Por mayoría simple, en Estados Unidos se imponen las solas

Según el último censo general de población (2005), cuyos detalles siguen apareciendo, 51% de mujeres norteamericanas viven solas. Probablemente, a fines de 2007 esa proporción puede alcanzar 52%.

17 enero, 2007

En 2005, la cifra era 49% pero, cincuenta años antes, no pasaba de 5%. O cambió la metodología estadigráfica, o cambiaron ellas (para no mencionarlos a ellos). A criterio de sociólogos y demógrafos, las mujeres solas aumentan año a año. Esto incluye solteras, separadas, divorciadas, viudas y, en ciertos casos, quienes conviven por corto tiempo.

“El matrimonio ha dejado de ser la institución pilar de la familia contemporánea”, sostiene Stephanie Coonts, directora de una entidad homónima (council for contemporary family). Examinando las cifras, se descubre que 26% de ese grupo han estado casadas o piensan hacerlo. Sólo 25% planean seguir solteras, lo cual es bastante si se recuerda que esta actitud es mucho más frecuente en las ciudades que en pueblos chicos.

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Sea como fuere, apunta la experta, “las mujeres norteamericanas pasan media vida adulta fuera del matrimonio”. Toda una ironía, recordando las obsesiones familieras de la derecha republicana –tanto cristiana como judía- en el poder desde 2001. Hay más datos interesantes. Por ejemplo, sobre 117 millones de mujeres mayores de quince años, 63 millones estuvieron casadas, pero tres millones se separaron legalmente y 2.400.000 de hecho.

Entre las negras, 70% vivían sin marido y 45% entre las blancas. Por el contrario, 53% de varones permanecían con sus esposas o compañeras. Esta disparidad tiene una explicación: tras el divorcio, los hombres vuelven a casarse antes o más a menudo. Al mismo tiempo, apunta Coonts, “en este país hay más mujeres que varones y ellas se toman tiempo antes de reincidir en el matrimonio”.

Las situaciones descriptas se notan con mayor intensidad en las jóvenes.De 1950 a 2000, la proporción de mujeres casadas entre 15 y 24 años ha bajado de 42 a 16% y se contrajo de 82 a 58% en las de 25 a 34 años. “A partir de los años 60, en efecto, cada año más mujeres se niegan a depender del matrimonio o prefieren convivir sin casarse”, observa Pamela Smock, universidad de Michigan. “Pese a la constante prédica de curas, pastores, rabinos y programas de televisión, todo ha cambiado. Desde las costumbres sexuales hasta el culto a la familia”.

Esas tendencias estaban latentes en otra estadística. Por primera vez, en 2005, las parejas casadas y con hijos, no separadas todavía, eran minoría en materia de unidades familiares. Es decir, que incluyan hijos viviendo bajo el mismo techo. Otra ironía: los matrimonios con hijos hispanos (55% no se han separado) y asiáticos (60%) son mucho más estables. “Pero eso puede deberse al papel secundario que las mujeres tienen en las sociedades de origen”, apunta Smock.

En 2005, la cifra era 49% pero, cincuenta años antes, no pasaba de 5%. O cambió la metodología estadigráfica, o cambiaron ellas (para no mencionarlos a ellos). A criterio de sociólogos y demógrafos, las mujeres solas aumentan año a año. Esto incluye solteras, separadas, divorciadas, viudas y, en ciertos casos, quienes conviven por corto tiempo.

“El matrimonio ha dejado de ser la institución pilar de la familia contemporánea”, sostiene Stephanie Coonts, directora de una entidad homónima (council for contemporary family). Examinando las cifras, se descubre que 26% de ese grupo han estado casadas o piensan hacerlo. Sólo 25% planean seguir solteras, lo cual es bastante si se recuerda que esta actitud es mucho más frecuente en las ciudades que en pueblos chicos.

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Sea como fuere, apunta la experta, “las mujeres norteamericanas pasan media vida adulta fuera del matrimonio”. Toda una ironía, recordando las obsesiones familieras de la derecha republicana –tanto cristiana como judía- en el poder desde 2001. Hay más datos interesantes. Por ejemplo, sobre 117 millones de mujeres mayores de quince años, 63 millones estuvieron casadas, pero tres millones se separaron legalmente y 2.400.000 de hecho.

Entre las negras, 70% vivían sin marido y 45% entre las blancas. Por el contrario, 53% de varones permanecían con sus esposas o compañeras. Esta disparidad tiene una explicación: tras el divorcio, los hombres vuelven a casarse antes o más a menudo. Al mismo tiempo, apunta Coonts, “en este país hay más mujeres que varones y ellas se toman tiempo antes de reincidir en el matrimonio”.

Las situaciones descriptas se notan con mayor intensidad en las jóvenes.De 1950 a 2000, la proporción de mujeres casadas entre 15 y 24 años ha bajado de 42 a 16% y se contrajo de 82 a 58% en las de 25 a 34 años. “A partir de los años 60, en efecto, cada año más mujeres se niegan a depender del matrimonio o prefieren convivir sin casarse”, observa Pamela Smock, universidad de Michigan. “Pese a la constante prédica de curas, pastores, rabinos y programas de televisión, todo ha cambiado. Desde las costumbres sexuales hasta el culto a la familia”.

Esas tendencias estaban latentes en otra estadística. Por primera vez, en 2005, las parejas casadas y con hijos, no separadas todavía, eran minoría en materia de unidades familiares. Es decir, que incluyan hijos viviendo bajo el mismo techo. Otra ironía: los matrimonios con hijos hispanos (55% no se han separado) y asiáticos (60%) son mucho más estables. “Pero eso puede deberse al papel secundario que las mujeres tienen en las sociedades de origen”, apunta Smock.

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