¿Y si la sal fuera el antidepresivo que da la naturaleza?

Un estudio de la Universidad de Iowa descubrió que una de las posibles razones por las que nos gusta tanto la sal es que nos levanta el ánimo.

13 marzo, 2009

Pero a medida que el hombre evolucionaba en el clima cálido de África, la transpiración le robó sodio al cuerpo. La sal era escasa porque nuestros primeros antepasados tenían una dieta prácticamente vegetariana y vivían lejos del mar.<br />
"La mayoría de nuestros sistemas biológicos requieren sodio para funcionar bien, pero como somos una especie que no tuvo acceso fácil a la sal, nuestros riñones se convirtieron en avaros con ese elementos," explica Johnson.<br />
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La conducta también tuvo un papel activo en asegurar que tenemos suficiente sal a bordo. Los animales como nosotros vienen equipados con un sistema del gusto destinado a detectar sal y un cerebro que recuerda la ubicación de las fuentes de sal. Además, un mecanismo de placer se activa en el cerebro cuando se consume sal. <br />
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Entonces, el cuerpo necesita sal y sabe cómo encontrarla y conservarla. Pero hoy los científicos están encontrando pruebas de que es una sustancia adictiva que se consume en exceso, casi como una droga. <br />
Una señal de adicción es usar una sustancia aun cuando se sabe que es dañina. A mucha gente se le dice que reduzca el sodio por problemas de salud, pero les cuesta hacerlo porque les gusta el sabor y encuentran sosas las comidas con bajo

