La idea es que una equipo de buzos profesionales depositen esas esferas, que tienen perforaciones como si fueran corales, en el lecho del mar. Varias esferas juntas formarán algo parecido a una barrera coralina y alojará vida animal en sus orificios.
De esa forma, explican, una persona, al morir, se convierte en un pequeño ecosistema, o al menos en “la base de un ecosistema” con vida marina nadando y creciendo entre sus recovecos. “Uno se convierte así en los cimientos de algo del futuro, algo que va a estar allí por lo que esperamos sean millones de años, dice Tom Sullivan, operador de barcos turísticos del Hawaii Yatch Club.
La cremación está bastante difundida en la isla y para todos aquellos que quieren dejar una marca de su paso por la tierra, la posibilidad de que sus cenizas permanezcan por siempre en el lecho del mar se presenta como algo mucho más tentador que terminar enterradas cuatro metros bajo tierra o echadas a volar por el aire. La “barrera coralina” se presenta como un monumento perdurable.
La idea forma parte de un pequeño movimiento de eco-entierros en pro de los arrecifes artificiales, que, según los defensores, podrían contribuir a restaurar la vida marina y los corales.
Pero los hawaianos ya están haciendo escuela. En Sarasota, Florida, “Eternal Reefs” ya ha colocado bolas de cemento con cenizas humanas. en las costas del Atlántico y del Golfo frente a varios estados: Maryland, Texas y Florida. En su página Web, la compañía anuncia los precios de cada una, de US$ 2.995 hasta US$ 7.495, como un “regalo para el ambiente y las generaciones venideras”.