¿En qué estaba Roberto Lavagna?
Las dos tareas centrales que enfrenta Felisa Miceli, la flamante titular de Economía, son la lucha contra la inflación y la negociación con el FMI. Las dos tareas que había abordado su predecesor cuando fue forzado a renunciar (o cuando provocó su renuncia, según la interpretación que se prefiera).
Roberto Lavagna fue como decía Mercado en septiembre pasado, ver El futuro de Lavagna- un avezado piloto de tormentas convocado por Eduardo Duhalde en medio del incendio del 2002. Sus éxitos iniciales fueron de tal magnitud que un débil candidato presidencial de entonces, como Néstor Kirchner, debió anunciar públicamente que lo mantendría si ganaba. Una estrategia que dio réditos y que confirió un singular poder y autonomía al ministro.
Puede decirse que tras el reciente triunfo electoral, Kirchner no necesitaba más de Lavagna a quien todos le atribuyen proyectos políticos ambiciosos. Pero lo más probable es que hubiera preferido que volviera al llano con peor imagen que la que muestra hoy. En marzo o abril próximo, con la inflación en alza, hubiera sido el momento adecuado. Usarlo de fusible y mandarlo a casa asociado a una derrota sería la mejor estrategia.
Pero, en el ajedrez juegan dos. También Lavagna sabía que a partir de ahora venía pura erosión y desgaste. Tal vez por eso provocó su salida, cuestionando públicamente la autoridad presidencial. Kirchner no tuvo más remedio que acelerar los tiempos.
¿En qué estaba Lavagna cuando llegó el momento de irse? En la formulación de un plan antiinflacionario con medidas económicas y no amenazas a empresarios- y en preparar el terreno con el Fondo (no en vano una de las primeras llamadas al ministro saliente fue la de Rodrigo Rato).
El pensamiento dominante en el entorno presidencial era:
Kirchner contrarió a Bush en Mar del Plata. Por lo tanto, Estados Unidos no ayudará a la Argentina en su negociación con el Fondo Monetario Internacional.
Como el gobierno no está dispuesto a sacrificar piezas vitales de su programa económico, no habrá acuerdo y al país no le quedará otro remedio que continuar con su política de desendeudamiento, pagando al FMI los montos correspondientes a cada vencimiento, por inconveniente que resulte cancelar créditos baratos tomando nueva deuda más cara.
De manera que, mientras en el plano local se acelera la lucha contra el creciente nivel de inflación, en lo externo se busca el concurso financiero de Venezuela (país que compraría US$ 600 millones en títulos de la deuda pública de nuestro país) y hay preparativos para pagar al FMI cuando corresponda, en ausencia de todo tipo de acuerdo. Para eso ya está preparada la opinión pública.
Veamos primero el paquete anti-inflación de Roberto Lavagna.
- El anuncio más impactante fue la creación de un fondo anticíclico que recibirá todos los excedentes de recaudación durante el semestre noviembre 2005-abril 2006. Con lo que se pone un enérgico freno al gasto.
- El fondo anticíclico se usará, bien para comprar dólares o acumular reservas de acuerdo a las necesidades del gobierno. En el semestre, el fondo podría acumular unos $ 3.000 millones.
- Bajar el costo de vida. La medida más trascendente en lo inmediato es la eliminación total de los reintegros a la exportación de unos 200 productos de la canasta básica de alimentos -entre otros, manteca, yogur, té, ajos, cebollas, aceites, pastas, quesos-.
- Menor costo de las indemnizaciones. El tope indemnizatorio en caso de despido injustificado, que se había fijado en 180%, pasa a ser de 150%. Se supone que motivará a las empresas a realizar nuevas contrataciones laborales.
- Se recomendó al Banco Central que redujera la liquidez por medio de una suba de encajes, que después se liberarían si se destinaran a financiar proyectos de inversión de largo plazo (Martín Redrado ya anunció que hará caso omiso de esta sugerencia).
Hasta aquí la supersíntesis del paquete anti-inflación. Mientras tanto los complicados pasos del minué con el FMI se seguían dando en Washington y en Buenos Aires. El vocero del organismo dijo que se vería con agrado que la Argentina reinicie el proceso negociador. Lavagna replicó de inmediato: es posible mantener una conversación útil.
El escenario estaba armado para otro éxito de la capacidad negociadora de este gobierno. A pesar de la hostilidad y la presión del FMI, era probable que se llegara a un nuevo acuerdo en los primeros cuatro meses del año próximo, sin comprometer la dignidad de la posición argentina.
