El 14 de diciembre Chile elegirá presidente entre José Antonio Kast y Jeannette Jara. Las encuestas colocan al candidato de derecha con una ventaja suficiente como para superar el 50% de los votos y llegar a La Moneda. En ese escenario, un nombre recorre discretamente los pasillos políticos de Santiago y los despachos de Buenos Aires: José Luis Daza Narbona, chileno-argentino, viceministro de Economía en la Argentina y opción preferida del mundo republicano para encabezar el Ministerio de Hacienda.
Un economista con dos biografías
Daza nació en Buenos Aires en 1958, hijo de un diplomático chileno, y repartió su infancia entre Argentina, Chile y Uruguay antes de formarse como economista en la Universidad de Chile y doctorarse en Georgetown. Su biografía parece escrita para cruzar fronteras: vivió décadas en Estados Unidos, trabajó en Wall Street y en bancos centrales, y hoy es, al mismo tiempo, funcionario de alto rango en el gobierno argentino y referente de la derecha chilena.
Durante la campaña presidencial de 2021 en Chile, Daza integró el equipo económico de José Antonio Kast en la segunda vuelta y fue mencionado como posible ministro de Hacienda si el republicano ganaba la elección. Cuatro años más tarde, Kast vuelve a disputar la presidencia, esta vez como favorito, y La Tercera lo ubica en el “póquer” de nombres para Hacienda, con una frase que condensa la encrucijada: el “ideal del mundo republicano es José Luis Daza, hoy autoridad relevante del gobierno de Javier Milei, que se debatirá entre asumir la primera línea chilena y mantenerse en el histórico proceso argentino”.
Es la figura de un economista que parece habitar dos biografías simultáneas: en una, es el chileno que vuelve para ayudar a reencauzar el modelo de crecimiento; en la otra, el argentino por adopción que se sienta junto a Luis Caputo a diseñar el programa de estabilización de la tercera economía de América Latina.
La voz chilena que juzga a Chile
En su visita reciente a Santiago, durante la cena del 35º aniversario del Instituto Libertad y Desarrollo, Daza habló de Chile como quien le habla a un viejo conocido. “Al final lo que resuelve los problemas es el crecimiento”, sostuvo, y afirmó que “prácticamente todos los problemas de Chile, desde pensiones, mercado del trabajo, salarios, hospitales”, se resuelven con una expansión sostenida del PIB al 4,5% o 5% durante 15 o 20 años.
También lanzó una metáfora que se volvió titular: “el virus que trajo Boric y sus amigos fue como una vacuna y el cuerpo reaccionó y generó todo tipo de antivirus para rechazarlo”, dijo, al comparar las “ideas estatistas y asistencialistas” en Argentina con la breve experiencia del actual gobierno chileno.
Daza se presenta allí como chileno que le habla a Chile. Invoca al “Chile que fue” como modelo a imitar, señala que el país debe “copiar las cosas que hizo Chile” en materia de instituciones, ahorro y productividad, y reclama un regreso al “sentido técnico” para evitar que la política derive hacia soluciones asistencialistas.
El funcionario argentino que mira al norte
Pero cada una de esas frases sale de la boca de un viceministro de Economía de la Argentina. El mismo funcionario que, en el streaming del Gordo Dan, explica junto a Caputo el final del plan de estabilización, afirma que está “a punto de finalizar” y que “falta concretar la formalización de la compra de reservas internacionales”, porque “el mercado quiere que acumulemos reservas” y “falta el acceso a los mercados”.
Desde ese cargo, Daza exhibe a la Argentina como laboratorio de reformas. En sus presentaciones describe la reducción del déficit fiscal de 5% a 0% del PIB, el ajuste del gasto real y la caída de la pobreza, y habla del “milagro argentino” bajo Javier Milei, al tiempo que reconoce que “queda muchísimo por hacer”.
El contraste es inevitable: el chileno que llama a Chile a imitar al Chile del pasado, y el argentino-por-función que reivindica el shock de ajuste en Buenos Aires, se confunden en una misma voz. En las fronteras de ese discurso, las dos repúblicas se rozan como si compartieran un mismo tablero de control.
¿Puede un solo Daza formar parte de dos gobiernos?
La pregunta política no es menor. Si Kast gana la elección, su gobierno deberá decidir quién conducirá Hacienda. La Tercera señala que Jorge Quiroz es el rostro económico visible, pero que “el favorito de varios miembros del círculo republicano” es Daza, quien tendría una suerte de “opción preferente” para asumir el ministerio.
Si esa preferencia se concreta, el viceministro de Economía argentino se transformaría en ministro de Hacienda chileno. No existen precedentes recientes, en América Latina, de un economista que salga de la primera línea de un gobierno para pasar a ocupar la primera línea económica de otro país, y menos aún sin que haya concluido el proceso que él mismo presenta como “histórico” en la Argentina.
Conflicto de intereses
La posible incompatibilidad no es solo jurídica, sino política y simbólica. Un mismo funcionario que hoy negocia con organismos multilaterales en nombre de la Argentina podría, en pocos meses, sentarse del otro lado de la mesa como responsable de la macroeconomía chilena. Los mercados financieros podrían leer ese movimiento como señal de continuidad de una agenda liberal a ambos lados de la cordillera, pero las sociedades podrían percibirlo como una mezcla extraña: un ministro que lleva en sus maletas las planillas de dos países.
Por ahora, todo es especulación. Daza mantiene su despacho en Buenos Aires, Kast recorre Chile en busca de los votos finales y las encuestas se mueven dentro del margen que le da ventaja al candidato republicano. En esa incertidumbre, la figura del economista queda suspendida entre dos capitales, como si la cordillera fuera un archivo abierto donde se escribe, en paralelo, la misma historia con dos sellos oficiales.












