<p>Algunos científicos están dando un rodeo al problema de la arena y procuran reinventar la única seda que es abundante, la que producen los gusanos de seda. Están reconstituyéndola para hacer materiales que tengan la posibilidad de ir mucho más allá que el sueño del chaleco salvavidas. <br />
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Entre ellos figuran David Kaplan y su equipo de la Tufts University, cuyas creaciones tienen posibilidad de ser aplicadas en medicina y en muchos otros campos de la actividad humana. <br />
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Durante siglos y siglos, comenzando en China, la seda comercial se produjo cultivando gusanos de seda. Las larvas de una polilla, Bombyx mori — que, a diferencia de las arañas, no tienen inconvenientes en comer hojas y producen el material en cantidades suficientes para hacer una cosecha. El problema es que sólo producen un tipo de fibra mientras que las arañas son múltiples. <br />
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Los esfuerzos por hacer sedas análogas a las de las arenas han dado como resultado materiales que no son demasiado diferentes de otros polímeros. Eso quiere decir que no se diferencian en mucho de un buen nylon. <br />
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La seda natural es una proteína fibrosa, produce en las glándulas dentro de la arena o gusano y algunos otros insectos. Lo que esas criaturas hacen es algo que ningún laboratorio ha podido lograr: controlar la química de manera tan exquisita que la seda, que es un líquido dentro del organismo, se convierte en sólido al salir. <br />
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Una de las principales ventajas de la seda natural es la forma en que las proteínas están organizadas. Se combinan de manejas complejas que dan a cada seda propiedades únicas. Los científicos no han podido hasta ahora replicar esas combinaciones pero los esfuerzos siguen y se multiplican. Seguramente no pasará mucho antes de que el mundo tenga novedades sobre el resultado de tanta investigación.</p>
<p>Como dicen algunos investigadores de la seda, si las arañas fueran vegetarianas gregarias el mundo sería diferente. Porque ellas son maestras naturales en fabricación de la seda, y en millones de años de evolución desarrollaron sedas que útiles para la gente, desde una pasta pegajosa parecida al dentífrico hasta hilos estirables. <br />
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Porque las arañas no producen un solo tipo de material, según explican investigadores de la Universidad de California que estudian la evolución genética de las arañas: “Por donde se mire en la naturaleza se descubren soluciones que ya están hechas. ¿Se necesita pegamento? Hay una seda que ya es pegamento”, dice la investigadora Cheryl Hayashi. <br />
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Desde hace años se viene hablando de la gran promesa la seda de araña: que un día podría ser usada para hacer cables más fuertes que los de acero, por ejemplo, o chalecos antibalas más eficaces que los hechos con Kevlar. <br />
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Pero siempre se tropezó con un pequeño gran obstáculo: las arañas no producen material suficiente. Aunque una sola de ellas puede producir cinco tipos de seda, no hace mucho de cada una. Obtenerlas en cantidades comerciales es una imposibilidad práctica — las arañas son bichos solitarios y requieren una dieta de insectos vivos; algunas son caníbales. O sea, cultivarlas no es una posibilidad.<br />
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Los investigadores trabajan desde hace tiempo para superar esta limitación intentando desentrañar el secreto de la capacidad de la araña para hacer seda, con el objeto de poder hacerla en laboratorio o mediante transmisión genética de esas habilidades a otros organismos que podrían producir seda en cantidad. Pero hasta ahora los materiales producidos carecen de la resistencia, elasticidad y otras cualidades de la seda natural.<br />
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