Hace algunos años los científicos de la Universidad de Boston llevaron a cabo un experimento cuyos resultados los dejaron bastante sorprendidos. Querían probar qué era lo que motivaba a los trabajadores a rendir más y así aumentar la productividad. La idea básica y primaria era que pagarles más iba a mejorar su rendimiento, así que juntaron a un grupo de estudiantes del MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) y pusieron a prueba su idea. El resultado fue el menos esperado. Los estudios demostraron que el incentivo monetario funciona sólo para tareas manuales y rudimentarias y que puede ser incluso contraproducente para tareas que exijan al menos un poco de uso de facultades cognitivas (como el pensamiento lateral, la innovación o la ideación). ¿Qué lección se puede aprender de ésto? Que para mejorar la productividad y el entorno de trabajo hace falta más que tirar dinero en un tarro.
Otro caso similiar sucedió en Gran Bretaña. Un estudio de larga data demostró que la sumisión ciega de los trabajadores a sus empleadores empeoraba su salud. Por lo tanto su productividad bajaba, su ausentismo emperoraba y el entorno de trabajo era mucho peor. ¿Moraleja? Si quiere empleados sanos y productivos no se pongan un pedestal. Trabajé con ellos, involucrelos, pida su opinión y respetala. Hagálos sentir que tienen poder de decisión en su lugar de trabajo, donde pasan hasta quizás diez horas por día. No debe ser casualidad que algunos años después, desde 2007, el Reino Unido lleve a cabo una encuesta anual, el Happines at Work Index, sobre la felicidad de sus trabajos en todo el territorio.
Es vox populi que una de las empresas más grandes e influyentes del mundo, Google, utiliza toda una familia de dispositivos en su lugar de trabajo. Tienen un chef que prepara comida gratis para sus empleados, salas de videojuegos, gimnasios y piletas, como así lugares para tomar una siesta y cortes de pelo gratuitos. No todas las empresas pueden costear semejante infraestructura, pero lo que vale es la intención. Empleados felices significa menos inversión en litigios, menos gastos en cambiar la mano de obra y menos stress para los empleadores.
Ideas menos costosas e igualmente efectivas es promociar actividades que refuerzen los vínculos entre los empleados, separar un día a la semana para ir vestido como uno quiera, tener algunos días al mes dedicados a tareas que los empleados prefieran. Ésta última idea puede retornar en beneficios gigantescos si un empleado interesado en la gestión o el marketing provee una solución que no esperabamos. Gana el empleado que se siente útil y realizado y gana la empresa que ahora cuenta con una nueva estrategia.
Lo importante es entender que los empleados son personas adultas que pasan muchas horas de la semana entre sus compañeros, sus tareas y sus empleadores. Que tienen ideas interesants para aportar, que se estresan o motivan y que todo eso influye decisivamente en el destino de una compañía.