Las empresas no son, ni deben ser, sociedades de beneficencia, dice Charlie Ashford. A mediados de septiembre los Dow Jones Sustainability Indices (DJSI) publicaron la última lista de las empresas más sustentables del mundo. Se trata de índices pensados para los inversores que explican cómo las iniciativas de sustentabilidad mejoran el desempeño del negocio.
Uno de los grandes cambios introducidos al cuestionario de este año se encuentra en el área de Corporate Citizenship and Philanthropy, o sea ciudadanía y filantropía empresaria.
Al mismo tiempo, el índice solicita a las empresas de distintos sectores que contesten un nuevo conjunto de preguntas sobre medición y evaluación de impacto. Las preguntas buscan descubrir si las empresas diseñan programas comerciales específicamente para atender necesidades sociales y cómo miden los impactos resultantes.
El mensaje que envía el índice y la comunidad de inversores es claro. La filantropía no alcanza. Hasta la Responsabilidad Social Empresaria es insuficiente. El mensaje implícito es “queremos saber cómo hacen ustedes para crear beneficios para la sociedad y para los accionistas mediante sus negocios principales”.
Se puede incluso decir que hay una razón ética para que la empresa sea sustentable. Pero, como dice Charlie Ashford en uno de los artículos de la serie Impact for Change (de Corporate Citizenship), lo que no se puede soslayar es que el comportamiento responsable debe también tener un sentido comercial para la empresa.
Esto es simple sentido común, recuerda. Las empresas no son sociedades de beneficencia ni deberían intentarlo. A muchas les da como vergüenza mencionar en sus informes los beneficios comerciales de sus programas comunitarios. De los clientes con quienes trabaja Ashford para implementar el modelo de sustentabilidad LBG (que sirve para medir las inversiones en la comunidad), son muy pocos los que informan públicamente los impactos en el aspecto comercial. Parecería que lo que piensan es que “no podemos mencionar ese tipo de cosas. La gente va a pensar que lo hacemos por interés”.
Pero vamos a ver, dice Ashford, está bien que lo hagan por conveniencia empresarial. Nadie piensa que Coca-Cola auspicia el mundial de fútbol exclusivamente por amor al deporte. Lo mismo pasa con la inversión comunitaria. ¿Por qué habría que simular que el interés no cuenta?
Prioridades definidas
Seguramente las empresas estarían mejor, como mencionan los índices del Dow Jones, si “encaran sus actividades de ciudadanía responsable en forma estratégica, con prioridades definidas y en consonancia con principales ejes de negocios de manera de permitirles aprovechar sus fortalezas, su marca y sus empleados para lograr el mayor impacto posible en sus beneficiarios”.
En un ensayo sobre ciudadanía empresarial Ashford identificó las formas en que las evaluaciones de impacto social pueden ayudar a lograr el éxito empresarial: crear resiliencia, reducir el riesgo, despertar la innovación y aumentar el compromiso y colaboración de los stakeholders.
Lo que es más importante, al hacerlo crean beneficios sociales como nadie más puede hacer. No por nada el crecimiento económico, el empleo y la infraestructura juegan un papel clave en las Metas de Desarrollo Sustentable de Naciones Unidas. “Pensemos en Google y Facebook, enviando drones y globos al cielo para brindar Internet a mercados antes aislados. El plan es descabellado, ciencia ficción, pero puede cambiar la vida de muchos y solo podría haber sido lanzado por el sector privado.
Hacen falta más ejemplos de esos.
Las metas dan a las empresas un rol central en impulsar el desarrollo sustentable, y está bien que así sea. Mediante iniciativas compartidas de valor, modelos inclusivos de negocio y filantropía estratégica, las empresas pueden hacer una diferencia genuinamente positiva en el mundo, y de paso ?por qué no? aumentar sus ganancias, su crecimiento y el empleo. Es hora de dejar la vergüenza. Es hora de hablar con sinceridad sobre el impacto completo, es hora de hablar también de los beneficios para la empresa.
