Se vende la joya más preciada

    A esta fase se llega en un momento en que hay un boom de
    Telefónica no sólo en la Bolsa española
    —donde se la considera un valor estrella— sino
    también en el conjunto de Europa, donde se ha convertido en la
    inversión más rentable, entre los valores con mayor
    capitalización.

    La peculiaridad de la privatización de Telefónica
    frente a procesos europeos similares radica en la decisión
    gubernamental de que el Estado se desprenda de la totalidad de su
    participación, 20,9 %, lo que supone 197 millones de acciones.
    El portavoz de la bancada socialista en el Congreso, ex ministro de
    industria Juan Manuel Eguiagaray, señaló a MERCADO la
    paradoja de que gobiernos liderados por “maestros” de la
    doctrina neoliberal, como Kohl y Chirac, encaren las privatizaciones
    en sus países manteniendo una participación sustancial
    del Estado en las empresas de telecomunicaciones, mientras que el
    joven equipo de José María Aznar —presidente del
    gobierno español— opta por una privatización sin
    reservas, de tipo thatcheriano o menemista.

    Tanto desde la oposición como desde los sindicatos se
    señala que en ningún caso otros gobiernos europeos se
    plantean, ni a corto ni a mediano plazo, perder el control sobre un
    sector considerado estratégico.

    Los analistas consideran que esto responde a una necesidad perentoria
    de ingresar dinero fresco —se espera recaudar en torno a US$
    4.500 millones— para cumplir los compromisos de la Unión
    Europea y el Tratado de Maastricht. España está
    apostando todas sus cartas a la incorporación a la Moneda
    Unica Europea en 1998 con el grupo de cabeza, liderado por Alemania.
    Para ello debe sastisfacer los criterios de convergencia, que suponen
    reducir su déficit a un máximo de 3% en el ‘97
    (4,4% en ‘96), reducir su deuda pública hasta un
    máximo de 60% del PIB y comprimir sus índices de
    inflación y tipos de interés. Aunque la Unión
    Europea no permite que los ingresos por privatizaciones sean
    destinados a la reducción del déficit, sí pueden
    ir al achicamiento de la deuda, tanto pública como de las
    empresas del Estado.

    “Es la venta de las joyas de la corona”, comentó
    Eguiagaray, quien considera poco prudente que el Estado quede ausente
    del Consejo de Administración de la Empresa. No obstante, el
    gobierno aprobó un Real Decreto para salvaguardar de forma
    selectiva los intereses estatales en la compañía. En el
    mismo se establece que Telefónica deberá obtener la
    autorización administrativa previa para adoptar determinadas
    decisiones cuando sea totalmente privada. El equipo oficial, en
    atención al carácter estratégico del sector,
    argumenta que Telefónica “es concesionaria de servicios
    de comunicación esenciales de titularidad estatal y reservados
    al sector público, cuyas tarifas y régimen de
    prestación están regulados por el gobierno”, lo
    que justifica ciertas medidas de control. También
    estará sujeta a la autorización previa la compra de
    acciones de la compañía cuando supere 10% del capital.
    Estas facultades de control gubernamental tendrán una vigencia
    de 10 años. Los expertos tienden a coincidir en que el proceso
    de privatización de Telefónica de España no
    afectará la marcha de su filial TISA (Telefónica
    Internacional S.A), aún cuando también será
    privatizada la participación del Estado español en la
    misma (23,77%), a favor de la empresa matriz, que controlará
    así 100% de las acciones. El responsable de telecomunicaciones
    del sindicato Comisiones Obreras (CC.OO.), Jesús Vesperina,
    señaló que “la privatización de Tisa no
    tendrá especial repercusión en las filiales, teniendo
    en cuenta que Telefónica, desde hace ya muchos años, se
    comporta como una empresa privada”. De hecho, la política
    estratégica del grupo internacional no se ha modificado
    sustancialmente con el cambio de gobierno.

     

    El proceso privatizador

    La perspectiva de la privatización de Telefónica
    revolucionó el mercado bursátil español al
    iniciarse 1997. La meteórica subida de su cotización
    —doblando su valor desde la privatización anterior, en
    octubre de 1995, cuando el Estado vendió 11% de sus
    acciones— disparó el 9 de enero el volumen de negocio y
    llevó a la Bolsa de Madrid a marcar un nuevo récord
    histórico de contratación: poco más de US$ 1000
    millones, de los cuales 43% correspondieron a casi 18 millones de
    acciones de Telefónica, lo que representa 1,9% del capital de
    la compañía. A este boom ayudaron también la
    compra de 35% de la Compañía Riograndense de
    Telecomunicaciones y el previsto pago de dividendos.

