<p>Son tres ensayistas y escritores norteamericanos con opiniones no siempre gratas para quienes veneran la memoria de Jobs y lo llaman el “Leonardo da Vinci de Cupertino”. Por ejemplo, Franzen, habitual crítico de Barack Obama y los militares, se niega a “comentar el fallecimiento del gurú. Por el momento, prima mi odio a Apple y su omnipotencia”.</p>
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<p>Por supuesto, quien haya leído su último libro, Freedom, conoce su animadversión por el profeta de Silicon Valley. Interpelado por el New York Times, Safran Foer es más verborrágico: “si bien Steve Jobs era sin duda un genio, no queda demostrado que sus aportes mejoren la calidad de vida. Por el contrario, -sostiene el autor de Everything is illuminated-, puede argumentarse, con conocimiento de causa, que hoy el mundo es un lugar menos sensato y conectado, en sentido estricto, por culpa de iPhone”.<br />
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Menos terminante, McInerney (A thousand lights in New York, novela) reconoce que el Leonardo de Cupertino “tornó sexy y accesible la tecnología informática. Era el único operador en el valle con alma de artista. Pero su herencia cultural es contradictoria, pues nos ha convertido en esclavos de un semi monopolio llamado Apple, que modifica modos de trabajar, jugar y vivir”.<br />
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Hablando con Vanity Fair en 2010, Safran Foer confesó que no poseía siquiera una iPad. “Amo la idea de que, al contrario, un libro nos evoque lo corpóreo, lo humano, lo tangible”, afirmaba a hace un año.<br />
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Tras los elogios, Jobs recibe fuertes críticas
Según Jay McInerney, la tecnología nos libera, pero nos somete a las empresas. A su vez, para Jonathan Safran Foer, las invenciones de Steve Jobs no mejoran la vida. Más radical, Jonathan Franzen detesta a Apple y sus creaciones.