Hasta es posible imaginar los términos de la negociación. Vea Rato, todo no se puede. Uds. quieren que eliminemos las retenciones. Bueno, empezamos por quitar reintegros, que al cabo es lo mismo. Hemos reducido el costo laboral. Aunque no lo parece, ya hubo aumentos disimulados de tarifas y habrá otros más. El fondo anticíclico impedirá la disparada del gasto público. El superávit fiscal seguirá creciendo. Si el Banco Central acepta nuestro criterio, se pondrán más encajes, y ello seguramente llevará a un alza en el tipo de interés, y con un poco de suerte, a una mayor apreciación del peso. No a $2,30 por dólar como les gustaría a Uds, pero tal vez a $ 2,75.
Si Rato se declaraba convencido, aunque sea a regañadientes, hubiéramos podido titular que otra vez le torcimos el brazo al FMI . Pero todo esto es historia antigua. Veremos como encara ambos temas Felisa Miceli.
Lo relevante, lo urgente y lo frívolo
Concebir el plan de contenidos de cada edición de una revista al menos en el caso de Mercado- es contar con un hilo conductor que, sin que haya que decirlo de modo expreso, el lector reconoce en ese diálogo implícito que establece con el medio.
Distinguir lo relevante de lo urgente es una labor permanente. Ejercitar la memoria del lector, recordarle lo que olvidó, explicarle lo que no entendió, es parte de ese plan maestro que acompaña cada edición, cuando el foco se pone en el conocimiento, es decir, en darle significado a la información.
Hay raras circunstancias en que ese entendimiento con el lector hay que hacerlo evidente, dada la magnitud de lo que está en juego.
La portada de esta edición está dedicada a explicar lo ocurrido durante la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata. ¿Darle el espacio más apreciado a hechos que ya parecen viejos? Sin duda. Para Mercado es noticia lo que el lector no entendió, no recuerda o no sabe.
Desde esta perspectiva es obvio que no tenía hasta ahora posibilidad de entender lo ocurrido en esa aparente absurda discusión en torno al Alca. Creemos que a partir de ahora, con este análisis que se despliega a partir de la página 24, todo cobra sentido y perspectiva. El rompecabezas se arma fácil y rápido.
En cuanto a lo que no siempre se recuerda, esta edición incluye dos piezas que ayudan a evocar e interpretar la historia económica de la Argentina.
La primera, en la página 12, es una referencia a esa leyenda de la Edad Dorada del país que nos acompaña desde hace muchas generaciones. ¿Cómo, después de haber estado entre los primeros del mundo, hemos retrocedido tanto? Roberto Cortés Conde, el historiador, intenta clarificar el punto con su nuevo libro La economía política de la Argentina en el siglo XX, del cual se reproduce un capítulo sobre el periodo entre las dos grandes guerras mundiales.
La segunda, a partir de la página 36, es la síntesis de un trabajo de la Fundación Pent que indaga sobre otro tema fascinante: ¿Por qué Argentina ya no iguala a Australia cuando, al menos hasta 1930, la superaba?.Hoy, Australia ocupa el décimo lugar del mundo en ingreso por habitante. Argentina está bajo el cuadragésimo.
En el fondo, el propósito último en la lectura de esta revista es para entender. Precisamente, para entender el mundo, conviene detenerse en El juego euroasiático y la descripción del nuevo triángulo de poder entre Rusia, China e Irán, con petróleo, materias primas, población y capacidad industrial exportadora. Un importante contrapeso a la hegemonía estadounidense, que se plantea desde la página 42.
La era del conocimiento supone nuevos desafíos para los profesionales que trabajan en las empresas (en Alta Gerencia, página 64). Tal como lo advirtió hace varias décadas Peter Drucker, indiscutible padre del management tal como lo concebimos hoy y a quien se rinde homenaje póstumo (página 14).
Algún filósofo contemporáneo sostiene que la crisis de Occidente se debe a que no se ha dominado la transición entre la seriedad antigua y la frivolidad moderna. Lo cierto es que lo frívolo es una corriente central en todo el mundo. Y las marcas del lujo, un gran negocio que factura US$ 134 mil millones anuales y no para de crecer.
Thornton Veblen, un economista y sociólogo estadounidense de hace cien años, denunció entonces la “emulación pecuniaria” que lleva al “ocio y consumo conspicuos”, es decir, al derroche irracional de recursos para obtener prestigio social. Todo se adquiere, no por un valor intrínseco, sino por el efecto demostrativo; uno sí tiene lo que los otros no, y es necesario escenificarlo para provocar sentimientos tan poco elogiables como la envidia y el resentimiento.
Más allá de teorías y cifras, por primera vez Mercado realiza este ranking ver página 86 sobre las marcas del lujo como son percibidas por los empresarios en nuestro país.
Para quien no quiera distraerse y postergar debates de actualidad, es conveniente comenzar por la página 34, donde se analiza la inversión como variante clave en el crecimiento económico.
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