Los primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo: los eventos que suceden entre el embarazo y los 4 años inciden en muchos aspectos de la vida adulta. Así lo evidencia un análisis de CIPPEC, que recomienda priorizar la inversión en primera infancia.
“Pese a los avances realizados en la última década, aún persisten desafíos importantes”, indicó Fabián Repetto, director del Programa de Protección Social.
Así, según el CEDLAS, en 2013 un 27,3% de los niños de entre 0 y 4 años eran pobres, y un 7,2% eran indigentes.
Los datos demuestran que la Argentina no escapa al fenómeno de la infantilización de la pobreza que atraviesa América Latina: el nivel de pobreza para la población total era de 10,8% para el mismo año.
“En una sociedad desigual, dejar librado el desarrollo de la primera infancia a las capacidades y recursos de las familias genera que los niños y niñas más vulnerables no accedan plenamente a sus derechos y reproduce la desigualdad”, explicó Carolina Aulicino, coordinadora del Programa de Protección Social.
Las tres dimensiones de la primera infancia
Según CIPPEC, es clave que las intervenciones públicas en primera infancia aborden integralmente la salud y la nutrición; el desarrollo infantil temprano, y las licencias y transferencias necesarias para el cuidado. Según la Encuesta Nacional de Lactancia Materna, de 2011, solo un 54% de los niños de entre 0 y 6 meses recibe lactancia materna exclusiva.
Además, existen carencias nutricionales y malnutrición crónica: 8% de los niños/as menores de 5 años presenta baja talla y el 10,4% es obeso (Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, 2005). En materia de desarrollo infantil temprano, solo el 32% de los niños/as de entre 0 y 4 años acceden a servicios educativos y de cuidado infantil, según datos de una encuesta realizada por el Ministerio de Desarrollo Social y UNICEF, en 2012.
“El acceso a servicios de educación y cuidado infantil presenta grandes diferencias sociales y regionales”, explicó Aulicino.
Así, mientras la asistencia de niños/as de entre 0 y 4 años a centros de cuidado en la ciudad de Buenos Aires es del 61,7%, alcanza el 15,5% en el NEA y el 19,2% en el NOA. Por su parte, en lo referido a licencias, un estudio de CIPPEC evidencia que solamente uno de cada dos trabajadores tiene licencia por maternidad (50,4%) o paternidad (49%). El acceso a estas licencias está determinado por el empleo formal, la categoría ocupacional y la provincia. En lo que respecta a las transferencias, la cobertura de los diferentes regímenes –asignaciones familiares, AUH, pensiones y otros programas sociales, deducción al impuesto a las ganancias- la cobertura alcanza al 74,5% de los menores de 18 años. Un 13,1% está excluido por la normativa y un 12,4% no está cubierto (ENAPROSS, 2011). “Si se analiza la cobertura por quintiles, el porcentaje de cobertura alcanza el 72,9% en el primer quintil y el 88,9% en el quinto”, indicó Repetto. Según CIPPEC, es clave avanzar gradualmente hacia un sistema universal de prestaciones que asegure un piso básico para cubrir estas tres dimensiones y generar un sistema de acogida de la primera infancia.
El desafío de la integralidad
Para Repetto, las políticas públicas para abordar la primera infancia presentan desafíos en términos de legislación, oferta programática especializada y articulación con otros sectores de la política social.
“Para garantizar el pleno desarrollo infantil, las estrategias públicas requieren calidad e integralidad”, explicó el experto. Así, la primera infancia requiere más que la sumatoria de servicios, políticas y programas propios de cada sector estatal con responsabilidad en política social.