Al menos en una porción de la economía, para definir un programa que resulte presentable al FMI. Hay otra porción del manejo de la economía que sigue y seguirá, sin embargo, en manos de la política.
Los resultados de la macro descentralizada en diversas facciones, pero con liderazgo excluyente del Banco Central hasta fines de septiembre, lograron asustar a buena parte de la tropa en la coalición de gobierno y a la propia Vicepresidenta al ver que la política de financiación monetaria del déficit fiscal (“la emisión no genera inflación”) impulsaba niveles impensados de brecha cambiaria, y que la situación se tornaba insostenible.
En efecto, la emisión no había generado hasta aquí mayor inflación, pero las cosas empezaban a cambiar (la inflación de octubre en CABA ya fue de 3.4%) y la brecha cambiaria se había ampliado desde 23% en febrero a 80% desde mayo, y al 105% promedio en octubre. La pérdida de confianza resultaba notoria no solo en términos de brecha, sino por la elevada prima de riesgo (1400 puntos básicos a menos de dos meses de un acuerdo con los acreedores) y por la persistente salida de depósitos en dólares del sector privado. Algo había que hacer para llegar a diciembre, y de allí a octubre de 2021.
La primera decisión fue centralizar una porción de las decisiones económicas en el Ministerio de Economía y Finanzas, que anunció cambios en el manejo de deuda, financiamiento del déficit y tasas de interés. El Tesoro emitió deuda atada a la evolución del dólar y deuda en pesos en magnitudes significativas respecto del pasado, a tasas más altas. El Banco Central venía ajustando fuertemente la tasa de pases, acumulando una creciente proporción de vencimientos (36%) en deuda muy corta. El cambio supuso la liberación de liquidez del Central vía LELIQ para financiar la suscripción de la nueva deuda del Tesoro.
Un tema no menor es que la deuda del Tesoro no esteriliza los pesos, a diferencia de la deuda emitida por el Central, pero ello es un tema que quedará para más adelante cuando haya que enfrentar los vencimientos de deuda más el déficit cuasifiscal del Banco Central. A estos cambios en la política de deuda que permitieron retirar temporariamente pesos del mercado (que volverán cuando el Tesoro incurra en el déficit fiscal para el cual tomó los pesos), se suman otros anuncios relacionados con financiarse más con deuda y menos con recursos del Banco Central en 2021.
Un anuncio que, dada la escasa probabilidad de obtener financiamiento externo, implica que se tomarán recursos del mercado doméstico, con riesgo de crowding out (desplazamiento) del sector privado, que deberá pagar tasas de interés mas elevadas. El resto de la política económica –las decisiones claves sobre tarifas, política comercial, mercado de trabajo y mercados en general- siguen por el momento perdidas en otras áreas del Ejecutivo que no están alineadas con Economia. Se trata de un programa con algo más de macro –hasta ahora era “reestructurar la deuda y dejar al Banco Central que haga lo suyo”- y silencio en la micro.
La experiencia nos dice que la macro por un lado y la micro por el otro no suelen resultar una buena combinación.
(*) Economista de FIEL