Peter Petri y Michael Plummer, investigadores de la John Hopkins University, analizan las implicancias mundiales de semejante acuerdo y lo que significa para la participación económica de Estados Unidos en la región.
El RCEP y el Comprehensive and Progressive Agreement for Trans–Pacific Partnership (CPTPP), que entró en vigencia el 30 de diciembre de 2018 y también está dominado por miembros del Sudeste Asiático, son los únicos acuerdos multilaterales firmados en la Era Trump.
India y Estados Unidos iban a ser miembros del RCEP y el CPTPP respectivamente, pero se retiraron bajo los gobiernos de Modi y Trump. Tal como están configurados, ambos acuerdos estimulan la integración entre los países del Este asiático alrededor de China y Japón.
Esto es, en parte, resultado de las políticas de Estados Unidos, dicen los autores. Estados Unidos debe reequilibrar sus estrategias económicas y de seguridad para avanzar no solamente sus intereses económicos sino también sus metas de seguridad.
El significado económico del RCEP
RCEP conectará a cerca de 30% de la población y la producción mundial y, en un adecuado contexto político, generará importantes ganancias. Según simulaciones computarizadas recientes, el RCEP podría sumar US$209.000 millones anuales a los ingresos mundiales y US$ 500.000 millones al comercio mundial para 2030.
Los autores estiman que el RCEP y el CPTPP juntos compensarán las pérdidas globales producto de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, aunque no para esos dos países. Los nuevos acuerdos harán más eficientes las economías del Sudeste y el Noreste asiáticos porque conectará sus fortalezas en tecnología, manufactura, agricultura y recursos naturales.
Los efectos del RCEP son impresionantes aunque el acuerdo no sea tan riguroso como el CPTPP. Incentiva las cadenas de suministro en toda la región pero también cuida las sensibilidades políticas. Sus normas de propiedad intelectual agregan muy poco a lo que muchos miembros ya implementan y el acuerdo no dice nada sobre normas laborales, medio ambiente o empresas del estado – todos temas que forman capítulos clave en el CPTPP. No obstante, los acuerdos comerciales centrados en los ASEAN tienden a mejorar con el tiempo.
El sudeste asiático se va a beneficiar considerablemente con el RCEP (US$19.000 millones anuales para 2030) pero menos que el nordeste asiático porque ya tiene acuerdos de libre comercio con los socios del RCEP. Pero el RCEP podría mejorar el acceso a los fondos de la Belt and Road Initiative (BRI) china y fortalecer el transporte, la energía y los lazos de comunicación. Las reglas del RCEP también atraerán la inversión extranjera.
Importancia geopolítica del RCEP
El RCEP, a veces considerado erróneamente como “conducido por China”, es un triunfo de la diplomacia de los países que integran el grupo ASEAN, de menor poder. Siempre se habló del valor de un gran acuerdo comercial en el Este asiático, pero ni China ni Japón, las economías más grandes de la región, eran aceptados políticamente como los arquitectos del proyecto.
El impasse fue resuelto en 2012 con un acuerdo negociado por ASEAN que incluía como miembros a India, Australia y Nueva Zelanda y ponía a ASEAN a cargo de la negociación del acuerdo. Sin esa “centralidad de ASEAN” el RCEP tal vez no se habría hecho realidad.
Seguramente el RCEP ayudará a China a fortalecer las relaciones con sus vecinos luego de ocho años de pacientes negociaciones “al estilo ASEAN”, que los participantes describen como lentas, consensuadas y flexibles.
RCEP también va a acelerar la integración económica del nordeste asiático. Un vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón dijo el año pasado que las negociaciones para un acuerdo trilateral China–Surcorea–Japón, estancadas por muchos años, se activarán “en cuanto puedan concluir la negociación sobre el RCEP”. En coincidencia, un discurso de alto perfil del presidente chino Xi Jinping el pasado noviembre prometió “acelerar las negociaciones para un tratado de inversión China–UE y China–Japón–Surcorea para un acuerdo comercial”.