    El 3 de enero de 1997 fue cuando la Sociedad Estatal de
    Participaciones Patrimoniales (SEPPA) presentó a la
    Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) la
    información previa sobre la privatización de
    Telefónica. Este documento indicaba que “los valores a
    los que se refiere la Oferta son acciones ordinarias, al portador, de
    Telefónica de España S.A., de 500 Ptas. de valor
    nominal cada una, representadas mediante anotaciones en cuenta. Todas
    las acciones gozan de plenos derechos políticos y
    económicos, pertenecen a la misma clase, sin que existan
    acciones privilegiadas. El Consejo de Administración de
    Telefónica de España S.A., con fecha 18 de diciembre de
    1996, acordó repartir antes de la Fecha de Operación
    Bursátil de la Oferta Pública un dividendo a cuenta de
    35 Ptas. por acción, con cargo al ejercicio 1996. Los
    adquirentes de acciones en virtud de la Oferta Pública no
    tendrán para las acciones adquiridas en la misma, derecho a
    dividendo a cuenta, al realizarse su reparto con anterioridad a la
    correspondiente Fecha de Operación Bursátil”.

    La oferta se dividió en un tramo para España y otro
    para el exterior. El tramo español destina entre 50 y 55% de
    las acciones a minoristas, lo que supondría cerca de US$ 2260
    millones, tomando como precio de referencia de la acción el de
    US$ 22,5. Los minoristas podrían invertir entre US$ 375 y US$
    75.000. De estos límites queda excluído el subtramo
    destinado a empleados y jubilados de Telefónica. Para los
    minoristas, la propuesta de la SEPPA incluye un descuento de 4% y la
    reserva de acciones para entregar gratuitamente 1 con la compra de
    20, siempre y cuando se mantengan las 20 acciones desde el 18 de
    febrero de 1997 hasta el 19 de febrero de 1998. Entre 10 y 15%
    será para el tramo institucional español y
    aproximadamente 30% para el exterior que, a su vez, se divide en
    cuatro áreas (Estados Unidos, Reino Unido e Irlanda, Resto de
    Europa y Resto del Mundo).

    La coordinación global de la operación está a
    cargo de Morgan Stanley y los bancos del núcleo duro de
    Telefónica (Argentaria, BBV y La Caixa). Como directores para
    el tramo institucional fueron designados también BCH, Caja
    Madrid y Banco Santander, quedando fuera, en cambio, Merril Lynch. Se
    espera que antes del 20 de febrero quede cerrada la
    operación.

    El objetivo que se plantea desde el gobierno es que el número
    de accionistas supere el millón de inversores,
    inspirándose en las ideas de capitalismo popular que
    predicó Margaret Thatcher en Europa en los años ochenta
    y del que pueden encontrarse antecedentes en trabajos de Prebisch en
    los sesenta. En este sentido, el gobierno desplegó una
    campaña publicitaria sin precedentes, a un costo de unos US$
    25 millones. Se difundieron videos en todos los canales de
    televisión, se insertaron dobles páginas a color en los
    diarios de circulación nacional, se pusieron en la calle
    caravanas de microbuses y puestos informativos atendidos por cientos
    de universitarios, y se enviaron folletos informativos a cuatro
    millones de hogares. Además, el Estado español
    estableció un gasto de US$ 230 millones en incentivos a los
    accionistas, US$ 120 millones en las comisiones por la
    captación de inversores y US$ 4 millones en gastos de
    tramitación.

    (En Madrid) Javier M. González/ Ana Inés
    López-Accotto

     

