viernes, 22 de noviembre de 2024

G-20: crecimiento en el centro de la escena

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La cumbre celebrada en China permitió el lucimiento del país anfitrión, contempló la despedida de Obama, el intenso debate global sobre cómo crecer, dio pie a ratificar promesas para mejorar el clima, desarrollo de infraestructura y la lucha contra la pobreza. Mauricio Macri y Argentina obtuvieron expreso reconocimiento de los principales actores.

Asia es una región del planeta con una economía muy dinámica y – en términos generales- con estabilidad y en paz. Al contrario de Medio Oriente, plagado de luchas entre países distintos, facciones dentro de un mismo país, entre distintas religiones, diversas etnias e ideologías políticas.

Europa es un continente que atraviesa un momento muy difícil, donde su principal logro –la unidad lograda con la UE- peligra, junto con instituciones y valores que parecían inalterables pocos años atrás.

Asia es la región que más crece en el mundo, alberga a empresas de dimensiones globales, y origina miles de millones de dólares en corrientes comerciales y en inversión directa.

Los países emergentes, con Brasil a la cabeza, atraviesan momentáneos problemas con estancamiento económico y caída en el precio de los productos básicos, principal fuente de exportación

En cuanto a Estados Unidos, con una economía en reactivación sigue siendo determinante en la marcha de los asuntos mundiales – y con especial interés en la cuenca del Pacífico- , a pesar de que su Presidente Barack Obama tuvo su despedida en esta cumbre del G-20 ya que en breve finaliza su mandato.

Obama exhibe sólidos logros en su política asiática que son la continuación de decisiones compartida por los dos grandes partidos políticos estadounidenses desde hace décadas. Dirección que tendrá leves variantes si gana la Casa Blanca Hillary Clinton. Pero que puede sufrir un brusco golpe de volante si el triunfador es Donald Trump.

La cumbre tuvo lugar en la ciudad china de Hangzhou, inmensa y moderna urbe, vacía durante esta semana por vacaciones dadas por el gobierno. Beijing puso especial cuidado en colocar importantes y controversiales temas en la agenda del encuentro.

Pero el gran tema que monopolizó el debate en las sesiones formales y el que tenía lugar en ámbitos más informales, desde pasillos hasta encuentros bilaterales, fue –de modo casi obsesivo- el crecimiento. Hace apenas un año el FMI pronosticaba un aumento de 3.8% en el PBI global. Ahora redujo su estimación a 3,1%. Estas tasas durante largos periodos nada harán para mitigar la pobreza mundial, ni la calidad de vida de las poblaciones.

Con matices, porque cada uno de los actores enfrenta un panorama con características propias.

China, por ejemplo, sigue creciendo a una tasa por encima de 6% anual. Poco comparado con las cifras de hace pocos años, pero mucho en el actual contexto mundial. Alcanzar altas tasas no es fácil: el eje no está puesto en las exportaciones sino en el consumo interno. Y éste tiene problemas por masivos excesos de capacidad. Pero es urgente la recapitalización de bancos y entidades financieras. El resto del mundo le reclama apertura del sector servicios al comercio exterior y las inversiones externas, dado que en este campo no hubo apertura alguna.

Para Estados Unidos hay tres grandes prioridades: gran inversión en infraestructura, reforma en inmigración; y nuevos acuerdos mundiales en materia de comercio e inversiones. El famoso Tratado TransPacífico es la pieza clave diseñada por Washington en tiempos de Obama para que EE.UU tenga más crecimiento y genere más y nuevos empleados. Pero ese acuerdo está puesto en tela de juicio por ambos candidatos presidenciales a la Casa Blanca.

El tercer gran actor mundial, Europa, se encuentra con un panorama de forzada austeridad que no está dando los resultados previstos. El continente todavía no se ha recuperado de la gran crisis financiera de 2008. Algunas economías pueden recurrir al estímulo fiscal – como Alemania- aunque no se sienten proclives a recurrir a estas herramientas. A los países del sur, como Italia y Grecia se le reclaman cambios estructurales –sistemas de empleos, por ejemplo- que no están dispuestos a conceder.

De modo que toda deliberación internacional tiene beneficios, pero no conviene exagerar su importancia y esperar grandes logros.

En cuanto a la Argentina, recibió reconocimiento especial por parte de los principales actores mundiales, y avanzó en su negociación con China para reducir el abultado déficit comercial con ese país. En especial, por generar una corriente continuada de turistas chinos a nuestro país.

 

 

 

 

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