jueves, 26 de diciembre de 2024

¿La sequía es producto del cambio climático?

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En estos últimos años, la sequía ha atraído la atención debido a la intensidad de sus últimas ocurrencias en nuestro país. Su foco está dado ya que es un fenómeno climático capaz de provocar importantes consecuencias para el ambiente, la agricultura, la economía, la salud y la sociedad.

Por Annika Wainberg (*)

La sequía hace referencia a una anomalía transitoria que, durante su periodo, según la RAE, “el agua disponible de una región geográfica se ubica por debajo de los parámetros habituales por lo que no resulta suficiente para satisfacer las necesidades de los seres humanos, plantas y animales”.

Una de las actividades más afectadas por dicho desastre natural es sin duda el sector agrícola. De hecho, la Argentina, proveedor mundial clave de alimentos, sufrió una disminución del 61% en los ingresos por exportación de granos y oleaginosas entre enero de 2022 y enero de 2023.
Ciertamente, la situación actual de la Argentina se caracteriza tanto por haber registrado los últimos tres años secos con menor precipitación acumulada de nuestra historia, como por también haber registrado el verano (2023) más cálido de su historia con 1,3 grados por encima de la temperatura normal, en base al período de referencia que va de 1961 a la actualidad. Tras dicho panorama desalentador, se han disparado dudas referidas a la posible relación entre ambos actores, es decir, entre el déficit de precipitación y el aumento de temperatura (cambio climático).

Rol del cambio climático

El cambio climático se refiere a una variación significativa en los componentes del clima cuando se comparan períodos prolongados, pudiendo ser décadas o más. Dicho cambio puede ser provocado por variabilidades naturales como la del ciclo solar o también, actividades humanas.
Desde mediados del siglo XIX, las actividades antrópicas han sido el principal motor del cambio climático debido al proceso de industrialización iniciado hace más de un siglo. En particular, se le atribuye responsabilidad a la combustión de cantidades cada vez mayores de petróleo y carbón, la tala de bosques, ciertos métodos de explotación agrícola, entre otros. Dichas actividades generan emisiones de gases de efecto invernadero que actúan como una manta que envuelve a la Tierra, atrapando el calor del sol y elevando las temperaturas. Es debido a esto que, desde los últimos años del siglo XIX, la temperatura media de la superficie terrestre ha aumentado más de 0,6 ºC.

Considerando aquello, se vuelve relevante evaluar en qué medida el cambio climático inducido por el hombre, altera la probabilidad y la intensidad de la escasez de precipitaciones que conducen a las sequías actuales, y en particular a la de nuestro país.

Para lograr responder a dicha problemática, debemos en primer lugar, ahondar y diferenciar los distintos tipos de sequías. Existe por un lado, la (i) sequía meteorológica, referida al momento en el cual se produce una escasez continuada de las precipitaciones. Se trata de la sequía que da origen a los restantes tipos de sequía, es decir, que todas las demás serán consecuencia esencial de un déficit de precipitación.
A continuación, podemos mencionar a la (ii) sequía hidrológica que hace referencia a los efectos que provocan los períodos de poca precipitación sobre los niveles de los ríos, los embalses y los acuíferos.
Luego, existe la (iii) sequía agrícola que alude a un déficit de humedad en la raíz para satisfacer las necesidades de un cultivo dado, en un lugar y en una época determinada.
Por último, se identifica la (iiii) sequía ecológica, que remite a un episodio de déficit de disponibilidad de agua y lleva a los ecosistemas a superar sus umbrales de vulnerabilidad, impactando en los servicios del ecosistema.

Hoy día y en las próximas décadas, el cambio climático aumenta las probabilidades de que las sequías empeoren en muchas partes del mundo. Existen varias formas en las que el aumento de la temperatura puede contribuir a ellas según la región y el momento estudiado. Más precisamente, algunos efectos posibles en nuestro país y en el resto del mundo podrían ser: el aumento de la evapotranspiración o la alteración de los “ríos atmosféricos”.

En el primer caso, las temperaturas más cálidas son capaces de aumentar la evapotranspiración, es decir, la pérdida de humedad por evaporación del suelo junto a la pérdida de agua por transpiración de la vegetación. Dicha combinación de procesos resulta en el secado del suelo que, finaliza derivando por un lado, en mayor estrés de las plantas e impactos en la agricultura, y por otro, en que los períodos con bajas precipitaciones sean más secos que en condiciones más frías. El impacto se manifiesta entonces, en un aumento e intensidad de sequías agrícolas y ecológicas debido a la reducción de disponibilidad de agua.

