Mejor no apartarse demasiado de las metas para setiembre

spot_img

Con reservas netas en el Banco Central que apenas si cubren una semana de importaciones y DEG (la moneda del FMI) que alcanza para pagar compromisos con el organismo hasta principios de octubre, existe poco margen de error.

Si continúa el propósito de la conducción económica de acercarse a las metas de fin de setiembre, comprometidas en el acuerdo con el FMI, como recuerda el IERAL de la Fundación Mediterránea. Dado que se intenta evitar el salto devaluatorio como mecanismo para recuperar reservas, el gobierno apunta a “sobreactuar” los esfuerzos destinados a enderezar el rumbo fiscal, tras un primer semestre en el que el déficit primario del sector público llegó a alejarse, en proyección anual, hasta 1,2 puntos porcentuales del objetivo de 2,5 % del PIB para 2022.

En el apuro, las partidas presupuestarias que se recortan son las subejecutadas, y afectan áreas como educación y vivienda. La calidad del ajuste fiscal no es algo que esté en el radar, ya que subsiste la superposición de gastos entre distintas jurisdicciones, “la política” mantiene sus privilegios y los subsidios económicos apuntan a permanecer por arriba de los 15 mil millones de dólares de cara a 2023.

El gobierno se resiste a admitir el evidente atraso del tipo de cambio oficial con el argumento que, después del invierno, la caída de las importaciones energéticas devolverá superávit a las cuentas externas.

Sin embargo, los términos de intercambio, que realizaron un generoso aporte a la actividad económica y a la balanza comercial en el primer semestre, ahora se están trastocando: en julio los precios de exportación subieron 13,4 % interanual, la mitad de la variación de los precios de importación (27,8%). El inoportuno “viento de frente” que empiezan a aportar los términos del intercambio, no hace más que dejar expuestas las inconsistencias de la macroeconomía.

Compartir:

spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img

Noticias

CONTENIDO RELACIONADO