<p>La mayor&iacute;a de la gente consume demasiada sal. Eso es un hecho&nbsp;de f&aacute;cil comprobaci&oacute;n. Ahora,&nbsp;un grupo investigador de la Universidad de Iowa&nbsp; — el psic&oacute;logo Kim Johnson y sus colegas &ndash; cree haber dado con una posible explicaci&oacute;n. <br />
El grupo vio que cuando a las ratas les falta cloruro de sodio (o sea, sal com&uacute;n de mesa), no muestran entusiasmo por actividades que normalmente disfrutan, como beber sustancias azucaradas o jugar con una barra que estimula una sensaci&oacute;n agradable en sus cerebros. <br />
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&quot;Cosas que normalmente ser&iacute;an agradables para las ratas no generaron el mismo grado de placer, lo cual nos lleva a creer que un d&eacute;ficit de sal y el deseo que genera, podr&iacute;an inducir uno de los s&iacute;ntomas clave asociados con la depresi&oacute;n&rdquo;, dijo Johnson. <br />
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Los investigadores no pueden decir si se trata de una depresi&oacute;n total porque hay varios criterios en un diagn&oacute;stico de ese tipo, pero al menos una p&eacute;rdida de placer en actividades normalmente placenteras, lo cual es una caracter&iacute;stica de depresi&oacute;n psicol&oacute;gica. Y adem&aacute;s, la idea que la sal es una sustancia que eleva naturalmente el estado de &aacute;nimo&nbsp; ayuda a entender por qu&eacute; nos sentimos tan tentados a ingerir m&aacute;s de lo aconsejado, aunque se sabe muy bien que contribuye a subir la presi&oacute;n sangu&iacute;nea, a la enfermedad coronaria y otros problemas.<br />
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Investigaciones anteriores han demostrado que el consumo promedio de sal en el mundo es de unos 10 gramos por d&iacute;a, lo cual es m&aacute;s de los 4 gramos que recomienda la FDA en Estados Unidos, y podr&iacute;a tambi&eacute;n ser superior a lo que el cuerpo necesita para subsistir. </p>
<p>La sal est&aacute; presente, en altos porcentajes, en todas las comidas pre-hechas o congeladas, en galletitas de todo tipo (dulces tambi&eacute;n) y preparados para reposter&iacute;a. Pero hubo un tiempo en que la sal era un producto precioso. Su precio se fue a las nubes (y tambi&eacute;n su consumo) all&aacute; por el a&ntilde;o 2000 antes de Cristo cuando se descubri&oacute; que era un conservante de los alimentos. De hecho, la palabra salario deriva de sal. A los soldados romanos se les pagaba con sal pues era un elemento valioso para la vida diaria. <br />
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Aun cuando apareci&oacute; la refrigeraci&oacute;n mec&aacute;nica que disminuy&oacute; la necesidad de sal en el siglo 19, el consumo permaneci&oacute; excesivo porque a la gente le gustaba sus efectos sobre el sabor y ya se hab&iacute;a vuelto bastante barata. Hoy, 77% de nuestra ingesta de sal proviene de alimentos procesados y de restaurante, como congelados y <em>fast food</em>.<br />
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La evoluci&oacute;n podr&iacute;a haber tenido un rol importante en el deseo humano por consumir sal. Los humanos evolucionamos de criaturas que viv&iacute;an en el agua salada de los oc&eacute;anos. Una vez en la tierra, el cuerpo continu&oacute; necesitando sodio y cloruro porque los minerales cumplen papeles importantes en el permitir a los fluidos entrar y salir de las c&eacute;lulas, y ayudan a las neuronas a transferir informaci&oacute;n en el cerebro y el cuerpo. Pero a medida que el hombre evolucionaba en el clima c&aacute;lido de &Aacute;frica, la transpiraci&oacute;n le rob&oacute; sodio al cuerpo. La sal era escasa porque nuestros primeros antepasados ten&iacute;an una dieta pr&aacute;cticamente vegetariana y viv&iacute;an lejos del mar.<br />
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"La mayoría de nuestros sistemas biológicos requieren sodio para funcionar bien, pero como somos una especie que no tuvo acceso fácil a la sal, nuestros riñones se convirtieron en avaros con ese elementos," explica Johnson.<br /><br />La conducta también tuvo un papel activo en asegurar que tenemos suficiente sal a bordo. Los animales como nosotros vienen equipados con un sistema del gusto destinado a detectar sal y un cerebro que recuerda la ubicación de las fuentes de sal. Además, un mecanismo de placer se activa en el cerebro cuando se consume sal. <br /><br />Entonces, el cuerpo necesita sal y sabe cómo encontrarla y conservarla. Pero hoy los científicos están encontrando pruebas de que es una sustancia adictiva que se consume en exceso, casi como una droga. <br />Una señal de adicción es usar una sustancia aun cuando se sabe que es dañina. A mucha gente se le dice que reduzca el sodio por problemas de salud, pero les cuesta hacerlo porque les gusta el sabor y encuentran sosas las comidas con bajo La sal está presente, en altos porcentajes, en todas las comidas pre-hechas o congeladas, en galletitas de todo tipo (dulces también) y preparados para repostería. Pero hubo un tiempo en que la sal era un producto precioso. Su precio se fue a las nubes (y también su consumo) allá por el año 2000 antes de Cristo cuando se descubrió que era un conservante de los alimentos. De hecho, la palabra salario deriva de sal. A los soldados romanos se les pagaba con sal pues era un elemento valioso para la vida diaria. <br />Aun cuando apareció la refrigeración mecánica que disminuyó la necesidad de sal en el siglo 19, el consumo permaneció excesivo porque a la gente le gustaba sus efectos sobre el sabor y ya se había vuelto bastante barata. Hoy, 77% de nuestra ingesta de sal proviene de alimentos procesados y de restaurante, como congelados y <em>fast food</em>.<br />La evolución podría haber tenido un rol importante en el deseo humano por consumir sal. Los humanos evolucionamos de criaturas que vivían en el agua salada de los océanos. Una vez en la tierra, el cuerpo continuó necesitando sodio y cloruro porque los minerales cumplen papeles importantes en el permitir a los fluidos entrar y salir de las células, y ayudan a las neuronas a transferir información en el cerebro y el cuerpo. <br /><br />

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