Cruces verbales entre Grecia y sus acreedores de la UE

Con apoyo mayoritario en su país, el gobierno griego volvió a pedir a Berlín, la principal potencia de la Unión Europea, que facilite un acuerdo con sus acreedores comunitarios, al tiempo que estos últimos endurecieron su discurso en la cumbre del G7 en Alemania

8 junio, 2015

En su blog personal, el ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis, instó a la canciller alemana, Angela Merkel a que haga un gesto como el del llamado “discurso de la esperanza” que dio el secretario de Estado norteamericano, James Byrnes, en 1946 en Stuttgart.

 

En aquel año el funcionario norteamericano le habló a una Alemania destruida, vencida y quebrada después de la Segunda Guerra Mundial y a sus socios europeos, y los llamó a “imaginar la recuperación, el crecimiento y un regreso a la normalidad” de la ex potencia nazi.

 

Varufakis, quien ya pronunció analogías entre la Alemania de posguerra y la Grecia pos crisis económica, recalcó que ese discurso de 1946 fue clave para la recuperación de la economía alemana “facilitada por el Plan Marshall, la condonación de la deuda en 1953 patrocinada por Washington y por la llegada de trabajadores emigrantes de Italia, Yugoslavia y Grecia”.

 

“Siete decenios después, es mi país, Grecia, el que necesita semejante oportunidad”, concluyó el ministro griego que ya se hizo una reputación en Bruselas y Berlín como un negociador tozudo.

 

El nuevo gobierno en Atenas asumió en enero pasado tras prometer poner fin a las medidas de ajuste que las administraciones anteriores debieron aplicar a cambio de los dos llamados rescates financieros de los tres grandes acreedores del país, el FMI, la Comisión Europea (CE) y el Banco Central Europeo (BCE), recibidos en 2010 y 2011.

 

El primer ministro Alexis Tsipras y los acreedores internacionales negocian desde hace cuatro meses un acuerdo que le permitiría a Atenas obtener 7.200 millones de euros de asistencia financiera para hacer frente a sus compromisos de deuda y evitar la cesación de pagos.

 

Al mismo tiempo, le garantizaría una liquidez suficiente para seguir pagando sueldos y cumpliendo con su presupuesto interno.

 

Un default griego podría dejar al país fuera de la zona euro y asestar un duro golpe a la tibia recuperación económica mundial tras la crisis financiera que de Estados Unidos se extendió al mundo a partir de 2008, según analistas.

 

Esta semana Grecia acordó con el FMI retrasar el pago de 305 millones de euros que debía hacer el viernes pasado y acumular los 1.600 millones de euros que debe cancelar este mes para fin de mes.

 

De esta manera ganó unas semanas más para llegar a un acuerdo con sus tres acreedores.

Pero mientras el mensaje de hoy de Varufakis replicó fuerte en los medios europeos, la canciller alemana estaba ocupada cumpliendo su rol de anfitriona en la cumbre del G7 que comenzó hoy en un castillo alejado en el sur de su país.

 

Allí, el presidente de la CE, Jean-Claude Juncker, se mostró muy molesto con Tsipras y desmintió a Atenas al firmar que “aún no recibió” una propuesta alternativa a la que presentó recientemente los acreedores.

 

“No tengo un problema personal con Alexis Tsipras, más bien al contrario, ha sido y es mi amigo, pero la amistad para mantenerse tiene que cumplir algunas reglas mínimas. Tsipras presentó la oferta de las tres instituciones como un ultimátum, y ese no fue el caso, ese no fue el mensaje que le transmitimos”, destacó el dirigente comunitario frente a la prensa.

 

“Presentó la propuesta de las tres instituciones como si fueran mías exclusivamente y sabe perfectamente que este no es el caso y que durante el encuentro del pasado miércoles yo estaba perfectamente preparado para discutir los principales puntos de desacuerdo entre Grecia y las tres instituciones y quería que estas negociaciones tuvieran lugar el pasado miércoles”, agregó, sin disimular su molestia.

 

Tras reunirse esta semana con Juncker, Tsipras repudió públicamente la propuesta presentada por los acreedores internacionales y la calificó como “absurda”.

Desde entonces, el tono de la discusión no ha parado de escalar.

 

Desde la cumbre del G7, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, también expresó su enojo con Atenas.

 

“No es verdad que hay algo inmoral en que los acreedores cobren lo que les deben, es un debate más sofisticado que eso”, sentenció el dirigente en referencia a las críticas de miembros del oficialismo griego que sostienen que los reclamos de la UE y el FMI a un país hundido en una crisis desde hace seis años son “inmorales”.

 

Tan profundas han sido las heridas causadas por estos años de crisis económica, que todos los sondeos recientes coinciden en que el gobierno de Tsipras mantiene el apoyo mayoritario de la sociedad griega para no ceder antes los pedidos de los acreedores internacionales y recortar una vez más las jubilaciones y suspender las paritarias como método de negociación colectiva.

 

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