¿Qué hacer con las cenizas mortales?

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La muerte, con todo el misterio y la tristeza que inspira, fomenta la imaginación. En la eterna búsqueda de inmortalidad la gente a veces se pasa de la raya.

La gente ha demostrado tener una gran imaginación para decidir el destino de sus propias cenizas mortales. Otras veces son los deudos los que exhiben imaginación. Tanta es la libertad que se ha demostrado hasta ahora sobre este tema un tanto macabro, que la Iglesia Católica, siempre tan afecta a dictaminar lo que se puede y lo que no, decidió que las cenizas mortales no pueden ser ni esparcidas ni divididas  ni conservadas en otro lugar que no sea consagrado por Ella. 

El 24 de septiembre pasado, por ejemplo, la casa de subastas Julien´s de Los Angeles incluyó en el remate de las pertenencias de Truman Capote sus cenizas mortales con un precio base de US$ 2.000. Los ejecutores de la que había sido su casa no supieron qué hacer con ellas y las incluyeron en la subasta. 

Los emprendedores aportan ideas ingeniosas para generar negocios rentables. Las idea del “eco-entierro” consiste en mezclar cenizas mortales con cemento para formar bolas que se asemejen a un arrecife de coral y así, en el fondo del mar, crear un ecosistema que favorezca la vida marina.

También está en expansión el negocio del diamante humano, con empresas instaladas en España, Rusia, Ucrania y Estados Unidos.Las empresas recogen las cenizas y las trasladan a los laboratorios donde las mezclan con diamantes. Así, los familiares del difunto pueden tener sus cenizas compactadas en un anillo o en un collar.

Todo forma parte del deseo de nosotros, los mortales, de ser inmortales. En el fondo del mar o en el interior de un diamente se encuentra una medida de inmortalidad. Los particulares, o sus deudos para el caso, también tienen sus ocurrencias: debajo de aquel árbol, encima de mi pueblo, en el jardín de mi casa, en el mar de la playa de mi niñez…. y muchos etcéteras.

Pero algunas veces alquien rompe la “etiqueta” y da un paso más allá de lo aceptable con una cosa tan macabra. En septiembre de este año la Metropolitan Opera House de Nueva York canceló funciones luego de que un amante de las óperas esparciera las cenizas de su amigo por todo el foso de la orquesta. El hombre, llamado Roger Kaiser, explicó que su amigo “estaría allí por siempre disfrutando de la bellísima música”. Luego se disculpó diciendo que su “delicado gesto con su amigo moribundo había salido totalmente mal”.

En realidad, más allá de que puede no resultar muy agradable para los demás esparcir cenizas mortales en lugares públicos (la Iglesia Católica, como se dijo, acaba de prohibirlo) las autoridades norteamericanas decidieron no presentar cargos. Queda librado a la delicadeza de cada uno, entonces, respetar una etiqueta tácita en estas cuestiones de la muerte. 

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