En los años 90, la edad media en la que las mujeres tenían su primer hijo era 26,8 años. Actualmente esa cifra se ha incrementado en cinco años.
El incremento de la edad media en estos casos se ha producido por diversos factores. Entre ellos, la tardanza en la emancipación de los jóvenes, asociada a la situación de inestabilidad laboral y económica existente. También la incorporación de la mujer al mundo laboral y su deseo de desarrollo profesional. A esto hay que sumarle una gran falta de apoyo a la maternidad: España es el país de la Unión Europea con menos ayudas a la familia.
El problema aparece cuando, tras conseguir una estabilidad económica, laboral y emocional, aflora el sentimiento de maternidad con más fuerza, sin caer en que el tiempo transcurrido ha corrido en contra.
El tiempo influye en la posibilidad de embarazo
En este sentido, a partir de los 35 años la reserva ovárica comienza a estar comprometida y la calidad ovocitaria empieza a disminuir a pasos agigantados. Pero los medios de comunicación se hacen eco constantemente de casos de mujeres mayores de 40 años que se quedan embarazadas sin ninguna dificultad. Al menos, aparentemente.
Esta creencia está muy extendida en la sociedad. De hecho, el 33% de las mujeres mayores de 43 años cree que puede llegar a tener un hijo de forma natural. La realidad, sin embargo, es que de cada 100 mujeres que quiere ser madre a esta edad, sólo una lo consigue.
Tras meses de espera infructuosa, la decisión consiste en consultar a un médico especialista en reproducción. Es en ese momento cuando surge la conciencia del problema, hasta entonces ignorado. “A mí nadie me había informado de esto, si lo hubiera sabido antes…”, suele ser la reacción al recibir la noticia.
En las consultas de reproducción se pueden escuchar frases o comentarios similares continuamente. De ahí la importancia de que la mujer sea consciente de que la edad está íntimamente ligada a la edad biológica del óvulo.
Es imprescindible ser conscientes de que, a partir de los 38 años, más del 50% de los embriones están alterados. También que a partir de los 40 esas alteraciones genéticas alcanzan más del 70%.
En estas situaciones y con la información sobre la mesa, las pacientes deben conocer cuáles son sus posibilidades reales. En especial, qué se puede hacer ante este determinante genético que fija esa edad biológica.
Ante contextos similares, y gracias a una herramienta denominada Preimplantation Genetic Screening (diagnóstico genético preimplantacional), que analiza de aneuploidias (alteraciones cromosómicas en embriones), es posible detectar cuál de todos los embriones es cromosómicamente normal.
De esta forma se elimina la variable del paso del tiempo, de la edad, en aquellas pacientes que buscan quedar embarazadas. Es más, se consigue equiparar su tasa de embarazo a la de una mujer joven.
¿Qué ocurre desde el punto de vista masculino?
Los espermatozoides, el paso del tiempo y el estilo de vida son factores que también predisponen y afectan a la fertilidad de los varones.
Los hombres tienen una subpoblación de espermatozoides que presentan su ADN fragmentado. De hecho, como es previsible, el daño se acentúa en condiciones patológicas y puede conducir a la esterilidad. De ahí que sea importante ser conscientes del posible problema y conocer las causas que provocan las roturas en el material genético de la célula sexual masculina.
Como decimos, muchos de estos procesos están condicionados por los hábitos externos, así como el estilo de vida. Entre esos factores destaca el tabaco, cuyo consumo habitual no solo se asocia con un descenso en la motilidad y concentración espermática, sino también con un incremento en el daño del material genético.
Otro de los condicionantes es la hipertermia. Se produce a causa del aumento de la temperatura testicular por encima de los valores habituales. El por qué vuelve a ser el daño en la estructura del material genético.
Por eso, los varones con profesiones como soldadores o cocineros son susceptibles a padecer daños similares. Además, sucede lo mismo con hombres que pasan mucho tiempo sentados, como camioneros, taxistas o conductores en general.
Los hábitos tóxicos, como pueden ser el consumo de drogas, porros incluidos, también forma parte del abanico de factores capaces de potenciar un futuro problema de fertilidad. Además, lejos de lo que pueda parecer, no solo afectarán a hombres de edad más avanzada: los jóvenes con este tipo de hábitos también son más susceptibles de padecer problemas en la calidad de sus células reproductoras.
Hacer llegar a la sociedad el mensaje de que es imprescindible prestar atención a la salud reproductiva es vital. Es cierto que, hoy en día, tenemos a nuestra disposición la tecnología más avanzada. Aun así, existe una importante cuestión que la ciencia, al menos por el momento, no es capaz de conseguir: luchar contra el reloj biológico.
(*) Profesor de medicina, reproducción asistida, área de embriología, Universidad de Deusto
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