Es difícil encontrar una persona a la que no le guste un frappuccino. Lo eligen hasta quienes detestan el café. Y es que a lo largo de sus 20 años ha ido conquistando paladares con una personalidad que combina las cualidades de una bebida, una crema, un helado y un postre líquido.
Pero vayamos a los orígenes. En 1993 Starbucks solo tenía algo menos de 300 locales en Estados Unidos y Canadá, casi todos concentr4ados en las ciudades del norte. Una de las socias de entonces que hoy6 es parte del equipo digital de la cadena recuerda el caluroso verano de aquel año cuando por primera vez pensaron en la posibilidad de poner hielo y café en una licuadora y ofrecer la bebida fría. La pusieron a prueba en California, donde las temperaturas veraniegas exigen refrescos y muy pronto comprobaron que la idea tenía futuro. .
En 1994 Starbucks compró The Coffe Connection en Boston que ya tenía, entre sus productos, uno que llamaba “frappuccino” y que era una mezcla fría de café. Starbucks aplicó ese nombre a su nuevo batido de café.
El primer Frappuccino, en 1995
Pero el ícono nace en 1995, cuando aparece en todos los locales de Estados Unidos y Canadá con solo dos gustos: café y moca. Ambos eran solo café y hielo. La crema no existía. Este nuevo producto cambió la suerte de la empresa porque le acercó clientes que ni siquiera tomaban café. Y llenaban sus locales en verano, la única época del año en que los cafés no abundaban en clientes. Ese año el Frappuccino representó 11% de las ventas y puso de pie las acciones de la compañía.