Después de tres años de desarrollo, pruebas y trámites de patentamiento, el Caervest resulta ser el producto que necesitaban unas cuantas actividades. Lo celebra el director de la Maratón de Londres, quien asegura que servirá para que en el futuro no colapsen más corredores por golpe de calor.
También lo piden compañías de construcción que operan en Medio Oriente para impedir muertes de obreros, también relacionadas con la exposición a altas temperaturas.
El chaleco no necesita ninguna fuente de energía. Se coloca sobre el torso del paciente y se llena con líquido (generalmente agua) que inmediatamente se convierte en hielo. El líquido reacciona a un polvo químico que se encuentra en los canales de poliuretano del chaleco para conseguir un efecto refrigerante que, según sus fabricantes, dura una hora. El mismo efecto se puede lograr usando agua de mar, de río, gaseosas varias o incluso orina. Ahí está la gran ventaja del chaleco para quienes se encuentran en zonas difíciles.
El año pasado el chaleco se hizo famoso cuando logró bajar la temperatura de un corredor de la Maratón de Londres de 42º a 37º en media hora. “La única forma de tratar el golpe de calor es bajando la temperatura del cuerpo”, explica Johnathan Weinberg, CEO de la compañía que fabrica el chaleco. “Poner a la persona en una habitación refrigerada es como poner una curita sobre una arteria cortada”.
“Tenemos muchos motivos para creer que el producto tiene futuro”, dice Weinberg. “Esperamos que con el tiempo estaremos en todas las ambulancias del mundo desarrollado y en todas las obras de construcción donde el golpe de calor es frecuente”. La compañía luchó durante los primeros años para conseguir inversores. Pero esa situación ya fue superada y ahora está en condiciones hasta de rechazar capital.