La crisis de los 40 es real

Si las investigaciones realizadas por economistas y psicólogos sirven de guía, puede afirmarse que realmente existe la crisis de los ‘40. A esa edad las personas estudiadas ganan bien, trabajan bien y sin embargo son infelices.

5 octubre, 2005

Numerosos estudios han descubierto que nuestro nivel de felicidad a lo largo de
la vida traza una U. La gente se vuelve cada vez más insatisfecha al acercarse
a los ´40 y luego llega el rebote con más aceptación y satisfacción.

“Esa U aparece en muchos estudios y en muchos países” dice Keith
Bender, profesor de economía de la universidad de Wisconsin-Milwaukee.
“No se la puede evitar totalmente, pero se pueden hacer cosas para mitigarla.”

No está claro por qué nos agriamos en la edad mediana. Podría
ser que en el transcurso de los ´20 y los ´30 nos vamos desencantando cada vez
más a medida que advertimos que nuestra vida no es todo lo que esperábamos.
Al final, sin embargo, terminamos adaptándonos, por lo cual nuestra felicidad
aumenta a medida que envejecemos.

También podría ser que la infelicidad de la mitad de la vida refleja
la presión del momento, al estar la gente de 40 años acorralada
entre las exigencias de la familia y muchas horas en el trabajo. Cualquiera sea
la causa de la infelicidad en esa época de la vida, no se alivia con un
aumento de sueldo. Tal vez pueda decirse que la gente con más dinero tiende
a ser más feliz, y también que un aumento de sueldo mejora el ánimo
por un tiempo. Pero pronto uno se acostumbra a ese ingreso mayor y nuevamente
volverá la sensación de insatisfacción. Los expertos suelen
llamar a esto “la adaptación hedónica”, una noción
de que rápidamente nos adaptamos a las mejoras en nuestra vida, y así
la satisfacción dura poco. La adaptación hedónica no se produce
sólo con el aumento de sueldo. El mismo proceso se da con una cantidad
de otros acontecimientos, buenos o malos.

Ante un estado de insatisfacción una persona puede sentirse tentada a casarse
o tener hijos, cosas ambas que pueden elevar el nivel de felicidad. O la satisfacción
puede aumentar con un trabajo de horario flexible, o cerca de la casa, o con menos
horas de trabajo o con más jerarquía, o con más seguridad.
Pero ninguno de esos cambios es una cura total. Ninguno garantiza un permanente
aumento en el nivel de felicidad. También la persona se adaptará
rápidamente a las mejores circunstancias y puede terminar sólo un
poco más feliz de lo que estaba antes.

Los datos relativos a los niños son especialmente preocupantes. Quien
piense que tener niños mejorará las cosas se equivoca. Los datos
recabados indican que, efectivamente, la felicidad aumenta cuando se aproxima
el nacimiento del primer hijo. Pero también muestran que la felicidad
de los padres tiende a caer a pique inmediatamente después. “Es
posible que tener hijos tenga un efecto positivo a largo plazo,” dice Richard
Lucas, profesor de psicología de la universidad de Michigan. “Pero
ese acontecimiento llega acompañado de una serie de desafíos cotidianos,”
que abruman aun más a las parejas ya estresadas por falta de tiempo.
La tendencia, entonces, a que esos picos de felicidad con el tiempo se vayan
desdibujando puede parecer una noticia desalentadora. Pero hay un lado bueno.

Es indudable que la muerte de un cónyuge, pérdida de empleo, enfermedad
o divorcio pueden provocar gran infelicidad. Pero la adaptación viene
al rescate. La gente suele acostumbrarse a esos reveses de la suerte y en pocos
años su felicidad vuelve a niveles anteriores.

¿Qué se puede hacer ante todo esto, especialmente si uno está
en los ´40? Hay, por lo menos, tres estrategias.
Primero, la investigación sugiere que se puede aumentar la felicidad
“contando las bendiciones”. Detenerse de vez en cuando para apreciar
lo que uno tiene puede contrarrestar la tendencia a dar por sentadas las mejoras
en la vida. Segundo, poner mucho cuidado en cómo pasar el tiempo libre.
La tentación siempre es elegir todo lo que parece divertido o fácil,
especialmente si uno está agotado de la oficina. Pero los estudios indican
que la sensación de felicidad será mayor si se intentan actividades
enriquecedoras o difíciles. Tercero, cultivar amistades. Según
las investigaciones, los amigos son un gran aporte a la felicidad.

