<p>Peter Thiel es el Bruto del César que es Facebook, casi un traidor a la causa. El inversionista fue de los primeros en creer en la idea y su fe le significó ganancias por US$ 1.000 millones, de su inversión inicial de US$ 500.000 ocho años atrás. Eso no es terrible; lo que cayó mal fue que, luego de que la empresa se hiciese pública vendiese 89% de sus acciones en tres meses. En mayo era dueño de 44 millones de acciones y vendió más de la mitad a US$ 38 el día de la OPI. Dos días después, mientras las acciones no dejaban de caer, puso en marcha un plan para vender el resto de manera automática en el tiempo y no dejar, así, mal parada a la compañía.</p>
<p>Sin embargo, sus acciones el viernes pasado sorprendieron: vendió 80% de las acciones que le quedaban a menos de US$ 20. ¿Por qué permanece, entonces, como miembro de la junta directiva todavía? Thiel no le debía plata a inversionistas porque no invirtió en Facebook como parte de Clarium Capital sino de su propio bolsillo. No necesitaba vender sus acciones y sin embargo lo hizo.</p>
<p>El problema no es que Thiel venda sus acciones –tiene derecho a reclamar sus beneficios después de ocho años después de todo- sino que permanezca en la junta directiva luego de hacerlo. ¿Por qué no habló con Zuckerberg? Más importante aún es por qué el fundador de la compañía se quedó de brazos cruzados después de la OPI. ¿Por qué no le pidió a Thiel que desistiese de su plan automático de venta de acciones sabiendo lo que eso significaría para la empresa y su valor de mercado?</p>
<p>Nadie sabe por qué Thiel, realmente, decidió vender sus acciones. Pero el público, y especialmente los accionistas, pueden suponer que lo hizo porque hace más que ellos; sabe el desastroso camino que podría tomar la empresa en el corto plazo. En unos meses solamente mil millones de acciones de empleados podrán venderse, ¿por qué no seguir el ejemplo de Thiel que está tan desesperado que prefiere vender las acciones a menos de US$ 20 que aguantar unos meses?</p>
<p>Aunque Thiel está en todo su derecho de vender su porción, lo hizo sabiendo que perjudicaría a la compañía en uno de sus momentos más vulnerables. Algunos dicen que los US$ 100 millones que todavía tiene invertidos son una muestra de fe pero, para ser honestos, luego de recuperar con creces su inversión inicial de US$ 500.000, está jugando con dinero prestado. Y eso está muy bien. Pero cuando llega la hora de la especulación financiera es mejor dejarle los puestos ejecutivos a los que apuestan al valor productivo.</p>
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Peter Thiel y su paso en falso
Uno de los primeros inversionistas de Facebook se deshizo, en pocos meses, de más del 89% de sus acciones. Sin embargo, todavía sigue siendo miembro de la junta directiva. ¿Debería renunciar?