Airbnb viene revolucionando el negocio turístico desde hace ya varios años, pero desde las novedades que introdujo en febrero pasa de ser una startup a una gran empresa de la sharing economy. Ya es un jugador importante en el sector hospitalidad con un valor superior a los US$ 30.000 millones. La última novedad es que invita a su plataforma a los hoteles boutique y a los clásicos “bed & breaksfast”.
Con 4,85 millones de anuncios activos, tiene la cartera más grande del negocio, más que las cinco cadenas hoteleras más grandes del mundo. La compañía que puso en el mapa la posibilidad de compartir hogares privados dio a conocer sus datos correspondientes da 2017 y celebró haber logrado una comunidad diversa de viajeros en más de 190 regiones de origen.
Pero así como Airbnb se diversifica y se aleja de sus raíces, lo mismo hacen las empresas tradicionales. Marriott, una de las más grandes copañías hoteleras del mundo, entró en el negocio de los hogares compartidos en la forma de una sociedad piloto con Hostmaker, una compañía de alquileres inmobiliarios de Londres.
Accor Hotels—dueños de OneFineStay, el competidor lujoso de Airbnb—y Hyatt también han hecho su entrada al mercado del alojamiento privado. Y Booking.com también anunció recientemente que tiene 5 millones de anuncios de “alojamiento alternativo” en su plataforma, número que actualmente supera la cantidad de departamentos y casas que Airbnb tiene para alquilar.
Esto quiere decir que si se pueden reservar habitaciones de hotel con Airbnb y a su vez reservar una casa en Booking.com o en una cadena hotelera, el negocio del alojamiento se convierte en una sola “mega oferta”.
Está claro que sigue habiendo diferencias y que los modelos de negocios no son los mismos, pero desde el punto de vista del consumidor es difícil no darse cuenta de que al aumentar la competencia la oferta de productos se vuelve cada vez menos diferenciada.