    Tisa: la proyección internacional de
    Telefónica

    Tisa se creó en 1990 y en su primer año
    registró pérdidas por alrededor de US$ 4 millones,
    aunque a partir del segundo año comenzó a dar ganancia.
    Ya en 1995, obtuvo un beneficio neto consolidado de US$ 223 millones,
    lo que representó 22% del total de lo obtenido por el Grupo
    Telefónica y un crecimiento de 17% respecto a 1994. Al
    finalizar 1995, su valor de mercado era de US$ 6000 millones, lo que
    la situaba en el décimo lugar de la tabla de
    capitalización bursátil, entre las grandes
    compañías españolas. Cada vez más, TISA
    aporta un mayor volumen en los beneficios de la
    compañía. Sus ingresos por inversiones alcanzaron en
    1995 los US$ 370 millones (39% más que en 1994),
    fundamentalmente por sus filiales de Perú y Chile.
    Telefónica de Perú representaba en 1995 cerca del 40%
    del total de los activos de Tisa y aportó US$ 83 millones,
    sólo en concepto de transferencia de tecnología y
    gestión. En los primeros nueve meses de 1996, de los
    aproximadamente US$ 11.000 millones que facturó
    Telefónica, más de US$ 2.000 millones correspondieron a
    Tisa. En estos momentos, Tisa opera en 18 países, entre ellos
    la Argentina, Chile, México, Perú, Colombia, Venezuela
    y Puerto Rico y acaba de ingresar a Brasil. Gestiona 9,44 millones de
    líneas telefónicas, la mayor parte en América
    Latina, i tiene 756.000 clientes en telefonía celular y 1,13
    millones de suscriptores de televisión por cable.

    El presidente de Telefónica de España, Juan Villalonga
    —un ejecutivo de 43 años, procedente de Bankers Trust,
    sin experiencia en telecomunicaciones y amigo personal del presidente
    español, José María Aznar—, continúa
    de manera decidida el proyecto latinoamericano iniciado por Luis
    Solana y continuado por Cándido Velázquez, que pasa por
    consolidar el protagonismo de Telefónica en la Argentina,
    Chile y Perú como ejes de la Red Panamericana de Servicios e
    impulsar su implantación en el segmento de televisión
    por cable y los servicios multimedia en América Latina, a
    través de la Argentina, aprovechando que el índice de
    penetración de este servicio está entre los más
    elevados del mundo (49%). Además, la empresa estará
    presente en las sucesivas privatizaciones que se vayan presentando en
    el continente. De hecho, acaba de entrar en Brasil al obtener 35% de
    la Compañía Riograndense de Telecomunicaciones (CRT),
    en un consorcio con Rede Brasil Sul (RBS), la Compañía
    de Teléfonos de Chile (CTC) y Telefónica de
    Argentina.

    Esta primera incursión en territorio brasileño supone
    el ingreso en uno de los mercados más jugosos del área
    latinoamericana (Río Grande es una de las regiones más
    ricas de Brasil) y una toma de posición ante la futura venta
    de la compañía nacional, Telebras. Telefónica
    pagará al estado de Rio Grande do Sul casi US$ 647 millones
    por la explotación de 700.000 nuevas líneas.
    Además, Tisa opta por operar en Ecuador y Nicaragua, perdiendo
    sus opciones en Panamá por la presencia de
    participación estatal.

     

    Telefónica de España


    Telefónica de España S.A. se constituyó el 19 de
    abril de 1924. Es una entidad de derecho privado, sujeta a la
    normativa de sociedades anónimas.

    El Estado
    español participa indirectamente a través de la
    Dirección General del Patrimonio, con 21% del capital de la
    compañía.


    Telefónica es, en la actualidad, la más importante
    multinacional española, aportando 2% del valor añadido
    bruto de la economía.

    La Oferta
    Pública de Venta es considerada por los expertos como la
    operación bursátil más importante de la historia
    de España.

    El
    núcleo duro se constituyó hace dos años, con el
    control de 9% del capital social por parte de Argentaria (Banca
    Pública), el BBV y La Caixa. Su participación actual
    está en torno a 15%, repartido en partes prácticamente
    similares.

     

    Los accionistas se posicionan

    El 8 de enero, Argentaria, el grupo bancario público,
    anunció la compra en la Bolsa del 2,12% del capital en
    Telefónica, un volumen total de 20 millones de acciones, a 27
    dólares cada una (lo que representa una inversión
    aproximada de 477 millones de dólares), elevando su
    participación en esta compañía al 5,21%.
    Según portavoces del grupo bancario, el objetivo es elevar la
    participación de cara a la próxima privatización
    de la compañía, como una apuesta por su futuro. Y no se
    descarta que aumente todavía más su
    participación. Con esta inversión, Argentaria supera la
    participación del banco vasco BBV, que a finales de diciembre
    alcanzó el porcentaje del 5%, justificando la
    operación por su ‘carácter
    estratégico’. Por su parte, La Caixa, hasta ahora el
    primer accionista, cuenta con un 5,2%. No obstante, el presidente de
    Telefónica, Juan Villalonga, propuso que las tres entidades
    dupliquen su porcentaje de participación hasta el 25%, como
    una forma de evitar el desembarco de accionistas no deseados.