“Los sistemas financieros son reflejo de los económicos”

    Por Matías Maciel


    Hasta la década pasada, el dirigente de fútbol Carlos Heller hacía sombra al dirigente bancario Carlos Heller. Su nombre aparecía mucho más en los suplementos deportivos que en las secciones de economía y finanzas. Sin embargo, en 1996, tras once años al frente del Club Atlético Boca Juniors junto con Antonio Alegre, perdió la elección por un nuevo período y se concentró de lleno en su rol de gerente general de Banco Credicoop. Cada domingo sigue a su equipo desde la platea, pero no está en sus planes volver a la política del club de sus amores.


    Desde hace algunas semanas, Heller es el nuevo presidente del Credicoop. Asumió luego de desempeñarse durante 27 años como gerente general. La entidad es el resultado de la fusión de 44 cajas de crédito cooperativo, en 1979. En la actualidad, con 225 filiales en todo el país, la entidad ocupa un lugar de privilegio en el sistema financiero argentino, donde en 2005 se destacó por ser (según el BCRA) el undécimo banco en depósitos totales en pesos y el duodécimo en préstamos.



    – Tras las elecciones, el entonces ministro Roberto Lavagna anunció una serie de medidas para controlar la inflación. ¿Cuál es su opinión al respecto?



    – Antes habría que analizar qué es la inflación o por qué hay inflación. Porque en definitiva yo insisto en que la inflación es a la economía lo que la fiebre a las personas. No es una enfermedad en sí misma sino un síntoma, y por lo tanto el diagnóstico es esencial para determinar el tratamiento. Si el diagnóstico es equivocado, la medicación es mala. Cuando un señor tiene fiebre el médico no dice está enfermo de fiebre, sino que hay una infección que hace que el señor tenga fiebre. Descubre lo que pasa y en función de eso decide la medicina.


    En la Argentina, durante mucho tiempo desde Martínez de Hoz hasta los 90 se dijo que el déficit fiscal era producido por las empresas públicas deficitarias. Entonces, se argumentaba que para combatir la inflación había que privatizar las empresas públicas, eliminar el déficit fiscal y así no habría más inflación. Con ese diagnóstico se aplicó esa medicina. Hoy, pareciera que no fue acertado el diagnóstico porque hay un enorme superávit fiscal, el sector público ha sido desmantelado y el tema de la inflación se vuelve a plantear. El diagnóstico sirvió, en definitiva, para aplicar esa medicina.


    En la actualidad uno escucha a los diagnosticadores que dicen cosas parecidas. Como ya no pueden hablar de la necesidad del superávit fiscal, dicen que la inflación se produce porque se gasta mucho y eso achica el superávit fiscal, hay que mantenerlo alto y para eso hay que contener el gasto. Otros, en la misma línea, dicen que la economía ha crecido mucho, se ha recalentando, que es necesario enfriarla y para eso hay que subir la tasa de interés y restringir la oferta monetaria, de ese modo, la demanda va a disminuir y los precios van a ceder y así se va a contener la inflación.



    – ¿Cuáles serían, para usted, las causas de una inflación?



    – Desde mi visión, la principal causa de inflación de la Argentina tiene que ver con la economía concentrada, monopólica, resultante de la aplicación de las políticas que se han aplicado durante todos estos años. Así, nos encontramos, en efecto, con una economía con restricciones de oferta pero que además tiene una oferta oligopólica y concentrada en ramas clave de la economía, controladas por dos, tres o cuatro empresas. Entonces, uno observa que los formadores de precio de la Argentina son muy pocos, los mismos de siempre. Además, se advierte que la rentabilidad de muchos de esos sectores ha aumentado, y por lo tanto no hay ninguna explicación para que tengan que trasladar a los precios sus mayores costos. Uno debería decir que una de las maneras eficaces de combatir la inflación es actuar contra la concentración económica, tomar medidas que sirvan para democratizar la economía y favorecer el funcionamiento de las pymes.


    La Argentina es básicamente un país productor de alimentos. Parece absurdo, entonces, que el precio internacional de los alimentos incida de manera tal que los argentinos tengamos que pagar más caros los alimentos. El gobierno debe recurrir a instrumentos impositivos como las retenciones, por ejemplo, para generar indiferencia por las variaciones de precios internacionales. Por otra parte, si el precio del petróleo se dispara, ¿quién es el beneficiario? ¿La empresa explotadora de la concesión o la sociedad argentina en su conjunto que se apropia de esa renta extraordinaria y con eso distribuye ingresos? Todos hablan de que hay que distribuir la riqueza pero nadie dice cómo se hace. ¿Cómo se hace? Con medidas de ese tipo. Hay que decirlo con claridad: hay que sacarle a unos para darle a otros. Hay que aumentarle el salario a los que ganan menos, hay que aplicarle impuestos a los que ganan más. No hay otra forma.



    – ¿Qué piensa de la recomendación al Banco Central de aumentar los encajes?



    – Se trata de un pedido, una recomendación, no sé qué es lo que va a hacer el Central. Habría que esperar para hacer un comentario. Por otro lado, la propuesta venía acompañada a la idea de encajes que se aumentarían pero que se liberarían contra que los bancos prestaran a más largo plazo. En ese sentido, según su magnitud, para nosotros, desde el punto de vista de la liquidez, podría ser indiferente porque estamos dando préstamos a cinco años y, probablemente, si pudiéramos tener un encaje al que afectamos los créditos que extendemos de pronto no nos sentiríamos afectados. Pero no se puede opinar porque no sé si se trata de subir los encajes en un punto, dos o catorce.



