El alma del capitalismo

    El pobre Milton Friedman –se esté o no de acuerdo con él– merecía mejor suerte. Poca gente recuerda el mérito de sus teorías o las razones por las que ganó el Premio Nobel de Economía. Lo primero que viene a la mente de casi todos cuando se lo menciona es su famosa frase de los años 70. La única meta de la empresa es tener rentabilidad, al par que denostaba la hipocresía de lo que comenzaba tímidamente a llamarse “responsabilidad social de la empresas”.
    Una buena dimensión de cómo han cambiado las cosas en poco más de cuatro décadas. Prácticamente nadie, al menos públicamente, comulga con esa idea contundente. Hay al menos cinco variables de primer nivel en el escrutinio interno y externo de las empresas: el comportamiento ético; la transparencia y el buen gobierno; la responsabilidad con los empleados; el compromiso con el medio ambiente y el cambio climático, y finalmente la contribución a la comunidad.
    (Esa integración define el aporte sustancial del informe Merco de “las 100 empresas más responsables y con mejor gobierno corporativo”, que por segundo año consecutivo publicamos en esta versión de “El Libro Blanco”).
    En palabras de Nancy Koeh, historiadora y profesora de Business Administration en la Harvard Business School, “el capitalismo tiene una mente y un alma”. Afrontar estos nuevos problemas de hoy, ambientales, sociales, políticos, regulatorios, supone nuevas herramientas, metas más ambiciosas y repensar todo el escenario de la empresa.
    Un buen ejemplo de esta nueva actitud la ejemplifica Paul Polman, CEO global de Unilever. Los objetivos son: reducir la emisión de gases en 50%, utilizar 100% de materias primas sustentables, y ayuda a sus compradores (1.000 millones de personas en todo el mundo) en mejorar la higiene.
    Convencer a los accionistas del conglomerado –como todos, ansiosos por el bottom line– no fue fácil. Menos en esos tiempos (2008), menos verdes. Mirar al largo plazo es fundamental, les dijo, si se quiere perdurar en el tiempo. Polman hizo estas declaraciones en su reciente visita a Buenos Aires (ver Mercado de septiembre pasado, página 130).
    Pero logró convencerlos. La sustentabilidad no aparece en Unilever como una estrategia de marketing sino, más bien, como un plan inteligente respecto a la longevidad del negocio. “Hay que trabajar pensando en el largo plazo”, admitió Polman. “En Unilever ya no reportamos financieramente por cuatrimestre, por ejemplo. Estamos trabajando junto con otras entidades, como el Congreso de Estados Unidos o Naciones Unidas para cambiar la lógica financiera del corto plazo”.

    Perfil de la inversión social

    El cambio de percepciones y de clima en el ámbito empresarial en la Argentina se advierte en otras manifestaciones. Una reciente encuesta de GDFE (grupo de fundaciones y empresas) revela que tanto para las empresas (70%) como las fundaciones (52%) la prioridad es la educación. En el caso de las empresas le sigue: reducción de la pobreza e inclusión, medio ambiente, salud y fortalecimiento de la sociedad civil. Mientras que en las fundaciones, sigue: cultura; reducción de la pobreza e inclusión, fortalecimiento de la sociedad civil y salud.
    Los datos obtenidos indican que en la agenda de la inversión social privada local lo relevante es: derechos humanos, ciencia y tecnología, economía y Responsabilidad Social Empresaria. Y en menor medida: reforma del sector público y gobernabilidad, justicia y seguridad, y transparencia y lucha contra la corrupción.
    La agenda de la cooperación internacional, en cambio, tiene entre sus temas prioritarios: reducción de la pobreza e inclusión, derechos humanos, medio ambiente, economía, reforma del sector público y gobernabilidad, y educación.
    La inversión social se orienta, en el caso de las fundaciones, en primer lugar a los niños, y en el de las empresas, a los jóvenes. En segundo, se alternan estas posiciones. Detrás de ellas, la comunidad en general y las personas en situación de vulnerabilidad social, adolescentes, adultos, poblaciones rurales, y personas con discapacidad. Y en un tercero, personas mayores, mujeres, pueblos originarios y migrantes, entre otros.
    Esta inversión se focaliza en la provincia de Buenos Aires (46%, si se mira a las empresas y 36 %, a las fundaciones). Los siguientes lugares los ocupan: Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y Santa Fe.