El 10 de octubre, un adolescente disfrazado de payaso y con un cuchillo de plástico se paseó por las calles de Périguex, en el centro de Francia, para “hacer una broma”. La cosa comenzó como juego, pero poco a poco se fue extendiendo a otros pueblos en forma de agresión y amenazas.
Un joven fue condenado a seis meses de cárcel por sumarse a esta macabra moda en Douvrin, mientras que en Agde 14 adolescentes disfrazados fueron detenidos por pasearse armados junto a un colegio. En Montpellier, un hombre fue golpeado hasta 30 veces con una barra de hierro por un payaso y otras dos personas que querían atracarle.
La policía difundió un comunicado el 24 de octubre para reprochar los comportamientos “dañinos” y los “problemas de orden público” que generaban. Las autoridades recordaron que portar un arma en la vía pública “es un delito castigado con penas de prisión” e instaron a la población a denunciar cualquier actividad sospechosa.
A la presencia de payasos en la vía pública se sumó luego la de grupos ciudadanos contrarios a esta moda que no dudaron en recurrir igualmente a bates o cuchillos para establecer patrullas en localidades como Burdeos, Fréjus o Sarrebourg. Las fuerzas de seguridad detuvieron entonces a varios miembros de estos ´grupos de autodefensa´ que buscaban dar “caza a los payasos”.
