En este sentido, se debe destacar lo ocurrido con el sector registrado explica el último informe de la consultora Ecolatina. Según el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) los puestos de trabajo formales vienen creciendo al 4,6% i.a. durante los primeros cinco meses del 2022 -último dato a mayo-, habiendo superado el nivel alcanzado en 2019, incluso levemente en términos poblacionales (+0,4%). Respecto a esto último, cabe recordar que anualmente la oferta de trabajo (individuos que salen al mercado en búsqueda de ingresos) tiende a expandirse en cerca de un 1%.
En cualquier caso, las heterogeneidades comienzan al desagregar a este conjunto. Esta tendencia es impulsada por dos modalidades: asalariados públicos y cuentapropistas -monotributistas, autónomos y monotributistas sociales-. En el caso de los primeros, el crecimiento interanual es de casi 3%, pero se destaca por no haber exhibido números en rojo durante la pandemia. Tal es así que el crecimiento respecto a 2019 es de 2,3% por encima del crecimiento poblacional.
Si bien los cuentapropistas sí sintieron el impacto de la pandemia, la recuperación -apuntalada también por la regularización de la asistencia social vía monotributo- muestra un avance de casi 10,2% considerando también el aumento de la población desde 2019.
El empleo de calidad, golpeado
De todo esto se desprende que, incluso pese a los buenos números del empleo asalariado formal del sector privado durante los últimos meses (promedia una suba de 3,8% i.a. en 2022), esta modalidad -típicamente asociada con el empleo deseable, de calidad y mayor productividad- es la que más ha sufrido en los últimos años. En este sentido, si contemplamos también el avance poblacional, el deterioro es de casi 4% respecto a 2019 en los primeros cinco meses del año. Vale destacar que las medidas tendientes a proteger el empleo durante los meses de restricciones más severas han ayudado a que este desplome no sea mayor, aunque pagando un costo en términos de ingresos laborales: el salario real del sector privado cayó 1,5% en promedio en 2020.
Bienes vs Servicios
Dentro de esta modalidad también se puede observar parte del camino de la post-pandemia. Hasta el relajamiento de la gran mayoría de las restricciones a mediados del año pasado, el empleo en Bienes (4,7% i.a) había crecido más que aquel asociado a los Servicios (recién en mayo arrojó una variación interanual positiva). Sin embargo, mientras que en términos de actividad se revirtió esta tendencia, esto no ocurrió en términos del empleo: hacia mayo los Bienes experimentaron una suba de 4,7% i.a., contra la expansión de 3,3% i.a. de los segundos.
Esta dinámica responde a la Construcción -un sector que estuvo fuertemente afectado por las restricciones a la movilidad-, que incrementó 16% i.a. su nómina de trabajadores formales. No obstante, si comparamos la dinámica respecto a 2019, el deterioro per-cápita del empleo formal es más pronunciado en los sectores productores de Bienes (-4,5% vs -3,4%).
Dado el peso específico de la Industria y del Comercio en nuestra economía y el rol que jugaron en la recuperación de la actividad durante 2021, vale la pena echar un vistazo hacia dentro de los mismos. El empleo industrial crece este año a un ritmo de 3,1% i.a., por debajo del comercio, que lo hace al 3,7% i.a. Sin embargo, la mejor performance relativa durante todo 2021 de estos sectores los ubica mejor que el promedio a la hora de realizar la comparación con la pre-pandemia: están 1,4% y 2,6% por debajo si tenemos en cuenta el crecimiento de la población. De este modo, no solamente la economía en general fue traccionada por el entramado industrial y los diversos incentivos al consumo -que también estimulan al comercio-, sino que también tuvo un impacto positivo en el empleo formal.
Este análisis del mundo laboral formal refleja ciertos matices que los números agregados esconden: desde 2020, el empleo público y el cuentapropismo han sido los baluartes del crecimiento del empleo. Si bien el empleo asalariado del sector privado muestra cierto vigor en los últimos meses, una mirada de mediano plazo lo muestra todavía muy por debajo de sus capacidades. Sin embargo, esto no debería sorprender: la economía se encuentra 0,2% por debajo del nivel per-cápita de 2019 y la incertidumbre actual, desencadenada en la esfera financiera, pero trasladándose a la economía real afectando las decisiones de consumo e inversión, impone un techo al crecimiento del empleo de calidad.