El sector se encamina a un proceso de depuración,
crecimiento y auge de nuevos negocios. La presencia extranjera se
hará sentir y los locales que sobrevivan deberán
fortalecer su patrimonio.
La solución definitiva de los conflictos que en los
últimos años tuvieron las compañías del
sector con el Instituto de Reaseguros (Inder) constituye uno de los
factores fundamentales para que el mercado asegurador avance hacia
una profunda transformación, basada en una mayor
concentración y en una mejor calidad de los servicios.
Esto se producirá por la incorporación de
pólizas que ofrezcan nuevas alternativas para los asegurados y
por la mayor solvencia que caracterizará a las
compañías que logren sortear con éxito la
depuración, que tendrá su costado más
dramático por el flanco de las finanzas y la solvencia
patrimonial.
En los próximos meses, y con muy pocas excepciones, las
empresas estarán obligadas a reforzar su capital. Para las que
tienen su casa matriz en el exterior, esto no constituirá un
problema grave, siempre que los directivos internacionales decidan
mantener su presencia activa en el mercado argentino.
Para las empresas locales la situación se presenta mucho
más complicada. Resultará difícil convencer a
los accionistas de que apuesten fuerte al futuro de la empresa si no
tienen la seguridad de revertir las abultadas pérdidas que
soportaron en los últimos años: alrededor de US$ 1.000
millones desde 1991 para todo el sector.
Pese a todo, muchas empresas nacionales están dispuestas a
permanecer en el mercado, lo que las obligará a reforzar sus
patrimonios con nuevos capitales y a brindar un servicio cada vez
más creativo y exigente, siguiendo el ejemplo de algunas
compañías del exterior que en los últimos
años se prepararon para dar el gran salto, conformando
estructuras sólidas y eficientes, basadas en su experiencia
internacional.
La depuración a la que asistirá el sector en los
próximos meses no impedirá que el mercado siga
expandiéndose a un ritmo que los analistas estiman entre 10 y
15% anual, en el que las empresas tenderán a profesionalizarse
en determinados rubros, contrariamente a lo que ocurrió en los
últimos años, cuando para aumentar el volumen de los
negocios abarcaron todos los segmentos, aun sabiendo que esta
política las exponía a riesgos para los cuales no
estaban capacitadas, ni técnica ni patrimonialmente.
De compras
Son numerosas las empresas del exterior que no operan en la
Argentina pero que vienen observando el mercado local que, por estar
cerrado (no pueden abrirse nuevas empresas), las coloca en la
obligación de adquirir compañías ya existentes
para ingresar en la plaza.
Esta es la dificultad más importante y una de las razones
principales por las que hasta ahora no se asistió a una
invasión masiva de empresas extranjeras. A pesar de que,
cuando se solucione definitivamente el conflicto con el Inder, las
autoridades tienen prevista una apertura gradual del mercado, esto
difícilmente ocurra antes de finalizar este año.
Por lo tanto, las empresas internacionales que decidan instalarse
antes de la apertura deberán dirigir sus baterías a las
escasas empresas nacionales que exhiben una buena
administración y una sana estructura patrimonial y financiera.
En rigor, las compañías que exhiben esos atributos no
se encuentran en venta. Los directivos que lograron sacarlas airosas
de la crisis no se muestran dispuestos a ceder el control accionario,
salvo que reciban una oferta suficientemente tentadora como para
hacerles cambiar de actitud.
En cambio, casi todas las compañías ofrecidas en
venta presentan serios problemas, que las firmas del exterior
generalmente no están dispuestas a aceptar, especialmente si
las dificultades repercutieron negativamente en la imagen de la
empresa.
Es evidente que el hueco que dejen las empresas que desaparezcan
será rápidamente absorbido por las restantes, lo que
constituirá una excelente posibilidad de expansión para
las que logren salir fortalecidas de la depuración.
Vida y retiro
En el sector de los seguros de vida y de retiro la
situación se presenta mucho menos conflictiva. Como se trata
de negocios cuya existencia (o renacimiento) es relativamente
reciente, no arrastran los conflictos que padecen los del sector
patrimonial.
