Una start-up de San Francisco — Planet Labs—está lanzando 100 pequeños satélites a la órbita terrestre este año para que fotografíen la tierra todos los días.
Planet Labs es una start-up espacial con 40 empleados que ya ha puesto 100 pequeños satélites en el espacio. Una vez que estén conectados, podrían enviar imágenes constantemente de lo que está ocurriendo en la tierra.
Y eso, dice Chester Gillmore, podría ser la base de un muy buen negocio.
Silicon Valley, no contento con haber cambiado la forma en que operan comercios, hoteles y empresas, está llevando sus novedades al espacio exterior. Varias empresas jóvenes con raíces en Silicon Valley están intentando hacerse un lugarcito en un negocio dominado desde hace mucho tiempo por gobiernos nacionales y gigantes aeronáuticos como Boeing.
Una de ellas es Space Exploration Technologies, o SpaceX, que ya tiene un contrato con la para realizar misiones de aprovisionamiento de la Estación Espacial Internacional. Otra start-up es Masten Space Systems, que está desarrollando cohetes para vuelos de investigación no tripulados. Otra es Skybox Imaging, que hace satélites similares a los de Planet Labs, aunque más grandes.
Todas tienen un elemento en común: piensan que pueden pelear con la vieja guardia con precios más bajos y una estrategia inteligente.
Los satélites que está poniendo Planet Labs en el espacio, por ejemplo, podrían ser de gran valor para clientes privados, como empresas agrícolas para monitorear campos o incluso para gobiernos para entender cómo ayudar a las víctimas de desastres naturales.
Gillmore cuenta que están trabajando en satélites fabricados con materiales livianos, que costarán menos y harán más. Están alimentados por el mismo tipo de baterías que alimentan una laptop y con semiconductores que se encuentran en un teléfono inteligente. “Compramos online la mayoría de las partes que necesitamos”, explica.
Planet Labs fue fundado en 2010 por tres científicos que trabajaron en la NASA. Boshuizen, australiano, Marshall, británico y Robbie Schingler, estadounidense. Como tantos emprendedores, los tres se cansaron de la forma convencional en que se construyen las cosas, en este caso, los productos espaciales.
Irrumpir en un campo dominado por grandes empresas con viejos contratos del estado es muy difícil. Y hacerlo con poca plata es más difícil todavía. Pero estas pequeñas empresas se las están ingeniando bastante bien. .
Muchos de los satélites que van al espacio, dice Gillmore llevan computadoras que tienen diez años. Nosotros estamos construyendo satélites con computadoras que tienen 6 meses. L”La versión nueve de nuestros satélites cuesta 35% menos que la actual versión en el espacio y se hizo cuatro veces más rápido.
¿Boeing debería preocuparse? “Todavía no”, contesta James P. Lloyd, profesor de astronomía we ingeniero mecánico y aeroespacial de la Universidad Cornell. Según él, el mercado especial es lo suficientemente grande como para a los costosos sistemas Boeing y las alternativas más baratas de las start-ups.