Huevos de tortuga, naturalistas y feministas

En México grupos ambientalistas han diseñado una campaña publicitaria para que los hombres dejen de comer huevos de tortuga, que suponen afrodisíacos.

28 septiembre, 2005

La campaña publicitaria muestra una espectacular modelo argentina, en traje de baño que resalta sus virtudes, dando a la cámara su mejor mirada de seducción. Junto a ella aparecen las palabras “Mi hombre no necesita huevos de tortuga.” Abajo, el cartelito reza, “Porque él sabe que no lo hacen más potente.”

Los responsables de la campaña dicen que intentan llegar a los hombres que compran huevos de tortuga de vendedores ambulantes y los comen crudos con jugo de lima y una pizca de sal convencidos de que son una especie de Viagra natural.

Pero el Instituto Nacional para la Mujer, presidido por Patricia Espinosa, denunció los avisos aduciendo que promueven un estereotipo sexista. Su ataque hizo que el gobernador de Guerrero, el estado sureño donde se consume la mayor parte de los huevos de tortuga, se retractara de su promesa de permitir que los avisos se exhibieran en los mercados. “No estamos contra la campaña,” dijo Espinosa en una entrevista con la prensa. “Lo que objetamos es el estereotipo de mujer como objeto sexual.”

En el centro de la disputa entre feministas y naturalistas hay varios tipos de tortugas marinas, una especie mucho más antigua que el hombre, que desde hace varias décadas luchan una batalla por sobrevivir. Todos los años, cientos de miles de tortugas salen del mar para poner sus huevos sobre las playas del pacífico. Muchas caen víctimas de ladrones que las matan por su carne y sacan los huevos de los cadáveres para venderlos como afrodisíaco. Otros, directamente atacan los nidos en la arena para llevarse los huevos.

El instituto de mujeres tiene mucho que hacer en un país como México. Ya le declaró la guerra a las empresas automotrices, a los negocios que venden ropa interior y a muchas otras que pregonan sus productos con mujeres semidesnudas.

La campaña, de US$ 30.000 para televisión, carteles callejeros y posters, debía arrancar a fin de septiembre – la temporada en que las tortugas salen del mar a anidar en la playa, pero la oposición del instituto de mujeres puede hacerla fracasar. El gobierno de Guerrero, que al principio apoyó la idea de la campaña, ahora le retiró el apoyo y se distancia cada vez más.

La campaña publicitaria muestra una espectacular modelo argentina, en traje de baño que resalta sus virtudes, dando a la cámara su mejor mirada de seducción. Junto a ella aparecen las palabras “Mi hombre no necesita huevos de tortuga.” Abajo, el cartelito reza, “Porque él sabe que no lo hacen más potente.”

Los responsables de la campaña dicen que intentan llegar a los hombres que compran huevos de tortuga de vendedores ambulantes y los comen crudos con jugo de lima y una pizca de sal convencidos de que son una especie de Viagra natural.

Pero el Instituto Nacional para la Mujer, presidido por Patricia Espinosa, denunció los avisos aduciendo que promueven un estereotipo sexista. Su ataque hizo que el gobernador de Guerrero, el estado sureño donde se consume la mayor parte de los huevos de tortuga, se retractara de su promesa de permitir que los avisos se exhibieran en los mercados. “No estamos contra la campaña,” dijo Espinosa en una entrevista con la prensa. “Lo que objetamos es el estereotipo de mujer como objeto sexual.”

En el centro de la disputa entre feministas y naturalistas hay varios tipos de tortugas marinas, una especie mucho más antigua que el hombre, que desde hace varias décadas luchan una batalla por sobrevivir. Todos los años, cientos de miles de tortugas salen del mar para poner sus huevos sobre las playas del pacífico. Muchas caen víctimas de ladrones que las matan por su carne y sacan los huevos de los cadáveres para venderlos como afrodisíaco. Otros, directamente atacan los nidos en la arena para llevarse los huevos.

El instituto de mujeres tiene mucho que hacer en un país como México. Ya le declaró la guerra a las empresas automotrices, a los negocios que venden ropa interior y a muchas otras que pregonan sus productos con mujeres semidesnudas.

La campaña, de US$ 30.000 para televisión, carteles callejeros y posters, debía arrancar a fin de septiembre – la temporada en que las tortugas salen del mar a anidar en la playa, pero la oposición del instituto de mujeres puede hacerla fracasar. El gobierno de Guerrero, que al principio apoyó la idea de la campaña, ahora le retiró el apoyo y se distancia cada vez más.

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