parte, China, Rusia, Brasil e India mantienen un llamativo silencio. Ni siquiera Wikileaks &ndash;cuarto sitio del mundo en visitas- abandona una discreci&oacute;n inimaginable otrora en Julian Assange. Entretanto, las revueltas liquidaron al ra&rsquo;is egipcio (Hosni Mubarak), cercan al presidente vitalicio de Yemen e impulsan al rey de Marruecos &ndash;Moh&aacute;mmed VI, por el camino de la reforma.<br />
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En cierto sentido, esta ola revierte el tsunami nacionalista desencadenado, en Egipto, por otro jefe carism&aacute;tico, Gamal Abdel Nasser (1956) y anticipado por el general Mohammed Naghib (1952). Esa explosi&oacute;n de arabismo atraves&oacute; varias fases, casi todas cifradas en enfrentamientos con Israel y EE.UU. (1948/73).<br />
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Otro factor, en este caso end&oacute;geno, fue la divisi&oacute;n del mundo &aacute;rabe en autocracias laicas &ndash;Egipto, Siria, Libia, Irak, Argelia, Yemen, T&uacute;nez- y monarqu&iacute;as isl&aacute;micas, como Saudiarabia, Marruecos, Om&aacute;n, Kuwait, Qatar, Bahrein o la Uni&oacute;n de Emiratos &Aacute;rabes (virtuales sat&eacute;lites de Riyadh).<br />
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Solitario, L&iacute;bano trat&oacute; de mantener una democracia laica hasta que, en 1975, las ambiciones sirias e israel&iacute;es lo convirtieron en campo de batalla. Reci&eacute;n empezando el siglo XXI, el peque&ntilde;o pa&iacute;s recobr&oacute; cierto pluralismo &eacute;tnico y pol&iacute;tico. Poco despu&eacute;s, Siria se precipita en una guerra civil sin salida por hoy visible, que afecta a una potencia regional, Turqu&iacute;a, musulmana pero no &aacute;rabe (como Ir&aacute;n y Adzerbaiy&aacute;n).<br />
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Nadie est&aacute; seguro de nada en Levante. Suponiendo que EE.UU. y Saudiarabia logren iniciar el desplazamiento no traum&aacute;tico de Abdull&aacute; Al&iacute; Saleh, se abrir&aacute; un proceso de pacificaci&oacute;n s&oacute;lo en Yemen. Algunas monarqu&iacute;as &ndash;Jordania, Marruecos- ensayan soluciones moderadas. El resto, salvo Irak (un ejercicio de democracia con dos etnias y otras tantas variantes religiosas), parece aferrado a la autocracia sunnita (Saudiarabia, emiratos del Golfo, Oman).<br />
Quedan dos reg&iacute;menes laicos autoritarios, Siria y Libia. El primero trata de diezmar f&iacute;sicamente a la mayor&iacute;a sunn&iacute;. En tanto la segunda vive una interminable guerra civil sin soluci&oacute;n visible. <br />
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