El primero es que evita todos los gastos, inclusive los productivos. Se ha difundido demasiado la idea de que el gasto tiene una connotación negativa. Esta es una actitud ingenua que no ayuda al crecimiento de un negocio y tampoco mejora la vida del emprendedor. Hay gastos destructivos que sí hay que evitar, pero hay otros que son necesarios: comprar el software necesario, pagar más por el empleado adecuado o financiar una buena campaña de marketing. Esos son gastos clave para el éxito o crecimiento del emprendimiento.
El otro error es escuchar los consejos de invertir o en la bolsa o en acciones de otra compañía en cuanto al negocio comienza a entrarle dinero. Pero si el negocio todavía no está bien financiado esas inversiones son, en el mejor de los casos prematuras y en el peor, un desastre. Lo mejor es invertir en el negocio propio, haciendo los gastos necesarios, gastos productivos e invertir en uno mismo y en la propia tranquilidad porque, el mejor activo de un emprendimiento es el emprendedor que lo lleva adelante.