Las ventas de Samsung son equivalentes a casi la cuarta parte de la producción económica de Corea del sur. Samsung Electronics, la rama principal, generó US$ 190.000 millones en ventas el año pasado, casi la misma cantidad que las de Microsoft, Google, Amazon yFacebook combinadas.
El año pasado vendió 215 millones de smartphones, 40% del total mundial. Este año, se calcula que enviará más de 350 millones. La firma consultora de marketing Interbrand clasificó a Samsung como la octava marca más famosa en el mundo.
El punto débil de la compañía se ha convertido en la electrónica. Hace chips, paneles para pantallas y muchas otras partes electrónicas y luego las ensambla para hacer sus teléfonos y otros dispositivos.
Ese tipo de integración vertical ha caído en desuso en el mundo occidental. Si bien Apple diseña su hardware y su software, la compañía compra chips a otras empresas, incluyendo Samsung, y terceriza el ensamblado de sus teléfonos, iPods e iPads.
Al Ceo, Lee Kun-hee, le preocupa lo que podría llamarse el problema del seguidor rápido. Samsung es una maquinaria muy bien aceitada: si detecta una tendencia y decide copetir, puede gastar más que nadie y correr más que casi todo el mundo. Su modelo que incluye todo, desde la investigación hasta la manufactura y el marketing, puede aniquilar a la competencia.
Pero Samsung se ha vuelto tan bueno en la ejecución que prácticamente no existen áreas donde no domine, especialmente electrónica. De pronto, la compañía es líder, con la responsabilidad de crear la nueva tendencia. Llegó a la cumbre y ahora debe buscar adónde ir.