Libretones, supermercados y banca virtual

    Tras salir relativamente indemnes de la conmoción
    internacional de fines del ´97, los bancos se preparan para librar,
    en 1998, la gran batalla del segmento minorista. Allí todo
    vale y todo sirve: alta tecnología, eficiencia en los costos y
    un marketing agresivo.

     

    La conmoción de los mercados financieros y
    bursátiles internacionales puso de manifiesto un hecho
    inédito de la historia reciente: la banca local no fue
    afectada mayormente por el temporal, que si bien tuvo importantes
    repercusiones en la Bolsa, no gravitó en el nivel de los
    depósitos bancarios. No hubo, tampoco, corridas contra el
    peso, que logró mantener la paridad uno a uno con el
    dólar sin necesidad de que el Banco Central recurriera a sus
    reservas.

    Esta tranquilidad financiera y cambiaria parece ser la
    consecuencia de los profundos cambios registrados en el sistema tras
    el efecto tequila.

    A la depuración de entidades entre 1995 y en 1996 se
    sumó, a partir de 1997, la incursión en la plaza local
    de importantes entidades internacionales, decididas a consolidar su
    gravitación dentro del Mercosur. Es así como players de
    la talla mundial del Santander, el Bilbao Vizcaya y el Hong Kong
    & Shanghai pasaron a ejercer el control mayoritario de entidades
    privadas locales de primera magnitud, como el Banco Río, el
    Francés, el Crédito Argentino y el Roberts.

    Después de estas movidas, el Banco de Galicia pasó a
    constituirse en el único representante de la banca privada
    nacional entre las 10 principales entidades del sistema, tanto en lo
    que respecta al total de los activos como por el nivel de los
    depósitos.

    A fines de agosto los top ten absorbían 63,6% ($ 42.823
    millones) de los depósitos totales del sistema ($ 67.346
    millones). A fines de 1996 la relación era de 58% y en
    diciembre de 1994, a pocos días de explotar la crisis de
    México, de 49,7%.

    En agosto la participación del Galicia-Sudecor en los
    depósitos totales era de 7,6%, mientras que los tres bancos de
    propiedad estatal (Nación, Provincia y Ciudad) participaban
    con 28,3%, una relación muy similar a la que exhibían
    en conjunto los seis bancos extranjeros más importantes. (Para
    realizar estos cálculos se computó al Crédito
    Argentino y al Francés como una sola entidad, igual que al
    Santander y al Río. Los depósitos del Deutsche Bank,
    adquirido por el Bank Boston, también se sumaron a los de
    éste.)

     

    Con acento extranjero

    Los analistas coinciden en afirmar que en 1998 la
    participación de la banca extranjera continuará
    acentuándose, tanto por la compra de nuevas entidades como por
    la adopción de políticas de marketing muy agresivas,
    que les pemitirán ganar terreno en zonas que actualmente
    parecen dominadas por bancos de menor envergadura, y que,
    según todo indica, resultarán los más afectados
    por la incorporación al mercado local de los grandes bancos
    internacionales.

    A esto hay que sumar el hecho de que los bancos extranjeros que ya
    operaban en el país asumieron también una
    política comercial muy agresiva, mediante la
    habilitación de nuevas sucursales en zonas que anteriormente
    no atendían y la ampliación de la red de cajeros
    automáticos, cuya expansión en 1998 a nivel nacional
    será una de las características más distintivas
    del mercado.

     

    Los cooperativos

    Dentro de este contexto, los bancos cooperativos aparecen como los
    más afectados por el cambio, especialmente por el hecho de que
    les resulta muy difícil captar nuevos capitales de sus
    asociados, lo que los coloca en una situación de desventaja
    frente a las otras entidades privadas nacionales. Esta es una de las
    razones que indujeron al Banco Mayo a convertirse en sociedad
    anónima.

    En cambio, el Credicoop optó por una alternativa más
    tradicional. En los primeros días de diciembre anunció
    la absorción de otro banco cooperativo, el Argencoop, con
    depósitos por $ 195 millones, que se sumarán a los $
    1.110 millones que registraba el Credicoop. La operación no
    demandó desembolso de dinero por parte de esta última
    entidad, que se hizo cargo de todos los depósitos del
    Argencoop y adquirió activos de la entidad por igual cantidad,
    es decir que, desde el punto de vista contable, la absorción
    será totalmente neutra.

    El Credicoop es uno de los pocos bancos que durante la
    convertibilidad no efectuó nuevos aportes de capital, a pesar
    de que después del tequila absorbió a otros bancos
    cooperativos (Coopesur y algunos activos del Local), sin que ello
    afectara su estructura patrimonial, como lo demuestra el hecho de que
    a fines de agosto mantenía un exceso de $ 55,9 millones sobre
    los requerimientos mínimos de liquidez exigidos por el Banco
    Central, que disminuían a $ 33,5 millones sobre los aportes
    mínimos de capital.

    En el caso del Argencoop la situación era totalmente
    distinta: en lo concerniente a capitales mínimos
    mantenía un déficit de $ 14 millones, y un
    superávit de sólo $ 2,7 millones en materia de
    liquidez.

    Con la desaparición del Argencoop y la
    transformación del Mayo en sociedad anónima, la banca
    cooperativa quedará representada por sólo cinco
    entidades, de las que el Credicoop continuará siendo el
    más representativo. Los otros cuatro son el Almafuerte, el
    Empresario de Tucumán, el Río Tercero y el Balcarce,
    que a fines de agosto sumaban depósitos conjuntos por $ 441
    millones, en su mayor parte provenientes del Almafuerte ($ 281
    millones).