Además hay que tener en cuenta que la casi totalidad de las
compañías que operan en estos renglones son de capital
foráneo y de gran solvencia financiera y patrimonial,
dispuestas a soportar los défict operativos iniciales que
caracterizan a estos rubros.
En las compañías que explotan el ramo de vida, las
ganancias comienzan a percibirse recién a partir del quinto
año de iniciada la actividad, cuando el volumen de los
negocios permite neutralizar totalmente los gastos derivados de la
puesta en marcha y de la formación del plantel de vendedores.
Debido a que se trata de terrenos poco explorados en el
país, resultó difícil crear los equipos de
vendedores capacitados para acceder a las exigencias requeridas por
las grandes corporaciones internacionales, las que, por lo tanto,
tuvieron que hacerse cargo de su capacitación.
Durante el año pasado los sectores de vida, que incluyen
individual, colectivo, de retiro y previsional, sumaron negocios por
$ 1.500 millones, y se estima que actualmente en la Argentina
alcanzan a más de 150.000 las personas que contrataron
algún seguro de vida individual.
Para los directivos del sector esta última cifra se
incrementará a un promedio de 50% anual hasta el 2000. A
partir de entonces, la expansión prevista resultará muy
inferior y estará vinculada con el grado de
bancarización que alcancen los sectores de menores ingresos.
Esto es así debido a que el negocio tiene su fundamento
económico en el débito automático de la prima,
que en las pólizas más económicas representa
montos muy bajos.
En estos renglones se espera una participación creciente
por parte de los bancos, que por esta vía captarán una
importante masa de fondos de muy lenta movilidad, que les asegura la
posibilidad de diversificar los ingresos e intervenir más
activamente en el mercado de capitales.
Previsión y trabajo
En cuanto a las AFJP, la evolución durante 1997 fue muy
favorable hasta septiembre, pero en octubre y noviembre el valor de
la cuota reflejó el impacto de la crisis bursátil
mundial. Pese a ello hasta octubre la rentabilidad promedio anual se
situaba en 22,93%.
Al 31 de octubre los afiliados al sistema de capitalización
alcanzaban a 6,2 millones con una expansión de 9,17% en
relación con los existentes un año antes. Como
contrapartida, en el mismo período los adherentes al
régimen de reparto declinaron de 2,6 a 2,4 millones.
Todo indica que en 1998 esta tendencia se mantendrá. Por lo
tanto, dentro de un año los afiliados al sistema privado
superarían los 6,7 millones y los que permanecen en el sistema
estatal se ubicarían en torno de 2 millones. La
gravitación del régimen de capitalización dentro
del total se elevará, entonces, a 77%. A fines de octubre
último la relación era de 72,4%, y en igual mes de
1996, de 68,7%.
La decisión de las autoridades de limitar el régimen
de los traspasos desde el 1° de noviembre tendrá una
repercusión importante en el desarrollo del sistema durante
este año. De un promedio de casi 90.000 migraciones mensuales
bajaron en el primer mes de vigencia del nuevo sistema a sólo
10.000. Si esta cifra se mantiene, a las AFJP se les presentan dos
alternativas: reducir en forma drástica el plantel de
vendedores o adoptar una política mucho más agresiva
para intensificar la captación dentro del sector de reparto.
En este nuevo marco, todo indicaría que en los
próximos meses podría producirse una reducción
generalizada de las comisiones que las AFJP perciben por su
intervención, que quedaría condicionada a las nuevas
cargas que deberían asumir para compartir los gastos de
recaudación y a nuevos impuestos que gravarían el
desenvolvimiento de las empresas administradoras.
Por el flanco de los accidentes de trabajo, que explotan las ART,
la situación continuará extremadamente competitiva (ver
la edición de MERCADO de diciembre), pero también con
tendencia a la concentración y con perspectivas de que a
partir del segundo semestre se registren ligeras alzas en el valor de
las primas, después de un primer año de niveles
extremadamente bajos, producto de la necesidad de las empresas de
quedar bien ubicadas desde el comienzo de las actividades, aunque
esta política se reflejó en importantes quebrantos
operativos durante el primer año de gestión.
L. G.