En apenas cuestión de meses, luego de un prolongado letargo, las empresas que concentran sus negocios en la Web proliferaron en la Argentina. Sin que a nivel nacional se haya alcanzado lo que los analistas consideran masa crítica (según distintas estimaciones, las conexiones hogareñas rondarían entre 500.000 y 800.000 en todo el país), los sites con base local y aspiraciones regionales comenzaron a multiplicarse de manera vertiginosa.
Los motivos del súbito brote obedecen a múltiples causas. La más sólida y racional tendría que ver con un gran optimismo acerca de un rápido crecimiento, tanto del caudal de navegantes como de su disposición a realizar transacciones vía Internet. Sin embargo, en este punto, existen todavía algunos datos que obligan a moderar el optimismo.
Las tarifas de acceso, si bien vienen bajando gracias a la guerra de precios de los ISP (proveedores de servicio de Internet), encuentran aún el obstáculo de los costos de llamada, que las compañías telefónicas no terminan de decidirse a remover. Esa es la razón que aducen, en especial, los ISP como barrera que les impide masificar el acceso gratuito. “Todavía no hay masa crítica como para que la publicidad sustituya el ingreso por conectividad”, señalan algunos de los proveedores líderes.
En otros países las telcos se subieron rápidamente al tren digital y contribuyeron a generar explosiones demográficas de usuarios, conscientes de que el negocio para ellas mismas estaba en otro lado. Quienes apuestan a que eso sucederá también aquí en el corto plazo abonan la postura optimista en cuanto a la cantidad de futuros clientes que empujarán los carritos cibernéticos.
En el caso de que esto efectivamente ocurra, queda la cuestión de la vocación por comprar en la Web que podrían exhibir los navegantes locales. Allí entra a jugar la cuestión cultural que no es un tema menor y la de la seguridad, que no le va en zaga. Algunos de los estudios más recientes indican que los todavía escasos ciberclientes argentinos compran más en los sitios estadounidenses que en los de aquí.
Jugadores de primera
Con este panorama a la vista, cabe pensar que el florecimiento de sites de todo tamaño y color es, en buena parte, una jugada de jóvenes llenos de adrenalina y ambición, que reproducen los modelos norteamericanos más exitosos, buscan la financiación indispensable para posicionarse y confían en vender rápidamente sus compañías para lograr su primer millón antes de los 25 o 30 años. Todo esto, claro, con destacadas excepciones.
Los analistas suelen coincidir en que las perspectivas locales del comercio electrónico son interesantes, pero también advierten que los logros probablemente serán patrimonio de aquellos jugadores que lo vean como un negocio para desarrollar con real visión de futuro, que a las buenas plataformas tecnológicas (con encriptado de primera incluido) les sumen equipos de marketing y comunicación que entiendan el nuevo canal, y que posean la experiencia comercial necesaria como para construir grandes marcas Web.
A eso, claro, hay que agregar que las compañías responsables del fullfilment logística y entrega también se vayan adecuando a las necesidades y, sobre todo, a la velocidad del canal.
Por último, pero no por ello menos importante, está el tema de los contenidos atractivos, la customización y el valor agregado, que serán buenas razones para que el cibernauta local se acostumbre a llenar su changuito virtual.