    Computando los del Credicoop-Argencoop, los depósitos
    totales de la banca cooperativa al 31 de agosto se elevaban a $ 1.745
    millones, que representaban solamente 2,6% de los $ 67.346 millones
    acumulados en el sistema.

     

    Los clientes chicos

    Durante este año la gran batalla de los bancos se
    librará en la franja minorista, que exhibe las mayores
    perspectivas de expansión.

    Mientras en la Argentina la cantidad de cuentas corrientes y cajas
    de ahorro representan en conjunto menos de la cuarta parte de la
    población (de cuatro personas solamente una tiene algún
    tipo de vinculación directa con los bancos), en Brasil el
    índice llega a 64%, en Chile a 80%, en Alemania a 94%, en
    Francia a 107% y en Japón a 310%, es decir, que en este
    país cada habitante dispone, en promedio, de tres cuentas
    bancarias.

    La agudización de la competencia debería reflejarse
    en la incorporación de nuevos productos, como ya
    ocurrió con las cajas de ahorro lanzadas por el Banco
    Río (Supercuenta) y el Francés (Libretón), que
    permiten acceder a distintos tipos de sorteos. En su momento estas
    cuentas revolucionaron el mercado financiero español, al
    impulsar la bancarización de los sectores de menores ingresos.

    La mayor competencia debería tender también a la
    disminución de los spreads y de los cargos que las entidades
    aplican por sus servicios. Esta evolución del mercado las
    obligará a intensificar las inversiones destinadas a
    modernizar los sistemas operativos para reducir costos y mantener la
    rentabilidad del negocio.

     

    Los nuevos canales

    En 1998 debería acentuarse, además, la tendencia de
    las entidades hacia los canales de distribución alternativos a
    la sucursal tradicional (correo directo, sucursal virtual, banca
    telefónica, cajeros automáticos, banca directa y
    virtual).

    En España – que suele tomarse como ejemplo en ese
    sentido – hay una sucursal bancaria cada 1.000 habitantes y un
    cajero automático cada 1.500, mientras que en la Argentina la
    relación es de 8.000 y 11.000, respectivamente.

    Otra muestra de la brecha en materia de bancarización se
    encuentra en el hecho de que en Chile los créditos al consumo
    representan 6,5% del PBI, mientras que en la Argentina alcanzan a
    sólo 0,18%. Algo similar ocurre con los créditos
    hipotecarios, que aquí, y a pesar del fuerte auge que
    registraron a partir del año pasado, cubren poco más de
    3,5% del PBI, frente al 9% que exhibe Chile.

    El economista Jean Claude Mailhé, responsable del
    área financiera de la consultora internacional Booz Allen
    & Hamilton, sostiene que el notable auge del sistema financiero
    español se basó – desde el punto de vista del
    marketing – en el desarrollo de políticas que se
    asemejan más a las de un supermercado que a las de un banco
    tradicional.

    A esto se suma la estrategia empleada en los restantes
    países de la Unión Europea, que, al basar su
    expansión en el creciente uso de la tecnología,
    lograron fuertes reducciones en el costo de las transacciones.

    Puesto que la Argentina ha mejorado su sistema de comunicaciones,
    Mailhé opina que podría aplicarse aquí una
    táctica intermedia, a través de la expansión de
    la red de cajeros automáticos (aproximadamente 100 nuevos por
    mes) y la instalación de minibancos en todos los
    supermercados, para impulsar al público a contratar servicios
    bancarios.

    Como este aspecto también les interesa a los supermercados,
    es posible que por razones de prestigio las grandes cadenas
    comerciales incorporen a sus bocas de expendio a las entidades de
    mayor envergadura, con miras a que esta alianza estratégica se
    extienda al Mercosur. Incluso, sostiene Mailhé, en un
    supermercado podría operar más de un banco.

    A éstos podrían sumarse los kioscos que se habiliten
    en las sucursales del correo, aunque en este caso las ventajas
    serán para el Banco de Galicia, que integra el consorcio que
    ganó la licitación para explotar el servicio postal. Si
    bien es difícil precisar la cantidad de kioscos bancarios que
    podrían habilitarse en las sucursales y agencias del correo,
    los expertos anticipan que oscilarían entre 400 y 500 en todo
    el país.

     

    Desde adentro

    Por el flanco de los bancos provinciales, es muy factible que en
    1998 se consolide un proceso de regionalización destinado a
    establecer estrategias comunes. Para encarar con un razonable grado
    de éxito una negociación de cierta importancia, una
    entidad debería disponer, como mínimo, de
    depósitos equivalentes a 0,5% de los totales del sistema, lo
    que, sobre los valores disponibles al 31 de agosto último,
    significaría aproximadamente $ 300 millones.

    Será importante también, afirma Mailhé, que,
    para neutralizar la desventaja de su menor envergadura
    económica, los bancos regionales brinden a sus clientes un
    mayor valor agregado en los productos que comercialicen. Si no
    disponen de la tecnología necesaria, tendrán que
    negociar su incorporación mediante convenios con otras
    entidades, pero resguardando siempre su identidad de banco local o
    regional.

    Una alternativa viable, en este sentido, podría ser la
    agrupación de varias entidades para comercializar un producto
    con marca única, que al reducir sensiblemente los costos les
    permitiría competir en mejores condiciones con los grandes
    bancos, que en forma progresiva harán notar su presencia en
    zonas del interior que anteriormente eran coto casi exclusivo de los
    bancos locales y provinciales.

    Luis García