Finalmente, el RCEP y el CPTPP son poderosos contraejemplos para la declinación global del comercio basado en reglas. Si el RCEP estimula el crecimiento de todos sus miembros, incluida China, tendrá influencia en todo el mundo.
Alternativas para Estados Unidos
Las políticas estadounidenses en Asia deben ajustarse a las cambiantes realidades del Este asiático, deben reconocer el creciente papel de China, la integración ASEAN y la relativa disminución de la influencia económica norteamericana.
Las políticas asiáticas de la administración Trump se concentraron en una nueva visión libre y abierta Indo–Pacífico (FOIP–Free and Open Indo Pacific). Los principios del FOIP –una región abierta, inclusiva y pacífica– eran consistentes con la política norteamericana. Pero las tácticas de la administración ponían énfasis en el aislamiento de China de las redes económicas regionales y priorizaban acuerdos de seguridad centrados en el cuarteto Australia, India, Japón, y Estados Unidos).
Paralelamente, las dimensiones económicas de FOIP permanecían secundarias, desde inversiones modestas y un plan para excluir a China de las cadenas de suministro hasta calificación de proyectos de infraestructura, a veces financiados por China. El enfoque estadounidense antagonizaba con ASEAN y otros amigos del Este asiático obligando a los países a innecesarias y peligrosas elecciones políticas.
Hacia delante, una opción para Estados Unidos es continuar con el FOIP en su actual forma con más apoyo multilateral. El método Trump –con menos retórica inflamatoria– tiene apoyo en el Congreso y hasta en algunos países ASEAN como Vietnam.
Sin embargo, ese método conduciría a la marginación de Estados Unidos mientras acuerdos económicos como RCEP, CPTPP y BRI continúan creciendo. Sin un pilar económico, el FOIP va a obligar a los países a elegir entre sus intereses económicos y de seguridad.
Una segunda opción para Estados Unidos es una vez más involucrarse plenamente en las redes económicas regionales junto con un rol activo en seguridad. Por ejemplo, Estados Unidos podría sumarse al CPTPP y abogar por su rápido agrandamiento para incluir a Indonesia, Filipinas, SurCorea, Tailandia y Gran Bretaña. Los mercados y la tecnología de Estados Unidos hacen atractivos esos acuerdos y, con el tiempo, podrían persuadir a China a unirse. Pero la actual política norteamericana parece ofrecer poco apoyo a ese enfoque.
Una tercera opción para Estados Unidos es el involucramiento blando combinado con estrechos pero firmes compromisos de seguridad. Ese método aumentaría las fortalezas norteamericanas y ganaría tiempo para iniciativas más ambiciosas. Fomentaría la participación en foros regionales, el intercambio de personas, el comercio basado en reglas y articularía claramente una presencia militar. Se beneficiaría de entendimientos entre Estados Unidos y China, no poca cosa en el contexto actual.
Gran Bretaña: desde 2030 no más autos a nafta o gasoil
Boris Johnson anunciará que la venta de vehículos nafteros y gasoleros quedará prohibida a partir de 2030.
La decisión forma parte de un amplio paquete de iniciativas verdes. En febrero de este año el primer ministro había dicho que adelantaría esa prohibición de 2040 a 2035. Pero ahora se cree que adelantará la fecha a 2030 para acelerar la adopción del auto eléctrico en Gran Bretaña e impulsar el país hacia la meta de emisiones cero para 2050, según funcionarios del gobierno y de la industria.
No obstante se supone que se mantendrá la meta menos exigente de 2035 para ponerle fin a la venta de autos híbridos que tienen baterías eléctricas además de motores tradicionales.
Aunque las ventas de autos eléctricos crecen fuerte, todavía el mes pasado estaban a menos de 7% de todas las ventas nacionales de autos, según la Society of Motor manufacturers and Traders. Hace tiempo que la industria automotriz viene insistiendo en la importante inversión necesaria para crear una infraestructura que pueda lograr que los usuarios cambian al auto eléctrico, más caro que el naftero o gasolero.
El gobierno aportará el año próximo 500 millones de libras esterlinas para financiar infraestructura de carga en todo el país.