El indicador general del segundo trimestre del año creció en 3,7% (cuando se esperaba un poco más de 2%). Este contraste entre la situación internacional y la bonanza local trae una nueva duda y debate interno dentro de la Reserva Federal. ¿Conviene elevar ya las tasas de interés después de estar cerca de 0% durante nueve años, pero ahora con un dólar notablemente fortalecido y con las consecuencias que podría traer para la economía mundial?
El dilema es claro: o se decide ya el alza en función de la buena marcha de la economía interna (mayor gasto, mayor consumo, mayor inversión), o se difiere en vista de las turbulencias de la economía mundial.
La difusión de los datos tan positivos no solamente estabilizó las plazas bursátiles estadounidenses (el famoso índice S&P ascendió en 2,4%). Hizo lo mismo en las principales bolsas europeas.
El gobierno de Barack Obama y muchos de los analistas independientes abogan por postergar la medida y priorizar la estabilidad global. Pero la Reserva Federal es totalmente autónoma en sus decisiones y todavía nadie puede descifrar en qué dirección se inclinará.