Asimismo, un calentamiento también puede alterar los llamados “ríos atmosféricos” (corrientes estrechas de humedad transportadas en la atmósfera). En efecto, una de las principales fuentes de humedad para el sur de América del Sur, conformado gran parte por la Cuenca del Plata (sistema hídrico más grande de Sudamérica después del Amazonas), es el sur de la Amazonía. En otras palabras, la humedad transportada desde el sur de la Amazonía durante la estación seca se convierte en precipitación sobre la Cuenca de la Plata. De este modo, si se presentan anomalías en el transporte de humedad, se reducen las contribuciones y se provocan sequías.

Por último, una combinación de ríos atmosféricos cambiantes y temperaturas más cálidas también puede afectar en algunas regiones la capa de nieve y su derretimiento, diezmando potencialmente el suministro de agua.

Sequía actual argentina

En los meses de octubre, noviembre y diciembre del 2022, Argentina y países vecinos experimentaron temperaturas inusualmente altas. En nuestro caso particular, “el cambio climático causado por el hombre hizo que un evento, como la ola de calor registrada en nuestro país en diciembre de 2022, sea aproximadamente 60 veces más probable que ocurra y 1,4 ºC más caliente”.

Científicos que conforman la World Weather Attribution (WWA), se encargaron de realizar un estudio referido al análisis y comunicación de la posible influencia del cambio climático en eventos climáticos extremos (sequía en este caso) en el último trimestre del 2022 del sureste de América del Sur, que comprende países tales como Argentina, Uruguay y Brasil.

Particularmente, los resultados mostraron que la sequía referida a dicho periodo, representada como poca lluvia, no puede atribuirse al cambio climático antropogénico. En otras palabras, el estudio aclara que si nos basamos en la sequía que desencadena a todas las demás, el cambio climático no afectó a la cantidad de lluvia ya que, la reducción de las precipitaciones se debe principalmente a una variabilidad natural y a la deforestación de los bosques amazónicos.

La mayoría de los eventos históricos de sequía en el área de estudio, incluido el evento de 2022, están vinculados al fenómeno la Niña. En efecto, dicho fenómeno climático se caracteriza por el enfriamiento de las aguas del Pacífico, causando al mismo tiempo el debilitamiento de los anticiclones marítimos y continentales, lo que trae consigo poca nubosidad, bajas presiones y menos tormentas.

Por otro lado, se indica que la deforestación de los bosques amazónicos es una impulsora de la reducción del transporte de la humedad atmosférica a otras regiones. En efecto, las aguas retenidas en ciertos ríos que conforman la Cuenca del Plata se forman, en parte, con precipitaciones que son consecuencia de la humedad proveniente del océano Atlántico. Dicha humedad es empujada en forma de vapor por vientos que pasan sobre la selva amazónica donde, una parte cae en forma de lluvia, y otra, continúa su recorrido alimentándose, a su vez, por la evapotranspiración de la selva.

Ante la pérdida de árboles, los ríos voladores no tienen estos sitios donde precipitar poco a poco y retroalimentarse con la evapotranspiración de la vegetación, las corrientes húmedas se desplazan a mayor velocidad y precipitan con más potencia en menos lugares causando inundaciones. Como comienza a haber un cambio en el flujo de las corrientes de agua, este puede también expresarse en forma de sequías.
Por último, el análisis no descarta la opción de que el cambio climático antropogénico haya influido en otros aspectos de la sequía. De hecho, afirma que el aumento de las temperaturas redujo la disponibilidad de agua y empeoró los impactos de la sequía ya que, el aumento de las olas de calor extremo condujo a un incremento de la evapotranspiración.

Conclusión

La relación entre el cambio climático y la sequía actual en Argentina es cada vez más evidente y preocupante. Efectivamente, podemos concluir que el cambio climático es considerado una causa, entre muchas otras, de muchos tipos de sequías. En definitiva, según cómo entendamos a la sequía, el calentamiento global puede contribuir a la falta de precipitaciones o a alguno de sus resultantes, generando así una aparición o intensificación de una sequía. Es fundamental que se implementen por un lado, políticas y acciones concretas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y por otro, pronósticos estacionales que permitan anticipar mejor las sequías para reducir sus múltiples impactos.
(*) Analista de Datos de GEO Estudio y Opinión.

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