    – También se anunció que se buscará una nueva Ley de Riesgos de Trabajo



    Mi opinión ahí es de fondo. La cuestión no pasa por discutir el articulado de una ley. En temas tan delicados como la vida de las personas, su posibilidad de invalidez o cosas por el estilo, lo inaceptable es que esté en manos de empresas de lucro. El seguro de accidente de trabajo debería estar prestado por el Estado o por empresas de la economía social. Porque si la empresa gana más en función de pagar menos una muerte o una mano ¿con qué criterio se actúa? ¿Con el criterio de la gente o con el criterio del negocio? La gran falla es ver todo como un negocio.



    – Tras la profunda crisis en la que entró la Argentina en general, en 2001, el sistema financiero resultó uno de los sectores más perjudicados. Se advierte una recuperación. ¿Cómo lo percibe usted?



    – Acá no hubo una crisis del sistema financiero, sino una crisis del país, de la economía, que explotó en el sistema financiero y que, a su vez, el mismo sistema potenció. En marzo de 2001, luego de que el FMI dijera que no entregaría la segunda cuota del blindaje porque Argentina no había cumplido con las metas, comienza la fuga de depósitos del sistema. ¿Por qué? Porque las multinacionales dan la instrucción a sus filiales locales de llevarse los fondos de la Argentina. Entre el 1º de marzo y el 30 de noviembre, tuvo lugar un éxodo de US$ 23.000 millones del sistema financiero sin que nadie hiciera nada.


    Se suponía que se acordaría con el FMI, se recompondría el flujo y todo se normalizaría. Por eso digo que la crisis se produce en la economía real y se expresa en el sistema financiero, que es donde se resume la crisis. El sistema colapsó cuando perdió US$ 23.000 millones, que era más que el total de los encajes del sistema financiero. El corralito pretendía evitar que todo se paralizara y establecía la circulación dentro del sistema. Pero insisto, el sistema financiero de principios de 2001 era un sistema líquido, solvente y rentable. La aclaración es importante porque es la recuperación de la economía real la que también posibilitó la recuperación del sistema financiero.


    No hay posibilidad de un sistema financiero que funcione bien si la economía, desde el punto de vista general, funciona mal. Una economía en recesión con empresas que cierran y con consumo que se achica, no puede ser compatible con un sistema financiero que ande bien. En este momento, con una economía en crecimiento, la Argentina tiene problemas de distribución del ingreso, de injusticia distributiva, de enormes problemas no resueltos, pero no se puede decir que es intrascendente que se crezca a 8 o a 9% anual.



    – ¿Puede una economía funcionar bien con un sistema financiero que funciona mal?



    – En la crisis la gente puede apelar al trueque, al efectivo o a otras tantas modalidades para sobrevivir, pero la economía no puede funcionar en forma primitiva. El sistema financiero provee un fluido vital para el desarrollo de la actividad económica. Sin sistema financiero no hay posibilidad de actividad económica. Después podemos discutir qué tipo de sistema financiero. ¿Es lo mismo cualquier sistema financiero? En los ´90 la tesis era que hacía falta que los bancos tuvieran, al menos, un socio internacional. Si eran extranjeros, mejor. Todo eso quedó en el camino, se desmitificó. Hoy la percepción es diferente y, en definitiva, creo que muchísimos usuarios de servicios bancarios se dieron cuenta de que es más amigable una entidad local que una entidad cuyas decisiones y políticas se fijan a 15 mil kilómetros de distancia. Cuanto más local, más amigable. Según estudios elaborados por consultoras, la gente nos distingue por acceso que encuentran a los niveles más altos. No es menor que tengamos, por ejemplo, comisiones locales conformadas por vecinos en cada sucursal. Eso es un rasgo de cercanía y la cercanía es un atributo muy importante.


    No es lo mismo cualquier sistema financiero. Los sistemas financieros son siempre espejo del modelo económico. El modelo de una economía extranjerizada y concentrada se corresponde con un sistema financiero extranjerizado y concentrado. Si la Argentina se democratiza económicamente y avanza en un proceso de fortalecimiento de las economías regionales, fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas, de la agricultura familiar, etcétera, seguramente harán falta bancos regionales, bancos locales, cajas de crédito, otro tipo de sistema financiero.



    – Debería inferirse, entonces, que como la economía no cambió tanto tampoco el sistema financiero cambió tanto.



    – Lógico. El sistema financiero cambió porque algunos fenómenos que tuvieron lugar en este tiempo. En primer lugar, se fueron varios bancos extranjeros, huyeron despavoridos. Otros vendieron. Hubo también, en muchos casos, decisiones que superaban a lo ocurrido en la Argentina, matrices que determinaron un cambio de estrategia de sus negocios en la región, algunos decidieron irse y otros concentrarse en un solo país. Por otro lado, hubo un cambio en la percepción del público, por ejemplo, la porción de depósitos que hoy está en manos extranjeras es mucho menor que la que estaba antes de la crisis. En ese caso, no hubo un cambio regulatorio que indujera esa transferencia sino un cambio en la actitud del público.



    – ¿Cómo se gestiona un banco cooperativo? ¿Es distinto el modelo de gestión al de la banca privada?



    – Una de las características del banco cooperativo es que no tiene dueño, no tiene un grupo dominante. En lo formal, el dueño son todos los que operan con el banco, sus asociados. Yo diría que el nuestro es un banco que tiene 550.000 dueños. Es una asociación cooperativa auténtica. ¿Cómo se mide la autenticidad de una cooperativa? Por el nivel de participación de sus asociados y los incentivos para que esa participación exista. La gente no tiene demasiada voluntad participativa porque se ha frustrado muchas veces, entonces hay estar estimular todo el tiempo. Nuestros planes apuntan a hacer crecer las Comisiones de Asociados, porque queremos más gente participando en la administración.