Primero hay que lavarlo muy bien. No sólo por fuera sino por dentro. Una buena lavada a la carrocería y una profunda limpieza interior tranquilizará mucho a un comprador indeciso que imagina que has llevado demasiadas veces a tu perro de paseo.
Si hace falta, llévalo aespecialista en carrocerías, que por unos pesos removerá pequeñas imperfecciones en la pintura, rasponcitos o rayas. Un poco de lustre y quedará como nuevo. Es como llevar al auto a un día de spa. Esa plata se recupera luego en el precio de la venta.
Luego, hay que inspeccionar las gomas. Los compradores expertos controlan el estado de las cubiertas. Eso dice mucho sobre el cuidado general que ha recibido el auto. Las muy usadas deberían reemplazarse, pero hay que recordar que el comprador bien puede pedir un descuento en la compra si piensa que lo primero que tiene que hacer es cambiar las cubiertas.
Eso, y tal vez algunas cositas más y… buena suerte con la venta.