Inversión masiva de China
Falta financiamiento en cantidad y calidad
Los Bancos Multilaterales de Desarrollo (BMD) con respaldo occidental hablan de aumentar de “millones a billones” de dólares las inversiones para cumplir con las Metas de desarrollo sustentable (MDS) y el Acuerdo de París sobre Clima para que la economía mundial reduzca el consumo de carbono y sea más inclusiva.
Pero del dicho al hecho hay un largo trecho. Las acciones no se corresponden porque no aumentaron los aportes de capital para cumplir con esas metas.
En cambio, los bancos chinos sí han pasado a la acción, aunque no siempre en la dirección correcta. Tanto China Development Bank (CDB) como Export Import Bank de China (CHEXM), duplicaron la cantidad de financiamiento a países en desarrollo desde 2007: US$ 684.000 millones contra cerca de los US$ 700.000 millones del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco de Desarrollo Asiáticos combinados.
Es más, los bancos chinos han creado fondos regionales por todo el mundo ?US$ 22.000 millones en Ãfrica y US$ 37.000 millones en América latina? para construir infraestructura y parques industriales. El programa más grande de China es Belt Road Initiative que va a tender infraestructura por las viejas rutas de la seda. Además del Fondo de la Ruta de la Seda, de US$ 40.000 millones, China ha creado un Fondo del Clima Sur-Sur con una promesa inicial de US$3.200 millones.
A los Bancos Multilaterales de Desarrollo del mundo occidental se les agradece que hayan cambiado el discurso sobre financiamiento del desarrollo, un discurso que ya no separa más sustentabilidad ambiental e inclusión social.
Casi todos prohíben financiar plantas alimentadas a carbón a menos que no haya muchas otras opciones para países pobres. En abril de este año, se comprometieron a modificar sus agendas de préstamos para que un tercio del dinero se oriente a mitigar el cambio climático.
Pero hasta la fecha, los bancos occidentales han comprometido cero capital frente a los billones que hacen falta. Durante el boom de crecimiento, entre 2003 y 2013, muchos países en desarrollo acumularon montañas de reservas que aumentaron la base de capital de los bancos, pero ni siquiera en esas condiciones Occidente aportó capital fresco.
Ahora que la economía mundial, y los países en desarrollo en particular, están desacelerando, esos bancos siguen reteniendo capital cuando deberían aumentarlo.
Más calidad que cantidad
Dicho esto, la discusión sobre “millones a billones” tiene que versar más sobre la calidad que sobre la cantidad del financiamiento. Los bancos de China duplican en cantidad prestada, pero todavía tienen que adherir completamente a las metas de desarrollo sustentable. Un nuevo estudio de la Universidad de Boston muestra que los dos bancos de desarrollo chinos han aportado más de US$ 117.000 millones en financiamiento energético a países en desarrollo desde 2007, casi tanto como el Banco Mundial y los bancos de desarrollo regionales combinados.
Sin embargo, la mayor parte de ese financiamiento es en exploración de petróleo y gas y aún más en plantas energéticas, casi todas alimentadas a carbón. Usando cálculos conservadores sobre los costos en clima y salud local de las emisiones de esas plantas, se estima que el costo social anual de las plantas chinas alimentadas a carbón asciende a US$ 29.700 millones.
Suponiendo que una planta energética tiene una vida útil de 30 años, el costo social total estaría entre US$ 117.000 millones y US$ 892.000 millones. 27% del financiamiento chino al desarrollo energético va a hidroenergía, pero a menudo esos proyectos son enormes y han generado conflictos con las comunidades locales y los grupos que defienden los derechos de los pueblos y del ambiente.
Entonces, los bancos occidentales de desarrollo hablan pero no hacen. Los bancos chinos hacen pero no lo hacen del todo bien. El Nuevo Banco de Desarrollo, el primer banco mundial de infraestructura sustentable, es un paso en la dirección correcta en términos de financiamiento sustentable pero todavía no está claro si tiene fuertes protecciones para la inclusión social.
