Los mitos son difíciles de derribar. Las abuelas son las mejores propagadoras de estas verdades imposibles: que usando alcanfor ningún nieto contraerá gripe; que tomando no se puede tomar vino después de comer sandía; que no hay que meterse a la pileta hasta dos horas después de comer.
Con el aceite de oliva pasa también. Hay muchos mitos asociados a esta buena oleaginosa. Uno de ellos dice que el que es de verdad de calidad se puede congelar; que la solidificación del producto es un sinónimo de calidad.
“El aceite de oliva es un producto totalmente natural cuyo componente principal es el ácido oleico, un ácido graso Omega 9 que reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, aumenta el colesterol bueno y reduce el colesterol malo”, dice Alfredo Tanús, dueño de la empresa Mondo Oliva. Y agrega: “Y ese ácido se solidifica a menos de 13 grados, formando grumos o compuestos sólidos dentro del aceite de oliva”.
Pero meterlo en el freezer, dice Tanús, es una acción extrema y que, peor, no sirve para nada. “La solidicación del aceite de oliva no es un indicador de calidad. El método de congelamiento es falso; la solidificación solo indica que se trata de aceite de oliva. La calidad se rige por otros parámetros”.