Numerosos estudios han descubierto que nuestro nivel de felicidad a lo largo de
la vida traza una U. La gente se vuelve cada vez más insatisfecha al acercarse
a los ´40 y luego llega el rebote con más aceptación y satisfacción.

“Esa U aparece en muchos estudios y en muchos países” dice Keith
Bender, profesor de economía de la universidad de Wisconsin-Milwaukee.
“No se la puede evitar totalmente, pero se pueden hacer cosas para mitigarla.”

No está claro por qué nos agriamos en la edad mediana. Podría
ser que en el transcurso de los ´20 y los ´30 nos vamos desencantando cada vez
más a medida que advertimos que nuestra vida no es todo lo que esperábamos.
Al final, sin embargo, terminamos adaptándonos, por lo cual nuestra felicidad
aumenta a medida que envejecemos.

También podría ser que la infelicidad de la mitad de la vida refleja
la presión del momento, al estar la gente de 40 años acorralada
entre las exigencias de la familia y muchas horas en el trabajo. Cualquiera sea
la causa de la infelicidad en esa época de la vida, no se alivia con un
aumento de sueldo. Tal vez pueda decirse que la gente con más dinero tiende
a ser más feliz, y también que un aumento de sueldo mejora el ánimo
por un tiempo. Pero pronto uno se acostumbra a ese ingreso mayor y nuevamente
volverá la sensación de insatisfacción. Los expertos suelen
llamar a esto “la adaptación hedónica”, una noción
de que rápidamente nos adaptamos a las mejoras en nuestra vida, y así
la satisfacción dura poco. La adaptación hedónica no se produce
sólo con el aumento de sueldo. El mismo proceso se da con una cantidad
de otros acontecimientos, buenos o malos.

Ante un estado de insatisfacción una persona puede sentirse tentada a casarse
o tener hijos, cosas ambas que pueden elevar el nivel de felicidad. O la satisfacción
puede aumentar con un trabajo de horario flexible, o cerca de la casa, o con menos
horas de trabajo o con más jerarquía, o con más seguridad.
Pero ninguno de esos cambios es una cura total. Ninguno garantiza un permanente
aumento en el nivel de felicidad. También la persona se adaptará
rápidamente a las mejores circunstancias y puede terminar sólo un
poco más feliz de lo que estaba antes.

Los datos relativos a los niños son especialmente preocupantes. Quien
piense que tener niños mejorará las cosas se equivoca. Los datos
recabados indican que, efectivamente, la felicidad aumenta cuando se aproxima
el nacimiento del primer hijo. Pero también muestran que la felicidad
de los padres tiende a caer a pique inmediatamente después. “Es
posible que tener hijos tenga un efecto positivo a largo plazo,” dice Richard
Lucas, profesor de psicología de la universidad de Michigan. “Pero
ese acontecimiento llega acompañado de una serie de desafíos cotidianos,”
que abruman aun más a las parejas ya estresadas por falta de tiempo.
La tendencia, entonces, a que esos picos de felicidad con el tiempo se vayan
desdibujando puede parecer una noticia desalentadora. Pero hay un lado bueno.

Es indudable que la muerte de un cónyuge, pérdida de empleo, enfermedad
o divorcio pueden provocar gran infelicidad. Pero la adaptación viene
al rescate. La gente suele acostumbrarse a esos reveses de la suerte y en pocos
años su felicidad vuelve a niveles anteriores.

¿Qué se puede hacer ante todo esto, especialmente si uno está
en los ´40? Hay, por lo menos, tres estrategias.
Primero, la investigación sugiere que se puede aumentar la felicidad
“contando las bendiciones”. Detenerse de vez en cuando para apreciar
lo que uno tiene puede contrarrestar la tendencia a dar por sentadas las mejoras
en la vida. Segundo, poner mucho cuidado en cómo pasar el tiempo libre.
La tentación siempre es elegir todo lo que parece divertido o fácil,
especialmente si uno está agotado de la oficina. Pero los estudios indican
que la sensación de felicidad será mayor si se intentan actividades
enriquecedoras o difíciles. Tercero, cultivar amistades. Según
las investigaciones, los amigos son un gran aporte a la felicidad.

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