viernes, 27 de diciembre de 2024

Pronóstico: un desastre natural por día para 2030

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Entre 2020 y 2022 hubo 175 desastres naturales en América Latina y el Caribe. Se prevé que lleguen a dos por día en 2030. En el 13 octubre, Día Mundial de la Prevención de Catástrofes Naturales es la preocupación central para las empresas en la región.

Solo 40% de las pérdidas por eventos climáticos ( US$ 280 billones) están aseguradas.
Latinoamérica y Caribe es una de las regiones más impactadas por las catástrofes naturales: terremotos, huracanes, sequías, inundaciones, lluvias intensas… Entre 2020 y 2022 se produjeron 175 desastres naturales en América Latina y el Caribe, según el Informe de Evaluación Global publicado por la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), donde también se prevé que la cantidad de desastres llegue a 560 por año, o más de un desastre natural por día, para 2030.

Ante este contexto, y en el marco del Día Mundial de la Prevención de Catástrofes Naturales, se pone nuevamente de relevancia el Informe Global de Riesgos 2022, publicado por el World Economic Forum y Marsh Mclennan, donde las empresas latinoamericanas coinciden en que la principal amenaza para sus negocios en los próximos diez años es la ocurrencia de fenómenos meteorológicos extremos.

Y es que el costo que estos desastres naturales es realmente impactante. Más de 10.000 vidas en 2021 y pérdidas materiales por valor de US$ 280.000 millones, de los cuales aproximadamente $120.000 (43%), fueron cubiertos por (rea)seguros, de acuerdo a Guy Carpenter, líder global de riesgos y reaseguros.

 

Riesgos ESG para la prevención de desastres

 

Los riesgos relacionados con Medioambiente y Cambio Climático, la E de los principios ESG, son aquellos que tocan directamente a la sostenibilidad de las empresas, entendida como la capacidad para mantenerse durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente (RAE).

El impacto potencial de los riesgos “E” incluye no solo los derivados de los desastres naturales, cada vez más intensos, sino todos los asociados a la transición energética y a una conciencia social fortalecida en su compromiso con la protección de los recursos naturales.

 

“A pesar del creciente interés en gobiernos de todo el mundo por situarlo en la agenda pública, y de las evidencias científicas sobre el impacto de la actividad humana en el cambio climático, la realidad es que los riesgos Medioambientales no están siendo identificados ni cuantificados correctamente, por lo que la capacidad de resiliencia y respuesta antes crisis es, en términos generales, muy limitada”, comenta Gerardo Herrera, líder regional de Consultoría de Riesgos y Riesgos ESG para Marsh Latinoamérica y El Caribe. “El camino hacia la verdadera sostenibilidad no es posible sin un manejo adecuado de los riesgos “E“, añade.

 

Colaboración público privada

 

La capacidad de anticipación, prevención, protección y respuesta ante los eventos catastróficos debe ser parte del compromiso con la sostenibilidad global, y un objetivo prioritario para gobiernos y el sector privado. “El pequeño comercio, la gran industria, los gobiernos, las personas… ninguno podemos hacer frente a estas catástrofes solos. Por eso la colaboración es más necesaria que nunca. Estamos convencidos de que una distribución apropiada del riesgo entre asegurados, re/aseguradores y Estados, es la mejor respuesta a estos riesgos”, aclaró el Country Head País.

Marsh McLennan, firma global en riesgos, estrategia y personas, lleva 40 años promoviendo esta colaboración público-privada, desarrollando herramientas y soluciones capaces de mitigar y gestionar mejor estos riesgos catastróficos y complejos, que se han mostrado especialmente efectivas para terremotos, inundaciones, huracanes y terrorismo, entre otras. Todas estas soluciones de mitigación facilitan:

 

  • Acceso a capital y coberturas de seguro para empresas y particulares
  • Acceso de las aseguradoras a nuevos esquemas de reaseguro
  • Retorno de inversión, al aportar mayor confianza al mercado de capitales
  • Implantación de mejores medidas de prevención y de entendimiento/modelación del riesgo
  • Respaldo de parte de las pérdidas (de forma más o menos limitada) por los gobiernos.

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