Si China quisiera dejar una verdadera impronta este año que ha sido anfitriona del G20, podría dar el ejemplo y no solamente brindar la mayor cantidad de financiamiento para el desarrollo sino también la mejor calidad de acuerdo con las Metas de Desarrollo Sustentable y el Acuerdo de París. Si China toma la delantera, sus acciones obligarán a Occidente a imitarla.
Entra en vigencia el acuerdo de París
El bloque de 28 naciones de la UE (12% del total de países) ratificó el acuerdo sobre el Clima logrado en París, hace un año. Con lo cual se supera el límite para que entre en vigencia el compromiso, este mes de noviembre. Con otros países que refrendaron el acuerdo, los signatarios europeos se suman a un grupo (75 hasta ahora) que representa 55% de las emisiones globales.
Este pacto internacional persigue un objetivo ambicioso: alejar a la economía global de los combustibles fósiles, en un intento de controlar olas de calor, inundaciones, sequías y elevación del nivel del mar. Ahora viene la etapa de convertir promesas en acciones concretas sobre el terreno.
Estados Unidos y China, los dos países responsables del mayor nivel de contaminación, ratificaron el acuerdo a principios de septiembre.
La decisión europea es remarcable, en momentos de tensión y diferencias de criterio en cuanto al Brexit, la salida de Gran Bretaña de la organización, porque se decidió dar ejemplo de celeridad y unidad en tema tan importante. Especialmente cuando hay una brecha significativa cuando se abordan temas como la economía del grupo, y el candente problema de los refugiados.
En noviembre también será la cita en Marruecos, para revisar lo actuado desde Perís y ver cómo se sigue en esta cruzada.
La aviación mundial en acuerdo sobre el clima
Ahora es el sector de la aeronavegación comercial en todo el mundo, que se suma ?con el reciente acuerdo logrado? a luchar contra el calentamiento global. Otro aporte más para reducir la polución que produce quemar combustibles de origen fósil.
Representantes de casi 200 países aprobaron el acuerdo en la reunión de la Organización Internacional de la Aviación Civil, en Montreal. Fue inmediatamente después de que Naciones Unidas anunciara que ya hay el número adecuado de países que ratificaron el acuerdo sobre clima a final del año pasado en París. Lo que implica que entrará en vigencia, como estaba previsto, a principios del próximo mes de noviembre, con el objetivo de que el alza en la temperatura global sea menor a 2 grados centígrados.
Las distintas aerolíneas respaldan un esquema que neutralizará el crecimiento de sus propias emisiones de carbono, con el financiamiento que darán a proyectos contra la polución, para que crezca la energía eólica o solar.
Este apoyo se programará a lo largo de varios años. La estimación es que para el año 2035, el aporte financiero de la aviación comercial ascenderá a US$ 24.000 millones.
Es una contribución, pero los ambientalistas rechazan el exagerado optimismo de las líneas aéreas, cuando sostienen que, desde ahora, “volar será una actividad verde”. Una mito, dicen los críticos. Como recuerdan, los aviones no reducen una gota el combustible que usan. Solamente compensan ayudando a reducir emisiones a otras industrias y actividades.
El Centro del Clima y Soluciones en Energía, de Estados Unidos, tiene un acercamiento más amistoso. Dice que es un buen esfuerzo para reducir emisiones que, según lo estimado podrían triplicarse para 2050 por la actividad de los aviones en vuelo.
La IATA (Asociación Internacional del Transporte Aéreo) dice que no puede ignorarse el significado de este acuerdo, que es el primer esquema global que cubre por entero a una industria de relevante significación económica.
La aeronavegación comercial es responsable, actualmente, de 2% del total de emisiones en el planeta. Pero con perspectiva de crecer a medida que aumenta la población mundial que viaja por este medio. Es muy probable que un esquema similar sea adoptado pronto por el transporte marítimo, con igual porcentaje de contaminación global.
Audaces recomendaciones
Naciones Unidas promueve el empoderamiento de la mujer
Para la gran cantidad de mujeres con bajos ingresos en todo el mundo, la planificación familiar es fundamental para poder ir tras sus proyectos y ambiciones. Ese es el motivo por el cual el primer informe del Panel de Alto Nivel es un fuerte mensaje a las empresas: no se conformen con dar trabajo a la mujer.
