Tras dos años, el uso de barbijo afecta la voz y la comunicación

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El uso de mascarillas afecta, en primer lugar, a la inteligibilidad del habla y complica la interpretación de emociones.

Usar mascarillas reduce el riesgo de transmisión aérea del virus causante del Covid-19. Nos hemos acostumbrado, o más bien resignado, a su uso. Pero, aun siendo conscientes de que este pequeño accesorio nos ha podido salvar la vida, no podemos evitar sufrir sus inconvenientes.

Por Nuria Polo Cano y Filipa Martins Baptista Lã (*)

El uso de mascarillas afecta, en primer lugar, a la inteligibilidad del habla, es decir, no comprendemos lo que se nos dice cuando nuestro interlocutor la lleva puesta, especialmente si el ambiente es ruidoso, como un bar, cuando no es hablante nativo y tiene acento extranjero o si el que escucha tiene algún grado de pérdida auditiva.

Que nos cueste más comprender se debe a que ciertas consonantes, como, por ejemplo, s, f, x, se degradan y por ello no se entiende el contenido del habla.

En segundo lugar, su uso impide leer los labios durante el habla, lo que afecta a los individuos sordos o con audición alterada, a los niños que están adquiriendo el lenguaje y a los estudiantes que requieren de un mayor esfuerzo cognitivo para seguir las explicaciones del profesor.

E, incluso, el uso de mascarillas complica la interpretación de emociones. En último lugar, altera la producción vocal al descoordinar la respiración, especialmente si se utilizan las mascarillas FFP2. ¿Quién no ha sentido que se ahoga al hablar y andar mientras la lleva puesta?

Efectivamente, en estudios con brasileños y chilenos se descubre que esta producción alterada genera fatiga vocal. A largo plazo, se están modificando los hábitos vocales. Por ejemplo, hablamos más despacio y gritamos más. Como consecuencia, el riesgo de fonotrauma o daño en los pliegues vocales es mayor.

Sin embargo, en una revisión de los efectos colaterales que provoca usar mascarilla, de 44 estudios analizados solo en 1 de ellos se hace referencia al efecto que tiene su uso sobre la salud vocal, frente a 11 estudios que describen los problemas que ocasiona en la piel de la cara.

¿Nos interesará más nuestra piel que nuestra voz? Esto nos ha llamado la atención, ya que los trastornos vocales afectan a la calidad de vida y a la vida social, por eso deberíamos prestar más atención a nuestra voz y los efectos de la mascarilla.

Con esta idea en la cabeza, investigamos el efecto del uso de la mascarilla en la autopercepción del hándicap vocal durante la pandemia de covid-19. Nuestra hipótesis era que los individuos sufrirían mayor hándicap vocal al llevarla puesta, algo bastante fácil de creer.

Hablar en español y portugués con mascarilla

Para comprobar si hablar una lengua en la que en teoría la señal de habla estaría más degradada, comparamos a hablantes de español y portugués, pues son lenguas con diferente número de fricativas sordas. La lengua portuguesa tiene más cantidad y variedad de eses que el español.

Para ello utilizamos el Índice de Incapacidad Vocal (VHI), un instrumento conocido y estandarizado, que permite autoevaluar el impacto funcional, físico y emocional del hándicap vocal. Además, está baremado para el español y para el portugués y es fácilmente administrable online. Participaron 297 españoles y 261 portugueses que no habían sido diagnosticados con patologías vocales previamente.

Tras nuestro estudio descubrimos que ambos grupos de individuos sienten mayor incapacidad vocal cuando llevan puesta la mascarilla, lo que esperábamos, señalando en torno a un 16,5 % mayor de malestar frente a no llevarla. Es más, los valores que indicaban eran similares a los que se autodescriben para las voces patológicas.

Concretamente, descubrimos que las mascarillas afectan a la dimensión funcional y emocional de las voces, dependientes estas de la cultura, y que interfieren en la comunicación. ¿A que seguro que han sentido alguna vez que “la gente no me entiende en ambientes ruidosos cuando llevo puesta la mascarilla”? Nuestros participantes marcaron esta como la opción que más les afectaba.

Además, frente a otros estudios, descubrimos que no existía mayor hándicap asociado al tipo de mascarilla (FFP2 o quirúrgica) o a las horas de uso, ni a las diferentes lenguas como habíamos hipotetizado.

Sin embargo, pudimos asociar el hándicap vocal, en primer lugar, a los profesionales en los que dificultades vocales moderadas impiden realizar su trabajo y están expuestos a un mayor trastorno vocal debido a un uso extensivo de sus voces, tales como profesores, vendedores, abogados, teleoperadores, etc.

En segundo lugar, a los fumadores, ya que fumar altera la función vocal y, en tercer lugar, a las mujeres. En otras palabras, descubrimos que el uso de la mascarilla afecta en mayor medida a mujeres fumadoras que hacen un uso extensivo de la voz, como las profesoras.

Estos resultados no nos extrañan, ya que las mujeres tienen mayor riesgo de sufrir problemas vocalesque se explica por una diferente morfología e histología vocal y una mayor sensibilidad a los efectos hormonales. De hecho, la prevalencia de patología vocal es más alta en mujeres que en hombres (46,3 % vs. 36,9 %) y presentan más nódulos en los pliegues vocales (95 % vs. 5 %).

Conclusiones

En definitiva, a la luz de este y otros estudios creemos que es necesario tomar decisiones sobre salud vocal teniendo en cuenta el sexo, la edad y la profesión para proponer medidas preventivas más adecuadas sobre seguridad y salud laboral.

Si se estiman cambios en los hábitos fonatorios a largo plazo como consecuencia del uso de las mascarillas, serán necesarias intervenciones que eviten la fatiga y el esfuerzo y garanticen la salud vocal, dirigidas especialmente a estos grupos de profesionales.

Todos conocemos a algún profesor que tiene la voz destrozada pero ¿somos capaces de recordar si antes de la pandemia la tenía así?

(*) Nuria Polo Cano es Profesora Titular del Dpto. de Lengua Española y Lingüística General de la UNED – Universidad Nacional de Educación a Distancia, UNED – Universidad Nacional de Educación a Distancia; y Filipa Martins Baptista Lã es Senior Researcher, UNED – Universidad Nacional de Educación a Distancia.

 

 

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