¿Volver a los diecisiete después de vivir un siglo?

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Fuertes inversiones van a parar a los emprendimientos que buscan encontrar tratamientos para aumentar la duración de la vida humana sana. Hace algo más de 15 años, varios científicos de la Universidad de Kioto (Japón) hicieron un descubrimiento extraordinario.

Cuando añadieron solo cuatro proteínas a una célula de piel y esperaron unas dos semanas, algunas de las células sufrieron una transformación inesperada y asombrosa: volvieron a ser jóvenes. Se convirtieron en células madre casi idénticas a las que se encuentran en un embrión de un día de edad, apenas comenzando el viaje de la vida.

Al menos en una placa de Petri, los investigadores que utilizan este procedimiento pueden tomar células de la piel marchitas de una persona de 101 años y regenerarlas para que funcionen como si nunca hubieran envejecido.

Ahora, tras más de una década de estudio y corrección de la llamada reprogramación celular, varias empresas de biotecnología y laboratorios de investigación declaran tener indicios reveladores de que el proceso podría ser la puerta de entrada a una nueva tecnología sin precedentes para revertir la edad.

Al aplicar dosis limitadas y controladas de las proteínas de reprogramación a los animales de laboratorio, los científicos dicen que están viendo que el procedimiento rejuvenece a los animales -o al menos a algunos de sus órganos.

Uno de los principales promotores de esta idea, Richard Klausner, subió al escenario en junio en un lujoso congreso de US$ 4.000 la entrada en San Diego, para mostrar resultados de experimentos aún no publicados en los que unos ratones enfermos recuperaban la salud tras ser sometidos al tratamiento experimental.

Klausner estaba lanzando nada menos que el “rejuvenecimiento médico”, un procedimiento para tomar animales viejos y volverlos “jóvenes”. Es el organizador y científico jefe de Altos Labs, una nueva empresa de investigación financiada con más de US$ 3.000 millones de personajes muy ricos de Silicon Valley y dinero del petróleo del Golfo Pérsico. Klausner y sus inversores han conseguido docenas de científicos de primera línea – a los que ofrecen sueldos de un millón de dólares o más- y los han puesto a trabajar en una tecnología que la empresa llama hoy “programación del rejuvenecimiento”.

Parece que funciona, al menos en parte, restableciendo lo que se denomina el vepigenoma, o sea, unas señales químicas del ADN que controlan los genes que se activan o desactivan en una célula. En el envejecimiento, algunos de estos marcadores se desplazan hacia posiciones incorrectas. La reprogramación es una tecnología que puede devolverles la posición. Pero también puede provocar cambios peligrosos en las células, que incluso pueden causar cáncer.

El propósito de Altos es dominar este fenómeno, comprenderlo y, finalmente, aplicarlo como tratamiento para revertir una amplia gama de enfermedades. Según Klausner, esto podría ser posible porque las células jóvenes tienen más capacidad de recuperación y pueden recuperarse del estrés biológico de un modo que las viejas no pueden. Y Klausner tiene pruebas que parecen indicar que ya podría estar funcionando.

Por ahora, nadie tiene una idea clara de cómo podrían ser esos tratamientos. Algunos dicen que serán terapias genéticas incorporadas al ADN de las personas; otros piensan que sería posible descubrir píldoras químicas que hagan el trabajo. Uno de los promotores de esta tecnología, David Sinclair, que dirige un laboratorio de investigación sobre el envejecimiento en la Universidad de Harvard, afirma que esta tecnología podría permitir a las personas vivir mucho más tiempo que en la actualidad. “Creo que un día será normal ir al médico y obtener un medicamento cuyo efecto será retroceder una década”, dijo Sinclair en el mismo evento de California. “No hay ninguna razón por la que no podamos vivir 200 años”.

Por ahora, nadie tiene una idea clara de cómo podrían ser estos futuros tratamientos. Algunos dicen que serán terapias genéticas incorporadas al ADN de las personas; otros prevén como posible que se puedan realizar. Los críticos ven un exceso de publicidad, egos desbordados y una ciencia que se encuentra en territorio incierto. Pero este año los escépticos se vieron apagados por el estruendo de la estampida de los inversores. Además de Altos, cuyos US$ 3.000 millones fueron la mayor recaudación de fondos de una startup en la historia de la biotecnología, el multimillonario de las criptomonedas Brian Armstrong, cofundador de Coinbase, contribuyó a aportar US$ 105 millones a su propia empresa de reprogramación, NewLimit, cuya misión, según él, es “ampliar drásticamente el alcance de la salud humana”. Retro Biosciences, que dice querer “aumentar la vida humana sana en 10 años”, recaudó US$ 180 millones.

Estos enormes desembolsos se realizan a pesar de que los científicos siguen sin ponerse de acuerdo sobre las causas del envejecimiento. De hecho, no hay consenso sobre cuándo comienza el envejecimiento en la vida. Algunos dicen que, en la concepción, mientras que otros piensan que en el nacimiento o después de la pubertad.

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