Este informe que acaba de publicar Naciones Unidas juntamente con “HERproject” de BSR (la ONG Global Business for Social Responsibility) es interesante porque admite y destaca las restricciones sistémicas que limitan el empoderamiento económico de la mujer: normas sociales adversas, leyes discriminatorias y brechas de género.
Y las recomendaciones del panel a las empresas son amplias y audaces: las insta a invertir en iniciativas que, por ejemplo, reducen y redistribuyen los cuidados y los trabajos de cuidar a otras personas, y a trabajar en inclusión financiera y digital para las mujeres. Un buen punto de partida para las empresas se encuentra en el HERproject.
BSR cree que el lugar de trabajo puede ser un lugar interesante para promover el empoderamiento económico de la mujer y eso es porque frecuentemente allí se mantiene una discriminación sistémica de las empleadas manteniéndolas en las tareas peor pagas y muchas veces sometidas al acoso sexual. El lugar de trabajo, entonces, se puede convertir en un espacio para generar el cambio.
Durante casi 10 años HERproject se asoció con más de 50 marcas globales para preparar programas destinados a empoderar a las mujeres en las fábricas y granjas. Esas relaciones dejaron muchas experiencias que hoy se traducen en una serie de recomendaciones. Aquí, algunas:
La naturaleza formal del lugar de trabajo lo convierte en un buen punto de entrada para atacar los problemas sistémicos. Las industrias dominadas por mujeres, como la del vestido o la horticultura, reúnen a miles de mujeres todos los días de la semana. Esto ofrece un espacio posible para reformular las normas de género que impiden el avance de la mujer. Una forma de hacer esto es mediante capacitación específica y programas que creen un empuje masivo para el empoderamiento de la mujer.
Las empresas locales cumplen un rol fundamental. Para poder progresar en este terreno hace falta que colaboren varias entidades con las ONG locales, que son las que entienden la cultura. Pero sin un fuerte compromiso de los dueños de la empresa local, o de los agricultores, o de los supervisores de las fábricas, las mejoras no se afianzan. Cambiar percepciones y prácticas muy arraigadas exige un compromiso sostenido de las marcas globales y de las empresas locales para crear modelos de negocios que pongan a la mujer en el centro.
El empoderamiento económico depende de muchos otros tipos de empoderamiento. Para que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres en los mercados, otras barreras deberán atenderse también. Si la mujer no puede planificar su familia, su situación económica se deteriorará. Si no puede manejar adecuadamente sus finanzas, su bienestar y el de su familia caerá. Y si el lugar donde trabaja no impide el acoso y la violencia de género su potencial económico nunca se hará realidad.
Modelo de colaboración
Por todas estas razones, el HERproject está basado en un modelo de colaboración para reunir a todas las marcas globales, a sus proveedores y ONG locales para atacar los problemas sistémicos en consonancia con las Metas de Desarrollo Sustentable.
Con sus distintas divisiones ?HERhealth, HERfinance y HERrespect? el HERproject puede contribuir a lograr: cero pobreza, buena salud y bienestar, igualdad de género y trabajo digno y crecimiento económico. Las grandes marcas globales están admitiendo que tienen una oportunidad única de contribuir a las metas sustentables a través de sus propias cadenas de suministro comprometiéndose a diseñar programas que empoderen a la mujer y a partir de allí, hacer gran impacto en otras áreas.
El primer informe del Panel de Alto Nivel de Naciones Unidas es muy importante porque hace pública la importancia de la acción empresarial para el empoderamiento económico de la mujer. Los lugares donde trabaja la gente pueden convertirse en una plataforma de lanzamiento para las mujeres, pero hay que trabajar más en profundidad y en alcance. Ha llegado el momento de que otros se unan a las marcas pioneras que participan en HERproject y de convertir a los lugares de trabajo en canchas donde se cambian las reglas del juego.